Un verano incierto y ¿mucho más cálido?: las claves de mirar el pronóstico a corto plazo
Natalia Gattinoni, especialista del Instituto de Clima y Agua del INTA, anticipa un verano con temperaturas normales a superiores y lluvias irregulares. El famoso fenómeno de La Niña parece ser débil y tardío, lo que aumenta la incertidumbre en las predicciones y demanda una mayor atención a los pronósticos en el corto plazo para planificar actividades productivas y el consumo energético en las ciudades.
En un país de enorme extensión y con una gran diversidad geográfica como Argentina, el clima impacta en todos los sectores: desde la agricultura hasta la infraestructura urbana, pasando por la pesca, el turismo y otros sectores económicos. Con tan complejo panorama, las preguntas en torno al clima inmediato se vuelven especialmente relevantes.
Para los próximos meses, las fuentes expertas sugieren que se preste especial atención a los pronósticos meteorólogicosen el corto plazo debido a la falta de un patrón climático claro que permita predecir con certeza los fenómenos que se avecinan. Natalia Gattinoni, integrante del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar, sostiene, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, que la escasa definición del fenómeno de La Niña y las condiciones atmosféricas actuales y su variabilidad incrementan la incertidumbre en las predicciones.
Gattinoni explica que, para el trimestre de noviembre, diciembre y enero, el pronóstico elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional marca una mayor probabilidad de ocurrencia de lluvias normales a deficitarias sobre región Pampeana y Patagonia, es decir que según los pronósticos consultados y las condiciones actuales indican que las lluvias del trimestre podrían ser iguales o menores a los valores esperados como normales según los datos históricos. Sin embargo, también señala que han ocurrido eventos puntuales de lluvias importantes, como las de finales de octubre en el área central del país, lo que destaca la importancia de monitorear los pronósticos a corto plazo.
Los pronósticos climáticos se elaboran en base a las condiciones actuales de los océanos y la atmósfera y se trabaja en términos de probabilidades de escenarios que puedan ocurrir, particularmente son tres: que las lluvias sean mayores a los valores normales, que sean normales o acorde a los datos climáticos históricos y un tercer escenario es que las lluvias sean menores a las históricas.
“Más allá de un contexto de lluvias deficitarias, vamos a tener que ir mirando los pronósticos a corto plazo, porque pueden darse condiciones meteorológicas que favorezcan lluvias puntuales”, indica Gattinoni. Así mismo, agregó que en los últimos meses se presentó una gran variabilidad en las condiciones climáticas mes a mes por lo que los desafía a la hora de tomar decisiones.
¿Niño o Niña? Pronósticos bajo un contexto de incertidumbre
Durante este año, el fenómeno climático conocido como El Niño-Oscilación del Sur o simplemente «El Niño» se mantiene en una fase neutral, que se caracteriza por presentar una temperatura de la superficie del océano entre el -0.5 y 0.5° C con respecto a los valores normales.
«En esta fase (neutral) tenemos poca certeza de lo que pueda pasar. Que sea neutral significa que este fenómeno no tiene incidencia en los patrones de lluvias y temperaturas, está inactivo. Entonces, podemos tener un año neutral cálido o más frío, según se acerque a esos parámetros de referencia, con o sin lluvias y con la participación de otros fenómenos climáticos. Es por eso que en esta fase tenemos poca certeza de lo que pueda pasar. Hay que valerse de otras herramientas para considerar junto a los pronósticos a largo plazo”, precisó.
Aunque hasta principios de año se esperaba una posible “Niña” para el último trimestre, los modelos han ido ajustándose, marcando una baja probabilidad de que esta se presente de forma intensa. “La atmósfera no termina de acoplarse; no muestra las señales necesarias para dictaminar una Niña clara, como los vientos, la nubosidad y la temperatura del océano”, afirma Gattinoni, quien advierte que este fenómeno global, que normalmente permite anticipar ciertas tendencias, hoy no ofrece certezas.
Debido a esta incertidumbre, los especialistas consideran que es fundamental incorporar probabilidades de variabilidad en los pronósticos y depender cada vez más de las previsiones de corto plazo para tomar decisiones. “Este fenómeno no está teniendo una participación importante, y esto permite que otros factores climáticos, de menor escala, influyan como las lluvias que tuvimos recientemente”, sostiene Gattinoni.
Un verano con temperaturas más cálidas
Respecto al verano, la investigadora anticipa que como el fenómeno de La Niña podría ser tardío, débil y de corta duración, se disminuiría su incidencia en el clima del país. “Aun si esta Niña se diera, no tendría probablemente tanto impacto”, aclara Gattinoni. Los modelos climáticos actuales coinciden en que las temperaturas durante diciembre, enero y febrero podrían ser normales a superiores, lo cual podría traer consigo períodos de calor más prolongados de lo habitual.
La posible tendencia de temperaturas más cálidas tendrá efectos en áreas urbanas, donde el asfalto y la radiación aumentan la sensación térmica. «Vamos a tener que estar preparados energéticamente para estos períodos de altas temperaturas», advierte. Las ciudades podrían enfrentar un reto en el consumo de energía y en la gestión del agua, mientras que el campo también deberá anticiparse ante posibles olas de calor que pueden afectar tanto los cultivos como el ganado.
Para la experta, la incertidumbre que se presenta en las proyecciones climáticas también debe tomarse en cuenta al planificar la logística y el abastecimiento energético de las ciudades, así como la gestión de recursos en el campo. Aunque los modelos sugieren un verano más cálido, no se puede precisar con exactitud la frecuencia o intensidad de eventos de calor extremo. “No sabemos si se va a dar una ola de calor ni qué tan extremas serán las temperaturas, pero las probabilidades de un verano más cálido existen, y eso nos exige prepararnos para un posible verano cálido. Además, debemos considerar que según los datos climáticos históricos, en nuestro país se observa una tendencia hacia veranos más cálidos en los últimos años”, puntualiza la experta.
Así, a medida que se acerque el verano, el país deberá mantenerse atento a las variaciones meteorológicas para mitigar los impactos en sus diversas actividades. Con un panorama sin certezas a largo plazo, el monitoreo del clima y la preparación serán claves para sobrellevar una temporada estival que podría ser más cálida y desafiante de lo habitual.
Aunque los pronósticos climáticos de largo plazo tienen incertidumbre debido a la baja intensidad de los patrones climáticos globales, Gattinoni remarca que la observación constante del clima ayudará a tomar decisiones en sectores sensibles como la agricultura. “Los meses de enero y febrero son críticos para los cultivos de verano y, en caso de una ola de calor, los efectos pueden ser perjudiciales, hoy no tenemos las herramientas para precisar si sucederán o no o incluso su intensidad. Pero ante un pronóstico de temperaturas más cálidas es una herramienta útil para tomar medidas de manera anticipada”, menciona.
La especialista también alude a la preocupación por el impacto de las altas temperaturas en el ganado, una actividad vulnerable al estrés térmico en contextos de calor extremo. “Tendremos que prever manejos adecuados para que el ganado no experimente estrés térmico”, añade, señalando que es crucial estar atentos a las fluctuaciones de temperatura para prevenir pérdidas en la producción.