De que se trata

La represión a los jubilados, un reflejo de la injusticia en nuestra sociedad

Por Juan Severo

 

En un país donde se pregona el respeto por los derechos humanos y la dignidad de las personas, resulta indignante presenciar la represión brutal que sufrieron nuestros jubilados y jubiladas, quienes, tras más de 30 o 40 años de trabajo y aportes, se encuentran hoy en una situación de precariedad que raya en la indigencia. Estos hombres y mujeres, que dedicaron su vida al trabajo con la esperanza de una vejez tranquila y digna, se ven ahora obligados a salir a las calles a reclamar lo que por derecho les corresponde. Una jubilación que les permita vivir sin la angustia diaria de no llegar a fin de mes.

Hoy, más de 6 millones de jubilados sobreviven con ingresos que no alcanzan los 250 mil pesos netos, una cifra que está muy por debajo de lo necesario para cubrir siquiera las necesidades básicas. La realidad que enfrentan es desoladora con una inflación descontrolada y el constante aumento del costo de vida, el poder adquisitivo de sus jubilaciones se erosiona día a día, llevándolos a una situación de vulnerabilidad extrema.

Lo más doloroso de esta situación es la respuesta que reciben cuando deciden alzar la voz para exigir lo que es justo. En lugar de recibir el reconocimiento que merecen por los años de trabajo y sacrificio, son recibidos con palos, gases lacrimógenos y violencia policial. Esta represión no es solo un ataque físico, sino un ataque a la dignidad de quienes, con su esfuerzo, construyeron los cimientos de este país.

La imagen de jubilados y jubiladas siendo reprimidos por las fuerzas de seguridad es un reflejo de la profunda crisis social y moral que atraviesa nuestra nación. Nos enfrentamos a un sistema que, en lugar de proteger a los más vulnerables, los castiga por atreverse a reclamar sus derechos. Es una vergüenza que en pleno siglo XXI, en una democracia, se sigan utilizando métodos represivos contra aquellos que solo buscan justicia y respeto.

La sociedad argentina debe reflexionar sobre la manera en que tratamos a nuestros mayores. No se trata solo de una cuestión económica, sino de un profundo problema ético y moral. No podemos permitir que quienes dieron su vida al trabajo y al país terminen sus días en la miseria y la humillación. Es hora de exigir un cambio real, de luchar por un sistema que garantice una jubilación digna para todos y todas, y que respete el derecho de los jubilados a vivir sus últimos años en paz, con la seguridad de que su esfuerzo no fue en vano.

La represión a nuestros jubilados no solo es una mancha en la historia reciente de nuestro país, sino un llamado urgente a la acción. No podemos permanecer indiferentes ante esta injusticia. Es nuestro deber como sociedad defender los derechos de quienes nos precedieron y asegurar que ningún jubilado o jubilada tenga que volver a enfrentar la violencia por reclamar lo que es suyo.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba