De que se trata

La cuenta no cierra (y la inflación tampoco)

Por Juan Severo 

“No entiendo por qué no entiendo… que hay tantas cosas que no entiendo”, decía José Larralde en una de sus milongas, y la verdad es que hoy esa frase viene como anillo al dedo. Porque a veces uno intenta seguir la lógica de la economía que nos explican desde arriba, pero cuanto más lo intenta, más te das cuenta de que algo no cierra. O mejor dicho, que nos están cerrando el camino al entendimiento.

Tomemos un ejemplo bien claro: la mayoría de las mercancías que consumimos a diario —alimentos, medicamentos, productos de limpieza— se transportan en camiones. O sea, dependen del combustible: gasoil, nafta, y en algunos casos, GNC. Anoche, la petrolera estatal YPF aplicó un nuevo aumento del 2,5%, que se suma al 3,5% que ya había metido a principios de este mismo mes. Es decir, en menos de 20 días, el combustible subió un 6%.

Y si sube el combustible, sube la logística. Si sube la logística, suben los precios. A eso súmale las prepagas, la luz, el agua, el gas… todo aumenta. Todo menos el índice oficial de inflación, que según nos dicen, apenas fue del 1,6% en el último mes. ¿Cómo? ¿De dónde sale ese número? ¿En qué góndola del supermercado compran?

Desde YPF justifican el aumento con frases técnicas sobre “ajuste por paridad de importación”, “seguimiento de la evolución internacional del Brent” o cosas por el estilo. Palabras lindas para esconder una realidad incómoda: aumentan porque pueden. Porque en este modelo, el precio lo fija el de arriba, y el que paga siempre es el de abajo.

Mi abuelo solía decir que la economía es muy fácil de entender, pero te la explican difícil para joderte —aunque él usaba una palabra más directa: “nos quieren cagar”. Y tenía razón. Porque cuando el pan sube, la leche sube, el gas sube, el boleto sube, pero la inflación baja… ahí hay gato encerrado.

No se trata de negar los números, pero sí de cuestionarlos. Porque mientras los funcionarios festejan superávits y metas cumplidas, en los barrios la plata no alcanza y la paciencia se agota. Nadie pide milagros. Solo queremos que no nos mientan en la cara mientras nos vacían los bolsillos.

Así que sí, como decía el Pampa Larralde, hay muchas cosas que no entiendo. Pero hay una que tengo bien clara: cuando la cuenta no cierra… es porque alguien se está llevando la diferencia.

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