De que se trata

Alberto Acosta: “El hidrógeno ‘verde’ es otra falsa solución”

“Nuestros países van a seguir siendo territorio de sacrificio, países campamento de donde se extraen los recursos para seguir sosteniendo el bienestar de unos pocos”, advierte el intelectual ecuatoriano, sobre los megaproyectos de este energético promocionado como el combustible del futuro.

Redacción Canal Abierto | El hidrógeno puede ser utilizado como combustible. Tiene varias ventajas sobre los de origen fósil o las baterías de litio: es más potente; es más respetuoso con el medioambiente que los combustibles convencionales -el único residuo que produce es vapor de agua- y es más eficaz que la electricidad -un vehículo de hidrógeno se recarga en cinco minutos-, sostienen los especialistas.

El hidrógeno se obtiene en distintos procesos con impactos diferentes, y cada uno de ellos tiene asignado un color. El hidrógeno rosa es producto de la energía nuclear. El azul es producto de la industrialización del gas con captura de carbono. Y el verde es el resultado de la electrólisis: un proceso que separa el hidrógeno del agua a partir de energía eléctrica generada por el viento o por la radiación del sol.

El hidrógeno verde, libre de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), es en este momento a nivel planetario la nueva estrella de la economía “verde”.

“El hidrógeno verde aparece ahora, según la propaganda que lo promociona, como el combustible del futuro. El combustible que nos va a ayudar a resolver los problemas derivados de la carbonización de la atmósfera. En ese marco se está haciendo una campaña poderosa tanto en el Norte como en el Sur global que pretende que las sociedades asuman de manera entusiasta esta propuesta”, advierte en diálogo con Canal Abierto el reconocido intelectual y economista ecuatoriano Alberto Acosta, uno de los promotores del Pacto Ecosocial e Intercultural del Sur, una iniciativa de un grupo de referentes y organizaciones ambientales y sociales de toda Latinoamérica, que advierte en un reciente documento que “el hidrógeno verde es una falsa solución”.

En nuestro país, una proyecto de gran envergadura que iba a llevar adelante la empresa australiana Fortescue en Río Negro, parece haber caído en desgracia a pesar de que el gobierno provincial le cedió un gran área de tierras fiscales y adecuó en lo posible -y más- la legislación en favor de la multinacional y en contra de los derechos de las comunidades de la provincia.

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-Hay que hacer un análisis, hay que preguntarnos qué significa realmente. ¿El hidrógeno verde está pensado en clave de atender las demandas energéticas de una sociedad que cambia o simplemente está pensando como un energético más para tratar de sostener a una sociedad que se aleja de la carbonización de la atmósfera sin utilizar combustibles fósiles, pero que no plantea un cambio estructural?

Entonces, aparece el problema, porque para obtener el hidrógeno verde se requieren actividades productivas de gran escala. Son distintas fases: hay que desalinizar el agua; hay un proceso de electrólisis (que consume energía); hay que almacenar el hidrógeno verde y hay que transportar este combustible. Eso va a darse en regiones del Sur global tanto en nuestra América como en África, en Sudáfrica y en Namibia hay proyectos similares, gigantescos para abastecer una demanda de energía de los países del Norte global para garantizar que estos recursos energéticos continúen sosteniendo la lógica de acumulación de esos países.

Esto va a generar problemas muy serios en nuestras tierras. Va aumentar el estrés ecológico en regiones históricamente afectadas por el extractivismo minero, hidrocarburífero y otros, y va a afectar regiones aún no dañadas.

-Aparentemente es simple porque se estaría usando un recurso abundante, aparentemente interminable, el agua. Sobre todo el agua de mar, aunque también hay proyectos con agua dulce en regiones que están afectadas por el estrés hídrico. El agua de mar tiene que ser desalinizada para limpiarle aquellas sales que afectan la generación del hidrógeno verde. Luego viene el proceso de electrólisis del agua que separar el H2O para obtener el hidrógeno. Eso se hace en grandes escalas.

Todo este proceso demanda gran cantidad de energía, lo que se pretende utilizar son energía eólica y solar, pero en muchas ocasiones se está produciendo un hidrógeno gris porque se está utilizando energía producida a partir de hidrocarburos.

Luego viene un problema serio, hay que almacenar este hidrógeno y hay que transportarlo y se requieren infraestructuras gigantes, puertos para cargar el hidrógeno, puertos para recibir el hidrógeno y en el transporte se pierde una gran cantidad de combustible porque no puede haber total hermetismo.

La necesidad de descarbonizar la atmósfera, con la cual estoy totalmente de acuerdo, no puede convertirse en una excusa para seguir reproduciendo las relaciones de subordinación de nuestros países a las economías del Norte global. Nuestros países van a seguir siendo territorio de sacrificio, países campamento de donde se extraen los recursos para seguir sosteniendo el bienestar de unos pocos grupos de la población mundial sobre todo del norte global. También, en nuestros países, las élites dominantes viven dentro de lo que se conoce como el modo de vida imperial.

Esta transición energética corporativa pretende cambiar el uso de los combustibles fósiles por otros combustibles sin afectar las estructuras de producción y consumo del capitalismo global. A la postre, estamos viendo que esta transición energética corporativa no está resolviendo ni siquiera el tema de disminuir el consumo de los combustibles fósiles, que sigue aumentando, se está incrementando con otras fuentes de energía, para sostener una demanda promovida por la acumulación y la codicia del capital.

-Habría que plantearnos una estrategia para una transición energética justa y popular. Requerimos agendas que tengan medidas de corto, mediano y largo plazo. Necesitamos un horizonte diferente al actual tenemos que transitar lo que yo podría decir en una suerte de pluriverso, un mundo donde quepan muchos mundos, como dicen los zapatistas. Yo añadiría: necesitamos un mundo donde la vida digna de seres humanos y seres no humanos sea digna. 

Este es el punto de partida hacia ese horizonte. ¿Cómo caminar hacia allá?, pues dando paso a la revisión de los patrones de producción y de consumo. Hay que reducir el consumo de los combustibles fósiles dejando enterrados los hidrocarburos como el petróleo, el carbón y el gas que no han resuelto nuestros problemas en el Sur global, pero sí están contribuyendo al deterioro de las condiciones de vida de la población mundial a través del colapso ecológico.

Tenemos que ir incorporando otros valores y otras visiones que tienen que ver también con otra economía para otra civilización tenemos que irnos liberando de la religión del crecimiento económico permanente para construir otro tipo de sociedades. Eso lo vamos a lograr a partir de la vigencia de esquemas que empiecen por la justicia social y la justicia ecológica. No se trata sólo de garantizar la intangibilidad de la naturaleza, porque eso sería una suerte de ejercicio de jardinería, no simultáneamente tenemos que atender estas dos justicias en clave global y en línea con la necesidad de pensar y de construir sociedades que se sustenten tanto en los derechos humanos como en los derechos de la Naturaleza.

*Alberto Acosta, economista, intelectual, ex presidente de la Asamblea Nacional Constituyente del Ecuador; también fue ministro de Energía y Minas del gobierno de Rafael Correa del que luego se distanció. Es uno de los impulsores del pactoecosocialdelsur.com

 

Fuente: https://canalabierto.com.ar

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