El regreso de los ventrílocuos
Todos los pronósticos señalan a Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga, candidatos de derecha, como ganadores de la elección de mañana. Tras 20 años de protagonismo, el MAS corre riesgo de desaparecer. El fin del ciclo popular y la amenaza neoliberal en Bolivia.

Por Mariano Vázquez | Año 2008. El proceso de cambio iniciado por Evo Morales dos años antes enfrenta una parada brava: un referéndum revocatorio en medio de la rebelión separatista/racista de la llamada “Media Luna” (las provincias del oriente boliviano: Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando) para “tumbar al Indio”. Estoy en Bolivia filmando un documental sobre este acontecimiento, que será bisagra para la ratificación del rumbo económico, político y social de la Revolución Democrática y Cultural. En la plaza central de Cochabamba, en el corazón del país, observo grupos de personas debatiendo sobre la emergencia actual. Alrededor de una estructura movible se leen noticias, reflexiones y llamados a no creer en los medios tradicionales antievistas, se dialoga, se opina, se refuta. Predominan los llamados a votar para ratificar “al hermano Evo”. Una mujer de pollera afirma: “Somos los herederos de los hombres de piedra, llevamos 500 años de resistencia y no nos arrebatarán un gobierno que por primera vez piensa en nosotros”. A su alrededor la vitorean y aplauden.
Año 2025. Misma plaza, pero sin cartelones ni debates abiertos. El enojo ahora se dirige contra el gobierno de Luis Arce. Según las encuestas, para la ciudadanía el principal problema es la situación económica: inflación, brecha entre el dólar oficial y el paralelo, falta de combustible (con larguísimas filas en las estaciones de servicio). Me acerco a un grupo de jóvenes sentados y les pregunto qué esperan de las elecciones; la mayoría dice que votará a la derecha, pero no hay unanimidad sobre el candidato. Uno incluso pide un “Bukele” boliviano. Me asombra cómo el conocimiento del presidente de El Salvador se ha extendido por todo el continente, mientras que, al preguntarles quién es el presidente de Paraguay —país limítrofe con el que Bolivia tuvo una guerra fratricida e inútil entre 1932 y 1935—, se encogen de hombros. La mano dura, incluso en países con tasas moderadas de criminalidad, crece como oferta política. Solo uno se manifiesta por el voto nulo. Nadie por el progresismo. El diálogo con taxistas, vendedores ambulantes o comerciantes arroja resultados similares.
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Bolivia vivirá este domingo un cambio radical. Tras casi dos décadas de gobiernos del MAS, interrumpidos solo por el breve interregno del régimen golpista de Jeanine Áñez —hoy encarcelada por aquel alzamiento—, la derecha volverá al poder. Solo resta esperar al balotaje del 19 de octubre para saber qué versión llegará al Palacio Quemado: la neoliberal-empresarial de Samuel Doria Medina o la radicalizada proestadounidense de Jorge Quiroga.
La fragmentación política es evidente: hay ocho candidatos, ninguno supera el 25% de los votos. A esto se suma la proscripción de Evo Morales, quien llamó a votar nulo “como una forma de rechazo a una elección deslegitimada […] No es el voto nulo el que le abre las puertas a la derecha. A la derecha le abren las puertas quienes proscribieron y quienes se beneficiaron de la proscripción de Evo y de las organizaciones sociales del Instrumento Político”.
Las encuestas reflejan también un profundo enojo ante la crisis económica, quizá el único acuerdo ciudadano.
Lo llamativo de este escenario es que Doria Medina y Quiroga son dos exponentes emblemáticos de la vieja política. Doria Medina, gracias a su caudaloso patrimonio, intentó tres veces llegar a la presidencia, siendo derrotado holgadamente por Evo Morales. Este es su cuarto intento; parte de la población recuerda su paso como funcionario en gobiernos neoliberales y privatizadores. Quiroga, también derrotado por Morales, va por su tercer intento. En 1997 acompañó como vicepresidente a su mentor, el exdictador Hugo Banzer, a quien sucedió por enfermedad en 2001, gobernando hasta agosto de 2002. Su gestión se caracterizó por la represión al movimiento campesino y a los sindicatos cocaleros y mineros.
El bloque derechista lo completan también caras del pasado: Manfred Reyes Villa, exmilitar y alcalde de Cochabamba, y Rodrigo Paz Pereira, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora. En tanto que Jhonny Fernández y Pavel Aracena Vargas aparecen con porcentajes insignificantes.
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De los ocho candidatos, solo dos representan al bloque popular, pero juntos no alcanzan ni el 10%, a pesar de estar haciendo sus primeras armas en la primera línea. La candidatura inconsulta de Andrónico Rodríguez —hasta hace pocas semanas secundaba a Evo Morales en las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, pero fue expulsado por “traición”— y la renuncia de Luis Arce a buscar la reelección, aunque logró retener la sigla del MAS mediante colusión con el Poder Judicial, ponen al partido de masas más importante del siglo XXI al borde de la desaparición si no logra el mínimo del 3% que exige la ley electoral. El candidato oficialista Eduardo del Castillo, principal operador político y represivo del Ejecutivo, apenas suma el 2% de intención de voto. Mientras tanto, Rodríguez, que aspiraba a la segunda vuelta, ha caído al cuarto o quinto lugar en las encuestas.
Evo Morales sostiene que no hay ninguna oferta de izquierda para estas elecciones, por lo que llamó a votar nulo como acto de rebelión democrática. Desde su llamado, el voto nulo ha subido hasta el 14%, ubicándose en tercera posición. Si se suman indecisos y votos blancos, alcanza el 32%.
Desde su bastión del Trópico de Cochabamba, Morales advierte sobre la persecución política que se iniciará contra él y los sindicatos cocaleros cuando asuma el nuevo gobierno. Sabe de lo que habla: sufrió cárcel e intentos de asesinato desde mediados de la década del 80 hasta mediados de la del 2000 por organizar a los campesinos en defensa de la hoja de coca. La represión fue tan brutal que tropas militares de Estados Unidos llegaron a estar apostadas en Chimoré y participaron activamente junto a fuerzas locales en la represión.
“Sé que me quieren matar, pero aquí me quedo”, me dijo recientemente Evo durante un encuentro multitudinario de la Runasur junto a organizaciones locales e internacionales en el municipio de Ivergarzama en el Trópico de Cochabamba. Ratificó la opción por el voto nulo “porque nos obligan a elegir a quienes mañana serán nuestros verdugos”.
Además de presidente y vicepresidente, se renovará toda la Asamblea Legislativa Plurinacional (130 diputados y 36 senadores). Las proyecciones anticipan un Congreso controlado por las facciones reaccionarias. Desde 2005, el MAS había dominado con amplias mayorías, pero el escenario cambiará a partir del 8 de noviembre, fecha pautada para el traspaso de mando y la asunción de los nuevos legisladores. El futuro del Estado Plurinacional y las conquistas históricas de 13 años de gobierno de Morales penden de un hilo.
El 6 de agosto se celebró un nuevo aniversario de la independencia de Bolivia. Como una ironía del destino, la predilecta de Simón Bolívar vivirá el “Año del Bicentenario” con el retorno de los ventrílocuos de Estados Unidos.
Publicado originalmente en Sangrre
Fuente: https://canalabierto.com.ar