Del guapo del barrio al gato asustado

Por Juan Severo
En los barrios matanceros de mi juventud siempre había un guapo. Ese que imponía respeto –o miedo– a fuerza de amenazas, prepotencia o alguna que otra trompada. Nadie se le animaba. Era el que marcaba la cancha. Pero el tiempo pasa, y hasta el más temido termina encontrando a alguien que lo enfrenta. Eso mismo parece estar ocurriendo con el presidente Javier Milei.
Durante la campaña electoral, Milei se mostró como ese guapo de barrio: gritón, desafiante, insultando a propios y ajenos. Siguió en esa línea cuando asumió, despotricando contra diputados, senadores, periodistas, científicos, artistas y cualquiera que no pensara como él. Parecía invencible. Pero esta semana, el Congreso –ese mismo que tanto despreció– le dio una lección: mordió el polvo. De león, Milei pasó a ser un lindo gatito.
Por primera vez en mucho tiempo, diputados y senadores empezaron a sacarse el miedo de encima y votaron leyes en favor del pueblo. ¿Qué pasó? ¿Se les terminó el crédito? ¿Se dieron cuenta de que no se puede gobernar a base de amenazas y cadenas de odio? Eso lo desarrollaremos en otra nota. Pero por ahora, celebremos que el guapo del barrio encontró límites.
Ahora bien, hablemos del famoso “equilibrio fiscal” que tanto repite el Presidente como bandera de su gestión. ¿De qué equilibrio hablamos si ese superávit se consigue dejando de pagar la deuda con el Fondo Monetario Internacional? En términos simples: nadie puede decir que tiene sus cuentas en orden si deja de pagar la luz, el gas o la educación de sus hijos.
El Gobierno se jacta de haber bajado la inflación y los impuestos. Pero no dice que el IVA –el impuesto más regresivo, el que más golpea a los que menos tienen– sigue al 21% en alimentos básicos como el pan y la leche. Tampoco menciona que está gobernando con un presupuesto del año 2022, que ya quedó viejo y desactualizado, mientras la recaudación sube por la inflación.
¿Y qué hay del impuesto a los combustibles, que ronda el 60% y que debería coparticiparse con las provincias? Bien, ese tampoco lo reparte. ¿De qué equilibrio hablamos entonces? ¿De qué competencia productiva puede hablar un Gobierno que abre indiscriminadamente las importaciones y hace que nuestros productores compitan en condiciones desiguales, pagando impuestos que a los importados no se les cobran?
Y ojo, no se trata de lavar culpas con el “y vos también”. Es cierto que muchos de los que hoy levantan la bandera de los jubilados, cuando fueron gobierno tampoco se preocuparon demasiado por mejorar su situación. Derogaron leyes, recortaron derechos, miraron para otro lado. Lo mismo puede decirse con respecto a las personas con discapacidad. Nadie está limpio como para tirar la primera piedra.
Pero el presente nos convoca. Y hoy, sería un paso inmenso que el Congreso apruebe leyes que verdaderamente mejoren las condiciones de vida de nuestros jubilados. No como limosna, sino como acto de justicia.
Porque la verdadera independencia –como la que recordamos este 9 de julio– no se construye con slogans, ni con insultos. Se construye con dignidad, con memoria y con compromiso con el pueblo.
Y si el guapo del barrio ya no asusta como antes… quizás llegó la hora de que el barrio vuelva a hacerse respetar.
Foro Matanzero
Medio de comunicación popular y autogestivo – La Matanza, Buenos Aires