Coherencia: Bullrich homenajea a genocidas represores de obreros y luchadores
La ministra repuso el nombre de Ramón Falcón a la Escuela de Cadetes de la Policía Federal y sobreactuó enalteciendo al jefe de la Triple A Alberto Villar, un comisario genocida al que nadie se había atrevido a reivindicar. Aquí sus biografías.

1974, Villar es convocado por López Rega o por Perón, según distintas fuentes, para asumir como vicejefe de la Policía Federal. Al poco tiempo es ascendido a Comisario General y nombrado al frente de la fuerza. También asume el control en las sombras de la Triple A. Particularmente se lo vincula al asesinato del abogado de presos políticos y diputado nacional del peronismo Rodolfo Ortega Peña, en julio de 1974, y a la represión salvaje en su sepelio en la Chacarita, en la cual fueron detenidas 400 personas.

Cabe recordar que en 2006, el juez federal Norberto Oyarbide falló que los crímenes cometidos por la AAA eran considerados de lesa humanidad y, por lo tanto, imprescriptibles. En 2008, esta decisión fue confirmada por la Cámara de Casación Federal. Varios procesos, en este momento, están juzgando a responsables de delitos cometidos por esta organización paraestatal.
El “Perro”

El coronel Ramón Falcón nomina a una de las calles más largas de la ciudad que corre paralela a la avenida Rivadavia en su lado sur -su nombre es usualmente tapado con el de su ajusticiador Simón Radowitzky-, y fue el primer cadete del Colegio Militar de la Nación, en 1870, durante la presidencia de Sarmiento.
Combatió en la Campaña del Desierto comandada por Julio “Asesino” Roca y en 1898 se retiró con el grado de coronel. Luego fue elegido diputado nacional y en 1906 el presidente José Figueroa Alcorta lo nombró al frente de la Policía de la Capital.
Su bautismo de fuego en la fuerza lo tuvo el 1º de mayo de ese año cuando lanzó a 120 “cosacos” a caballo que dispararon sus armas contra civiles desarmados, sembrando la avenida de muertos y heridos.
En 1907, durante la Huelga de Inquilinos, tambien conocida como la “huelga de las escobas”, Falcón estuvo al frente de la represión y los desalojos. Las familias trabajadoras de los conventillos se negaban a pagar los aumentos unilaterales de los alquileres. Utilizando el cuerpo de bomberos, en pleno invierno, arrojaba agua helada a las familias para desbaratar los piquetes y vaciar las casas. En esta represión tampoco ahorró sangre obrera.
El 1º de mayo de 1909, la manifestación convocada por los anarquistas de la FORA en Plaza Lorea es reprimida con un saldo de 11 muertos y más de 105 heridos, con un total de 70 personas fallecidas con el correr de los días.
Las organizaciones obreras convocaron a la huelga general y decidiron mantenerla hasta que Falcón renunciara. Lejos de ello, el “perro” lanzó una cruenta represión sobre la movilización de más de 60 mil personas -comparable a una marcha de 500 mil en estos días- que arrebata los féretros a la multitud para evitar el cortejo y rechaza a balazos a los que conseguían llegar a la Chacarita.
Los locales partidarios y sindicales y los de los diarios La Vanguardia (socialista) y La Protesta (anarquista) son clausurados y sus talleres incendiados por patotas nacionalistas de civiles y policías de fajina.
Los sucesos de estos días son conocidos como la Semana Roja. Pese a la presión obrera, Falcón no es desplazado ni renuncia.
Seis meses después de estos acontecimientos, el 14 de noviembre de 1909, Falcón regresaba del funeral de otro policía, acompañado por su secretario Juan Alberto Lartigau. En la esquina de Quintana y Callao, el joven anarquista Simón Radowitzky arroja una bomba casera contra el carruaje en que viajaban los federales. El artefacto estalla entre las piernas de Falcón quien muere horas más tarde.
El ajusticiador, por tener 17 años, se libró del fusilamiento y estuvo en prisión hasta que en 1929 recuperó la libertad, indultado por el presidente Hipólito Yrigoyen.
Fuente: https://canalabierto.com.ar
				


