¿Cuándo se puso de moda ser malo?
De un tiempo a esta parte, la ostentación de crueldad se ha vuelto tendencia. Sobre todo en redes, pero también en la vida. En esa línea se inscribe el discurso de Milei en Davos: en el “malismo”, una práctica muy lucrativa que ya siguen muchos poderosos.
Redacción Canal Abierto | “Poco a poco empecé a ver un sistema de exaltación de lo malo, desde tonterías (…) a las estrategias de algunos políticos, o incluso formas de comunicación comercial”. El ilustrador español Mauro Entrialgo llamó a todo esto “malismo”, y publicó un libro con ese título (Capitán Swing, 2024) en el que trata de señalar que lo que ayer era aberrante hoy está de moda. Y es un negocio muy lucrativo.
El “malismo”, para Entrialgo, es el nombre para eso que “existe y que todos somos capaces de identificar aunque hasta ahora no habíamos sabido cómo llamarlo”. Y el lugar donde es más evidente es en redes sociales, donde el discurso público que tendía a la polarización viró —en uno de esos extremos— a la mala leche.
Lo que no era tan evidente hasta hace poco es que subirse a esa ola de agravios y violencia le ha significado ganancias a más de uno.
Sin ir más lejos, está el caso de Elon Musk, quien desde que adquirió Twitter —lo que a priori parecía un pésimo negocio—, la convirtió en X y quitó las regulaciones a los discursos de odio y las noticias falsas, hizo crecer su fortuna a US$ 450.000 millones, casi el doble de quien le sigue en patrimonio, Jeff Bezos. Lo lucrativo no fue la adquisición de X, sino los vínculos que tejió a partir de esa plataforma con la extrema derecha mundial gracias a que el algoritmo de la red prioriza y amplifica los mensajes xenófobos, machistas, transfóbicos, aporofóbicos y negacionistas.
Tanto es así que Meta y Disney están siguiendo su ejemplo y tratando de congraciarse, entre otros, con el amigo de Musk, Donald Trump. El dueño de la primera, Mark Zuckerberg, anunció a comienzos de año que abandonaría su programa de verificación de contenido en las plataformas Facebook, Instagram y Whatsapp, sistema que evitaba difundir fake news. Lo hizo en nombre del “panorama político y social cambiante y un deseo de abrazar la libertad de expresión”.
Por su parte, el CEO de Disney, Robert Iger, planteó que la productora, señalada insistente y despectivamente como woke por la ultraderecha, se mantendrá en el futuro “fuera de las guerras culturales”. “Ya no haremos activismo político”, sostuvo el ejecutivo e informó que eliminaron una historia sobre un atleta trans que iba a ser parte de la próxima serie animada de Pixar, Win or Lose.
La maldad como negocio
En una entrevista con el medio español El Salto, Entrialgo plantea que uno de los inicios del malismo, que empezó a notar hace cuatro o cinco años sin propósito específico, es el troll. “El troll anónimo ha testado las posibilidades de una propaganda basada en presumir de tus propias maldades (…). Y a partir del comportamiento del troll se ha reproducido en la vida real, porque se ha visto que tenían un resultado”, detalla.
“Hasta Cambridge Analytica no nos dimos cuenta, por ejemplo, de algo que es tan evidente para nosotros ahora como que cuando entramos a discutirle a un troll alguna opinión excesiva, estamos dándole relevancia. Esto no se conocía ni en publicidad ni en política, y ahora se usa continuamente —plantea—. Todavía hay gente que no se ha dado cuenta, pero es evidente que cuando un columnista de extremo centro, cuya columna no la lee nadie (…), dice una barbaridad para que la gente le haga pantallazos, el origen de eso son los comportamientos troll. La publicidad también lo ha hecho con anuncios que dicen algo para que todos los critiquemos y esa marca se popularice”.
Así las cosas, el discurso de Javier Milei en Davos, gran troll de “la vida real”, probablemente pretendió obtener también algún rédito.
En lo inmediato, sus ataques a homosexuales y mujeres enojaron a Larry Fink, el CEO de BlackRock, el fondo de inversión más grande del mundo, quien se levantó indignado en medio del discurso; no generaron los elogios previstos por parte de los líderes de la ultraderecha internacional; y provocaron la marcha antifascista de este sábado.
Milei, lejos de recular y como acostumbra, redobló la apuesta y trató de fascistas a los gays en sus redes sociales, a quienes ya les había dicho “pedófilos”. Pero en La Libertad Avanza no están contentos: creen que la escalada de “malismo” del Presidente podría afianzar un eje opositor republicano.
Nadie puede anticipar el futuro y es muy pronto para evaluar qué costo pagará el Gobierno por su ostentación de violencia o si, por el contrario, obtendrá beneficios.
Por su parte y puesto a reflexionar por la evolución de esta tendencia, Entrialgo es optimista. “Creo que ha llegado un punto de inflexión en que la gente se empiece a dar cuenta de que no se pueden admitir ciertas cosas”, dice. Habrá que ver si tiene razón.
Fuente: https://canalabierto.com.ar