De que se trata

ANTE UN MUNDO CAMBIANTE, SOSTENER LA VIGENCIA DEL OBJETIVO DE DESARROLLO CON EQUIDAD

El Plan Fénix nació hace más de 20 años, en busca de alternativas a un modelo económico centrado en la convertibilidad y el retiro del Estado, que condujo al desempleo y la pauperización de amplios sectores de la sociedad y a la postre a una catastrófica caída del nivel de actividad. Esta búsqueda sigue vigente hoy día.

| Por Cátedra Abierta Plan Fénix |

Se demanda delinear posibles nuevos escenarios alternativos a nivel internacional, a fin de establecer los cursos de acción compatibles con una estrategia de desarrollo nacional; a nuestro juicio, el Estado debe constituirse como eje articulador, máxime en un contexto internacional de tanta complejidad.

Somos conscientes de que esta propuesta aparece en un momento en que con mucha fuerza se plantean Estados minimalistas y prescindentes y se antagonizan conceptos como Estado y mercado, Estado e individuo, y Estado y libertad. Pero este antagonismo es falso; Estado y mercado se complementan y potencian. Es el Estado el que brinda el ordenamiento para que el mercado se desarrolle en un campo de juego equitativo y eficiente, evitando despilfarros y posiciones dominantes de corporaciones. Pero además, es el Estado el que produce la legislación que asegura la vigencia de los derechos individuales y protege al consumidor de malas prácticas comerciales y en la calidad y precio de productos y servicios. Por último, y no por eso menos importante, es el Estado el que garantiza la libertad para que todas y todos la vivan.

La Argentina y el mundo se enfrentan a un cambio de época. Así lo sugiere un abanico diverso de fenómenos: las recientes guerras; los fenómenos climáticos; las tendencias políticas internacionales (con el creciente número de gobiernos o movimientos de derecha radicalizada); el posible fin del unilateralismo, reemplazado por el bilateralismo o multilateralismo en la gobernabilidad mundial. El acontecer se ve atravesado por las agendas de los países de ingresos altos y sus políticas, los acuerdos diplomáticos en los organismos internacionales, el comercio y los precios internacionales, los flujos de capitales y de inversiones, el financiamiento la tecnología en todas sus formas, y nuevos actores.

Se abre así una nueva fase de un proceso de globalización, que ha sido y es para muchos la americanización (por Estados Unidos) u occidentalización del mundo. El mismo reconoce su origen en la colonización europea de tres continentes luego del arribo de Colón a lo que posteriormente se denominó América. Tuvo su cenit más reciente con la caída del Muro de Berlín, un fenómeno que impactó en los países del este de Europa, donde sobresale la disgregación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Al mismo tiempo, comenzó la emergencia de China como potencia. Al comienzo de este siglo sucedió el 11S a casi 30 años de otro día negro, el golpe militar en Chile, con sus posteriores consecuencias para la Argentina y otros países de América Latina. En la primera década se produce la crisis financiera del Atlántico Norte y a los pocos años la crisis de deuda en Europa meridional. La pandemia del Covid-19 pone al mundo en suspensión y apenas comienza a salirse con grandes costos de la misma, sucede la guerra de Ucrania y sus consecuencias económicas y políticas mundiales.

Asimismo, el contexto internacional demanda una mirada desde un prisma que prescinda de perspectivas ideologizadas en torno de oposiciones entre amigos y enemigos, y se centre en los intereses permanentes del país y de sus habitantes, lo posible o deseable vs. lo imposible. La otra vía nos llevará a inútiles y costosas confrontaciones con numerosos países; la no-injerencia en asuntos internos de otros países debe ser la norma.

La agenda económica mundial presenta las complejidades propias de esta época, a la que se suman las especificidades argentinas.

En relación al comercio internacional, nuestro país no define los precios de los productos que vende al exterior ni los productos mismos, por el contrario, se toman los precios dados internacionalmente, ya sea que suban o que bajen, se tienen que aceptar, y también, generalmente, se debe aceptar lo que otros países quieran comprarnos y las restricciones que impongan a nuestros productos o servicios; muchos de ellos solo nos compran materias primas y no aceptan que estas tengan prácticamente ningún valor agregado ni quieren comprar productos industriales. El flujo de servicios informáticos entre países es un tema complejo de valuar y regular. Actualmente, con las restricciones y sanciones y la configuración de bloques comerciales se pone en peligro el significado mismo de comercio internacional.

Los movimientos de capitales y las inversiones internacionales dependen de las políticas de los países de ingresos altos. Son centrales las ventajas que puedan obtener respecto de materias primas o en la producción de bienes en otros países, para saltar barreras aduaneras, para mejorar su competitividad internacional, o para competir con otras corporaciones. Los movimientos de beneficios entre países para potenciar la evasión o elusión impositiva llevan a la movilización de inversiones especulativas de corto plazo que distorsionan los tipos de cambio y concentran ingresos y riqueza a nivel mundial desatendiendo las necesidades de la gente y los grandes retos de la humanidad.

Del mismo modo, con respecto al financiamiento, no imponemos mayormente tasas de interés ni plazos ni condiciones financieras de la deuda que se toma, ya sea por parte del sector público o privado. Por el contrario, el país tiene que aceptar condiciones y, como en el caso del FMI, condicionalidades de política económica y techos máximos y pisos mínimos a determinadas variables, como el nivel de déficit primario en el primer caso o el nivel de reservas en el segundo.

Este contexto se ve afectado además por los movimientos que se observan en el plano de las hegemonías, movimientos que preconizan, como dijimos, un cambio de época. Enfrentarlo en forma eficaz demanda una política exterior pragmática y sensible a las particularidades de cada coyuntura. Pero requiere también claridad acerca de los objetivos que nuestro país debe perseguir.

Una vez más, la tarea de formular una trayectoria económica y social de desarrollo con equidad es el imperativo de la hora. Es necesario que nuestras dirigencias cobren conciencia de que solo la formulación y el despliegue de un proyecto con ese propósito permitirán enfrentar los complejos desafíos del presente, tanto internos como externos.

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