Último día de campaña: los mismos de siempre, que vienen a prometer lo que no hicieron

Por Juan Severo
Hoy termina otra campaña vacía, donde los candidatos se pelean por los cargos, no por las ideas.
Una campaña donde abundan las denuncias cruzadas y los silencios cómplices. Porque mañana, gane quien gane, muchos de esos que hoy se gritan en los medios, volverán a abrazarse para repartirse los espacios de poder.
Y mientras tanto, ¿quién habla del pueblo? ¿Quién defiende a los jubilados, a los trabajadores, a los que viven con lo justo?
Muchos de esos mismos diputados que hoy piden mejoras para los jubilados se callaron cuando se vetó el 82% móvil por unanimidad de las dos cámaras o la derogación de la ley en el 2019 porque era impagable según el recientemente presidente eso le valió un recorte el 5% de los haberes, a quienes a los jubilados. Nos venden el brillo de los mismos espejitos de colores… y nosotros, cansados pero esperanzados, volvemos a creer pensando por ahí esta vez es verdad. La timba financiera sigue girando: entran dólares por un lado y se fugan por el otro y como dijo el presidente, el “rescate” del Tesoro de Estados Unidos parece hecho para salvar a los argentinos… pero es solo para beneficiar a los amigos del poder.
El resto, el pueblo, paga la fiesta.
Como escribió Carlos Ramón Fernández, con su sabiduría popular:
“A ver, señor diputado, ¿qué le ha pasado,
que se olvidó del bendito pueblo obrero
que usted en campaña siempre nombró?”
Tengo mis hijos pidiendoQue por la calle siempre se venY usted se aumentó la dietaY yo a la dieta la hago muy bien
¿Qué te ha pasado justicia?Si por ser pobre a mí me pegásY el que se llevó la plataAnda de joda y en libertad
Palabras simples, cargadas de verdad. Porque hoy muchos candidatos dan lástima: sin ideas, sin convicciones, refugiados en aparatos partidarios que solo buscan asegurar bancas y lo peor es que muchos de ellos llegarán al Congreso, desgraciadamente, para el país y para la democracia.
La traición a la representación popular
La Constitución Nacional es clara: los diputados deben defender los intereses del pueblo, no del partido que los llevó hasta la banca pero eso parece haberse olvidado. Con Massa, el “plan platita” fue la herramienta para comprar tiempo.
Con Milei, el “plan rescate” busca lo mismo: maquillar el fracaso económico con deuda extranjera.
Hay que reconocerlo: Milei en campaña no mintió, prometió destruir el Estado desde adentro, y lo está cumpliendo.
Prometió dolarizar, y terminó “pesificando” a los Estados Unidos con este verso de que nos compran los pesos para salvarnos.
La nueva entrega disfrazada de salvataje, el “salvataje” preelectoral de los 20 mil millones de dólares conseguidos en Washington no es ayuda: es entrega. Es hipotecar la soberanía nacional para ganar tiempo político. Y lo más grave compromete el futuro de varias generaciones enteras.
Estados Unidos siempre vio a la Argentina como un competidor.
Nuestro país tiene potencial agrícola, energético, minero y científico.
Y cada vez que intentó desarrollarse, el poder global se encargó de frenarlo.
Lo triste es que nuestros gobiernos fueron —y son— socios de esa entrega.
Mientras Trump protege sus industrias con aranceles, aquí abrimos las importaciones, destruyendo fábricas y empleos.
Y lo hacemos en nombre de una “libertad” que solo sirve a los grandes grupos económicos, nunca al pueblo.
Deuda, mentira y miseria
Los gobiernos anteriores nos endeudaron; este, directamente, condena a las generaciones futuras.
20 mil millones del FMI, otros 20 del Tesoro norteamericano, y ahora otros 20 más. Una cadena de endeudamiento que solo demuestra una cosa: el fracaso total de la política económica de Milei.
El hombre que decía que podía hacer crecer al país “con plata o sin plata” terminó siendo otro vendedor de espejitos, confundiendo soberanía con servilismo.
No alcanza con indignarse, hay que organizarse, participar y construir una alternativa desde abajo.
Porque la política no puede seguir siendo un negocio de pocos: tiene que volver a ser una herramienta del pueblo, trabajador, el jubilado, el estudiante, el pequeño productor: todos tenemos que ser parte de la reconstrucción de la Argentina.
Como decía el Pampa Larralde:
“Mil ejemplos da la vida, para el que los quiera tomar.”
Y este es el momento de tomarlos.
Porque la patria no se vende.
La patria se defiende.



