“Adiós Sui Generis”, medio siglo después
Charly García y Nito Mestre se despidieron con dos recitales en la mayor convocatoria del rock nacional hasta ese momento. “El Luna Park fue como un bunker en donde en vez de reinar la represión y la violencia hubo un clima de fiesta”, recuerda Bebe Kamin.

Publicado 05/09/2025
Por Manuel Rodríguez | El 5 de septiembre de 1975, Charly (entonces Charlie) García y Nito Mestre ponían el punto final a Sui Generis con una fecha doble en el estadio Luna Park. Además de lo que implicaba que el público porteño vería por última vez al número más convocante del rock nacional, era la primera vez que un concierto de un único artista generaba una convocatoria de semejante alcance.
Además de los conciertos, la noche de la que se cumple medio siglo dejaría dos producciones que funcionaría como legado y registro en vivo del grupo: por un lado un disco doble (que en los 90 contaría con una tercera parte) y por el otro una película. Ambas llevan el mismo nombre: Adiós Sui Géneris.
“Veníamos de hacerlo en Córdoba, hicimos cuatro funciones en el Teatro Colonial de Rosario que era muy chiquito y ahí ya nos llamaba la atención. Cuando nos enteramos que se vendieron un mes antes las 15 000 de entradas pensamos `hay que prepararse´”, recordó Juan Rodríguez, el baterista que completaba la formación junto al bajista Rinaldo Rafanelli, en una entrevista concedida a Radio Estación Sur de La Plata en 2015, al cumplirse 40 años de la noche.
“Estuvimos un mes ensayando todos los días, todos los temas. Teníamos aparte el training porque veníamos de tocar. El ensayo era terrible, pero tenía que ser así. Todo tenía que salir sin ningún problema”, agregó el músico, quien aclaró que ese mecanismo de relojería sólo dejaba por fuera “lo que aparecía en el escenario y las locuras de cada uno. Era lo único que no sabíamos lo que iba a pasar”.
Rodríguez compartió la sensación que el grupo tuvo al salir al escenario del Luna Park: “Al ver esa cantidad de gente nos volvimos y dijimos, «Ah, la mierda, ¿qué pasó acá?» Y después teníamos ganas de tocar más tiempo. Tal es así que estuvimos 15 minutos descansando para la segunda función. Nada de relax ni de espera, ya teníamos ganas de salir a tocar otra vez. No podíamos esperar que entrara la gente que estaba afuera para la segunda función, porque aparte creo que llovía creo”.
Faltaban unos meses para el golpe de Estado que daría inicio a la dictadura cívica militar responsable del genocidio que vivió Argentina, pero el clima opresivo de violencia política ya estaba instalado desde el gobierno de Isabel Martínez de Perón, con las patotas de la Triple A operando.
“Fue una de las épocas más duras que yo viví personalmente”, recuerda Bebe Kamín, director de Adiós Sui Generis, película que registró el evento y se estrenó un año más tarde en diálogo con Canal Abierto.
“Pero entrando al Luna Park, uno respiraba otro clima. Era como si fuera una especie de búnker en donde en vez de reinar la represión y la violencia, poco a poco se fue contagiando un clima de fiesta”, agrega.
La película surgió por iniciativa de Jorge Alvarez mítico gestor cultural, primero desde la editorial que llevó su nombre y fue responsable, entre otros mojones de las primera ediciones de Operación masacre de Rodolfo Walsh y de las compilaciones de las tiras de Mafalda, y luego desde la industria discográfica, siendo el responsable de las grabaciones de Sui Generis.
Alvarez era un personaje vinculado con el mundo cultural, y acudió a Leopoldo Torre Nilson para consultarlo por la posibilidad de que el evento tuviera una versión cinematográfica. El director de La mano en la trampa y La casa del ángel recurrió a Kamin, un joven colega que había trabajado como sonidista en algunas de sus películas y contaba con una película como director, El búho.
“Torre Nilson reunió a todo su equipo anuncia y dijo que había para hacer una película, pero que había que hacerla en un día. Entonces, nos cuenta de que se trataba de filmar un concierto de despedida de un grupo se llamaba Sui Generis, que se iba a desarrollar en el Luna Park y demás. Ahí me da la responsabilidad para hacerlo. Para mí fue una sorpresa muy agradable porque yo ya había filmado un largometraje y él consideró que yo era apto como para enfrentar esa ese desafío”, señala Kamín.
Un dato curioso es que el director no tenía mayor conocimiento de la música del grupo. “Yo pertenezco a otra generación. En realidad, esa música era parte de la cultura adolescente de ese momento. Yo tenía 32 años, así que me tuve que poner al tanto de qué se trataba. Cuando la escuché, me sedujo bastante la música”, explica.
Además de los momentos del recital, en Adiós Sui Generis hay pequeñas piezas ficcionales, que toman a los músicos fuera del contexto del evento, en algunas caracterizados. Una de estas escenas cuenta con la participación de las hermanas Norma y Mimí Pons.
