Cultura

Harper Lee, el arte de decir lo justo

La autora estadounidense publicó “Matar a un ruiseñor” ("To Kill a Mockingbird") y causó un gran impacto en la sociedad norteamericana. El libro fue considerado un alegato antirracista. Tras el éxito, la escritora vivió en el ostracismo. Murió en un hogar para ancianos en 2016, a los 89 años.

Harper Lee fue un modelo de discreción y talento. Las luces y las veleidades de la fama nunca le interesaron. Porque a pesar del éxito fulminante que fue su primer libro, “Matar a ruiseñor”, pasó el resto de su vida alejada de las multitudes. Más de 50 años después, publicó su segundo libro.

Lee nació el 28 de abril de 1926 en Monroeville, Alabama, Estados Unidos. Y murió mientras dormía en una residencia para ancianos en el mismo pueblo en 2016, a los 89 años.

Antes de ser conocida, vendía pasajes en una agencia de turismo y no se tenía mucha fe como escritora. Durante años no había publicado nada hasta que irrumpió en el cielo literario como una estrella fugaz, pero con una estela eterna.  En términos futbolísticos, fue el gol de Maradona a los ingleses.

Haper Lee en una de sus pocas apariciones públicas.

En 1960 salió “Matar a un ruiseñor”, y fue un suceso de ventas. Al boom le sobrevino la consiguiente versión en cine con Gregory Peck, quien ganó el Oscar, y un joven Robert Duval. Según los diarios de la época, la novela vendió 30 millones de ejemplares y en la Biblioteca Pública de New York es uno de los libros más solicitados.

Se leyó en medio de un creciente movimiento social en pos de darles derechos y voz a la comunidad negra de Estados Unidos. La historia es un alegato contra el racismo que transcurre en los años de la Gran Depresión en un pueblo del sur norteamericano.

El chivo expiatorio

El abogado Atticus Finch, el vecino más respetado de  la comunidad, defiende a un hombre negro que es acusado sin pruebas de haber violado a una mujer blanca. Esta acción de Atticus provoca el rechazo de la comunidad, pero pese a ello sigue hasta el final como defensor del acusado. La batalla estaba perdida de antemano.

El prejuicio le ganó a la verdad. La comunidad quería un chivo expiatorio y si el acusado era o no culpable importaba poco. Esa situación explica el título del libro: “Matar a un ruiseñor” significa que no hay que atacar a los débiles, a los inocentes.

Vaya un párrafo del libro para que quede claro: «Los ruiseñores no se dedican a otra cosa que a cantar para alegrarnos. No devoran los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen nada más que derramar el corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar un ruiseñor».

La perspectiva

Harper tuvo la particularidad de narrar desde el punto de vista de una niña llamada Scout Finch, hija del abogado, un padre viudo y bondadoso que cría en soledad a sus hijos. La pequeña Scout se parece a la misma autora, y otro de los personajes, un compañero de juegos de la cuadra, está inspirado en Truman Capote, amigo de la infancia de Harper.

Capote se crio en Alabama y eran vecinos. Desde esos tiempos se armó una relación fraternal que los llevó a ambos a trabajar juntos, ella como asistente en la investigación del crimen de la familia de granjeros que inspiró el libro “A sangre fría”, la novela que consagró a Capote. Luego, la amistad se rompió.

Meses antes de la muerte de Lee se había publicado “Ve, y pon un centinela”, considerada una secuela de “Matar…” La noticia del fallecimiento significó  una sorpresa para muchos lectores que habían congelado su recuerdo de la escritora, atrás en el tiempo.

Esa misterio de Lee, que hasta se vio cuando recibió La Medalla de Libertad de manos del presidente George Bush, llevó a que le preguntaran el motivo de no hablar en público. Ella respondió que todo lo que tenía que decir ya lo había dicho en su obra.

Pese a que quisieron cancelar la novela por ¿racista?, la belleza de su prosa la hacen inolvidable y única, como el canto de un ruiseñor en libertad.

Fuente: https://www.el1digital.com.ar

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