Vivir en la villa: Un zoom a lo que no vemos
En Argentina, cerca del 10% de la población habita barrios populares. Un estudio de ACIJ y La Poderosa relevó sus condiciones de vida y arrojó datos alarmantes: contaminación, falta de acceso a servicios, varones ausentes y menor expectativa de vida.

Por Gladys Stagno | “Entre el 20 % y el 30 % de la población tiene 14 años o menos, mientras que casi no hay presencia de personas mayores a 75 años (…). Esta estructura etaria contrasta con el promedio nacional y del AMBA, donde la proporción de adultos mayores es significativamente más alta”.
El dato surge del informe que acaba de publicar la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) conjuntamente con el Observatorio Villero de La Poderosa, sobre condiciones de vida en barrios populares, en el que fueron relevados nueve barrios de seis provincias distintas (Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, La Rioja, Tierra del Fuego).
En Argentina, más de 5 millones de personas habitan más de 6.000 barrios populares, cifra que representa cerca de un 10% de la población nacional. Y la explicación de su composición demográfica mayoritariamente joven se vincula con una realidad trágica: “No encontramos tantos adultos mayores por las condiciones en que viven y los trabajos que realizaron en su vida. No llegan, se nos van antes”, sintetiza Diego Mora, uno de los autores e integrante de La Poderosa.
De varones ausentes y redes de apoyo
El relevamiento —en el que también colaboraron el Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG-UBA) y la Fundación TEMAS— fue realizado en más de 1.400 hogares y entre más de 5.000 personas, donde los encuestadores fueron vecinos, capacitados previamente, que son quienes mejor conocen sus propios barrios. Y refleja en detalle las características de estas condiciones que recortan la expectativa de vida y generan hogares con configuraciones particulares. Entre ellas, la feminización de la población.
“En términos de género, se observa una mayoría de mujeres en los hogares, sobre todo en la franja etaria que va desde los 20 a los 64 años, correspondiente a la edad económicamente activa —detalla el informe—. Esta situación contrasta con las características demográficas generales del país, y en particular del AMBA, donde hay una mayor proporción de varones y de personas adultas mayores”.
En la misma línea, más del 60% de los hogares analizados presenta jefatura femenina y entre un 50% y 60% tiene al menos un menor a cargo.
Además, el 41% de las familias recurre a comedores comunitarios, un porcentaje que llega al 60% en algunos barrios (como Isla Maciel y Virgen Desatanudos), y un 74% es beneficiario de algún tipo de asignación estatal. “Esta combinación evidencia una alta dependencia de redes de apoyo comunitario y transferencias sociales estatales para garantizar la subsistencia diaria, reflejo de una inserción laboral precaria o inestable”, plantea el estudio.
Vivir contaminado
Otro dato saliente es la cuestión ambiental. Según el informe, el 30% de los encuestados cree que las cuestiones ambientales son el problema más importante de su barrio. “Fue una sorpresa descubrir que 1 de cada 3, teniendo tantos problemas, ubica a los ambientales como los problemas principales”, señala Fernando Bercovich, coautor del proyecto e integrante de la ACIJ.
La mirada de los vecinos no es errada: el 90% de los hogares enfrenta un alto riesgo ambiental, según un índice que considera la presencia de plagas, acumulación de basura y proximidad a fuentes contaminantes. Y en ninguno de los barrios estudiados la cantidad de hogares con riesgo bajo llega al 5%.
En un desglose de la situación, aparece que el 49% de los encuestados afirma que su vivienda se encuentra cercana a alguna fuente de contaminación, el 57% ve basura todos los días alrededor de su casa, y el 53% cree que su barrio está afectado por problemas ambientales. Entre las fuentes de contaminación más habituales aparecen los cursos de agua cercanos (49,5%), y los basurales (28,5%).
Contar desde adentro
El panorama habitacional se completa con viviendas precarias. De acuerdo al relevamiento, solamente el 27 % se ubica sobre calles asfaltadas; apenas el 15 % alcanza una calidad constructiva suficiente; cerca de la mitad presenta grietas, filtraciones o goteras; y entre el 20 % y el 45 % carece de agua caliente o lavamanos en el baño.
“En cuanto al acceso a los servicios públicos, la situación es crítica: el 73 % de las viviendas presenta condiciones precarias, con problemas de conexión, calidad o cantidad, y un 11 % directamente no cuenta con ningún tipo de acceso a uno o más de los servicios públicos —detalla el estudio—. El 50 % de los hogares relevados accede al agua mediante conexiones informales (alcanzando picos del 95 % en algunos barrios), y el 63 % se conecta de manera precaria a la red eléctrica. Estos niveles de informalidad y precariedad implican mayores costos, aumentan el riesgo de accidentes y limitan las oportunidades educativas y laborales”.
Asimismo, destaca que gracias a la visibilización de esta situación generada por la lucha de las organizaciones sociales, religiosas y comunitarias, en los últimos años se registraron avances significativos en la agenda pública vinculada a la integración de barrios populares. “Sin embargo, durante 2024 se produjo una regresión preocupante en este campo, con el desfinanciamiento de políticas clave y la fragmentación de las acciones tanto a nivel nacional como de los gobiernos locales, que interrumpió procesos de transformación que venían desarrollándose”, plantean.
En ese sentido, Mora agrega: “Producir estos índices da cuenta de la complejidad, porque sintetizan lo que sucede dentro de una casa en un barrio y nos da insumos para cambiar estas realidades, construir en primera persona políticas para vivir más dignamente”.
El informe completo se puede consultar en https://lapoderosa.acij.org.ar/
Fuente: https://canalabierto.com.ar