“Mi idea no era hacer una película que registre nada más que el recital, sino darle un sentido en términos más documentales. Me me interesaba mostrar la relación entre el grupo y el público. Por eso distribuí las cámaras de tal manera que puedan registrar por un lado a Charlie, a Nito, a Rinaldo y a Juan, pero por otro lado había cámaras que en ciertas canciones también se dedicaran a registrar las reacciones del público que tenía”, relata Kamin.
“Sin embargo, a pesar de todas esas prevenciones, una vez terminado el rodaje, me encontré que el material que había no era suficiente para llegar a un largometraje. Le solicité Torre Nilson poder grabar un material que complete el metraje y ahí surgió la idea de hacer la inserción de otros temas y que estaban en el concierto, pero que iban a tener imágenes este filmadas especialmente”, agrega.
Un hada, un cisne es el tema más largo, al punto que en la versión long play del disco, ocupa todo un lado. “Se preparó como para vivo. Charlie y Nito nos querían dejar mostrar lo que tocábamos nosotros en ese tema y daba para hacer esos solos largos. Es algo que en esa época se solía hacer, meter solos de instrumentos y hora se perdió un poco”, aportó Rodríguez.
En ese momento aparecen dos de estas dramatizaciones: Nito Mestre nadando y un García caracterizado como vampiro. “Me llegó la idea de que a Charlie le gustaría hacer el rol del vampiro. Y entonces, hicimos ese momento de la película disfrazándolo y teniendo algún tipo de efecto como para ilustrarlo. Lo mismo sucede con Nito, pero con el agua como parte del tema, que corresponde al cisne”, aporta Kamín.
La otra pieza es una suerte de videoclip sobre Mr. Jones o pequeña semblanza de una familia tipo americana, donde los integrantes del grupo aparecen caracterizados como una familia tipo en plena cena. El evento gastronómico consiste en la ingesta de pollo tomado con las manos y vino tomado del pico de la botella.
“Fue una idea que yo tuve porque un poco la letra y el tema de la canción refiere irónicamente a una familia muy normal, se me ocurrió que una familia se reúne alrededor de una mesa. Esa fue mi propuesta y que esa reunión tuviera algún tema que pudiera llegar a ser interesante. Y fueron los mismos músicos los que poco a poco reinterpretaron eso en lo que se ve en el spot”, cuenta Kamín.
Rodríguez también tiene un recuerdo de aquel momento, y lo dejó plasmada en esa vieja entrevista, una década atrás. “Teníamos que hacer toma tomando una botella de vino y comiendo un pollo. Pero como no teníamos experiencia como actores, se repitieron como 10 tomas: O sea, 10 tomas tomando vino eran y 10 pollos. Terminamos todos en pedo. Fue muy cómico y aparte muy lindo, porque salió todo muy natural”, expuso el baterista.
Además de los nombrea de García, Mestre, Alvarez, Kamin y Torre Nilsson, el equipo de producción contó con la participación como camarógrafo de Raymundo Gleyzer, cineasta integrante de Cine Liberación, colectivo audiovisual militante. Meses después, el 27 de mayo de 1976, Gleyzer pasaría a engrosar la lista de desaparecidos de la dictadura.
“Yo a Raymundo lo conocía desde hacía mucho tiempo. El fue el camarógrafo de mi primer película, El Búho. Eramos bastante amigos y nos veíamos en el medio cinematográfico. Pero además de eso, era un excelente camarógrafo y un excelente director de fotografía también. Él hacía sus propias intervenciones en las películas que filmó. O sea, un tipo de mucha experiencia”, cuenta Kamín.
“Lo convoqué simplemente porque me parecía ideal tenerlo a Raymundo como uno de los arietes, uno del mis asesores y técnico, digamos, que iba a mejorar la performance que íbamos a tener dentro del estadio. Cada vez que me viene a la memoria hay como un sentimiento de respeto, homenaje y mucha tristeza por su destino”, agrega.
Al momento del estreno, en el país ya reinaba el horror de la dictadura militar. Y, tal como el último disco de estudio del grupo, la película fue carne de la censura por parte del Ente de Calificación a cargo de Miguel Paulino Tato.
El cineasta relata que “en un principio la película fue prohibida. Hubo gestiones de toda naturaleza para poder revertir esa situación absurda, porque era una película musical que no tenía nada que pudiera llegar a ser censurable. Finalmente, ante nuestro reclamo, se habilitó, pero prohibida para menores de 18 años. Era un poco absurdo porque toda la concurrencia en el Luna Park eran adolescentes, Si había algunos de los de más de 18 era una niña señoría casi imperceptible. Se prohibía la película a su público natural”
A modo de conclusión, el realizador destaca la visión de Jorge Alvarez como productor. “Fue el que tuvo la iniciativa de ir, convocar a Torre Nilsson, a quien conocía perfectamente, y proponerle filmar el concierto. Jorge fue algo así como el productor artístico que tuvo la película. Además de haber convocado a Norma y Mimi Pons y haber estado presente en todos los momentos de rodaje. La verdad que merece ser reconocido como el gestor de este fenómeno”, concluye Kamin.
Fuente: https://canalabierto.com.ar