Politica

Crisis Política y Social: Reflexiones sobre la Representación y el Rol de los Diputados

Por Juan Severo

 

En medio de la crisis política y social que atraviesa el país, surgen múltiples preguntas que no pueden ser ignoradas. Los diputados, elegidos por el pueblo, ¿están verdaderamente representando a quienes los votaron o a los intereses de los partidos que los propusieron? Cuando una ley necesita ser debatida bajo la protección de cientos de efectivos de seguridad, gendarmes, prefectura y hasta escuadrones caninos, ¿qué tipo de ley estamos aprobando? Es evidente que si los legisladores requieren semejante despliegue de protección, esa ley probablemente no esté beneficiando al pueblo.

Un ejemplo claro de este conflicto de intereses es el veto presidencial a la ley de movilidad jubilatoria, que buscaba un aumento de apenas 17 mil pesos para los jubilados, una cifra ridícula si se considera que, dividida por 30 días, equivale a tan solo 570 pesos diarios. ¿Es ese el «gran aumento» que se les niega a quienes han trabajado toda su vida para construir este país? Mientras tanto, cada uno de los efectivos de seguridad que participaron en el operativo para «proteger» a los legisladores cobra un salario mucho mayor, rondando los 60 mil pesos por el operativo, y eso sin contar los costos adicionales de movilización, vehículos y otros recursos empleados.

Este gasto desmedido en operativos de seguridad para resguardar a quienes deberían ser los representantes del pueblo nos obliga a preguntarnos: ¿a quiénes están protegiendo realmente? La respuesta parece estar en la traición de los llamados «diputados reversibles», aquellos que, al cambiar su voto, no solo traicionan a sus electores, sino que también están sellando su propia tumba política. Hemos visto casos anteriores, como el de «Borocotó» o los famosos sobornos de la «Banelco», y hoy nos enfrentamos a una nueva versión de esos episodios.

La política, en su esencia, debería ser la herramienta que permita a la sociedad organizarse, tomar decisiones colectivas y buscar el bienestar común. Es el espacio para el debate de ideas y la construcción de consensos. Sin embargo, en países como Argentina, la política ha sido distorsionada por las acciones de algunos protagonistas que, lejos de defender los intereses de la ciudadanía, priorizan intereses partidarios o personales.

Los partidos políticos, que deberían ser las estructuras que canalizan las demandas sociales y organizar la participación ciudadana, han perdido credibilidad. Pero no podemos simplemente culpar a los políticos por esta situación. Como ciudadanos, también tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Alguien dijo una vez: «No preguntes qué hace tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país.» Una de las cosas que podemos y debemos hacer es participar activamente en la vida política, involucrarnos en los partidos y exigir transparencia y coherencia a nuestros representantes.

Si estos «traidores» o «reversibles» están hoy ocupando una banca en el Congreso, es porque nosotros, como sociedad, los votamos. Y también porque muchos optaron por no participar, con la excusa de que «todos son corruptos» o que «todo es lo mismo». Pero la realidad es que no es así. No todos los políticos son iguales, ni todos los partidos son corruptos. La falta de participación ciudadana en la política solo contribuye a que las mismas figuras se perpetúen en el poder sin rendir cuentas a nadie.

Es fundamental que retomemos nuestro rol activo en la vida política. Solo participando y exigiendo podemos garantizar que los intereses del pueblo, y no los de unos pocos, sean los que prevalezcan.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba