El Eternauta: un símbolo de humanidad nacional en un momento de desolación
El psicólogo Giancarlo Quadrizzi reflexionó al aire de Radio Universidad sobre la historieta de Héctor Germán Oesterheld y su reciente adaptación a la pantalla chica en formato de serie.

Por Giancarlo Quadrizzi*
Podemos abordar El Eternauta desde muchos ángulos: desde la obra en sí, el contexto en el que surgió, la vida del autor, el texto, sus dimensiones culturales, simbólicas y psicológicas, entre otros. Para quienes disfrutamos de la historieta, es muy rico desde todos los aspectos.
En El Eternauta encontramos un símbolo de la humanidad nacional. Esta historia aparece en un momento de mucha desolación, de discursos en contra de la humanidad en donde el odio parece ser un valor que debemos reconocer, fomentar y desarrollar. Para algunos, eso refuerza nuestras creencias pero para otros que no están en esa cuestión, les empieza a generar reflexiones sobre qué es lo que hace que este grupo de personas pueda resistir esta invasión.
Por un lado, parecen alienígenas que vienen de las fuerzas del cielo. En tanto, las personas empiezan a perder su eje: dicen cosas que no son propias, e incluso en algún momento hasta pierden la vida por tanta confusión.
Tensión entre la competencia y la colaboración reflejada en El Eternauta
A pesar de que hay una tensión entre la competencia y la colaboración, y el primer mensaje es “me salvo yo solo”, rápidamente se ve que, si uno sale solo, muere. Pero, posteriormente, aparece una segunda parte: la solidaridad y la humanidad argentina. Se da una construcción de base de la cultura que hace que ser argentino no sea lo mismo que ser de cualquier otra nacionalidad.
Cada cual va construyendo su cultura con los elementos que tiene a mano a no ser que algunas fuerzas celestiales de libre mercado o de las redes sociales empiecen a homogeneizarnos. La globalización tiende a esto que, en realidad, no deja de ser una deshumanización en la medida en que nos quita nuestra forma de ser humano en este contexto.
La superación de lo individual por lo familiar y lo colectivo se va viendo durante la seria a medida que crecen las presiones ambientales; y una de las alternativas, la más exitosa, es la de extender el concepto del otro. El otro no soy solo yo, y el otro no es solo mi familia, sino que son todos los que están conmigo.
Los espacios que permite la resistencia en El Eternauta remite, entre otras cosas, a las partidas de truco de los viernes. Es un espacio en el que el grupo de amigos protagonista, a pesar de sus diferencias, recorridos vitales y tensiones, siguen regresando desde hace 35 años, como un ritual. Esto significa que allí existe el poder del contacto humano, del vínculo con el otro a pesar de que piense distinto.
*Licenciado en Psicología (MP 81.769).