De que se trata

Batalla cultural: La conquista de Francisco y el relato de Milei

El presidente participará hoy del funeral del papa. De un lado, la inmensidad de un legado que solo la historia podrá mensurar. Del otro, alguien que le reza a Mercado Libre. La crítica a la “cultura de la exclusión” vs. la deuda con el FMI. Dos argentinos en Roma.

Por Federico Chechele | De todas las imágenes que nos dejaron las más de 250 mil personas que despidieron al Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, se destaca la de la monja Genevieve Jeanningros, sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas secuestradas en la última dictadura argentina, que pasó por encima del protocolo del Vaticano y se quedó mirando entre lágrimas el cuerpo de su amigo.

En el año 1977 el genocida Alfredo Astiz se infiltró en la iglesia Santa Cruz de los Pasionistas en San Cristóbal entre personas que comenzaban a reunirse para reclamar por sus familiares desaparecidos. A fines de ese año fueron secuestradas de ese grupo Azucena Villaflor de De Vicenti, Mari Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga, fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, y las religiosas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. En el año 2005 el Equipo Argentino de Antropología Forense encontró los restos de Duquet que estaban enterrados en una fosa común tras ser devueltos por el Río de la Plata. Previamente habían sido llevadas a la ESMA y luego arrojadas al río en los denominados “vuelos de la muerte”.

Así, de pie y detenida en el tiempo, sin importar los protocolos, la sobrina de la monja francesa despidió al Papa argentino con la rebeldía que Francisco pregonaba, con el compromiso de la historia. Desobedeciendo.

Por su parte, Javier Milei llegó tarde a Roma y se perdió el último adiós al Sumo Pontífice. El mandatario argentino arribó a la capital italiana cuando estaban por cerrar el féretro pero se fue directo al hotel y no pasó por la Capilla Ardiente. “Son todos brutos”, tuiteó en respuesta a las criticas.

Hoy seguramente veremos a Milei y a toda la comitiva presidencial emocionada y conmovida en lo que será otro momento bíblico que atravesará insospechadamente como jefe de Estado. Sin embargo, lejos de Roma, en tiempos de campaña, el actual Presidente de la Nación decía por entonces que el Papa Francisco es un “zurdo hijo de puta que anda pregonando el comunismo por el mundo, el representante del maligno en la casa de Dios”. Es muy difícil analizar esa frase bajo la investidura que hoy representa, pero más difícil es pensar que una persona que se manifiesta de esa manera en pocos meses cambie de opinión. Ni la política, que es el arte de lo posible, se permite tal pirueta.

Consta en los libertarios otro dato aún más llamativo, por lo absurdo, para tratar de entender cómo piensa la gente que gobierna este país. El líder espiritual e ideológico del presidente es Alberto Benegas Lynch (p), quien, en medio de la euforia previa al discurso de cierre de campaña de Milei en el estadio Movistar Arena, dijo: “Por consideración y respeto a mi religión católica creo que habría que imitar lo que hizo el presidente Roca y suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano mientras allí prime el espíritu totalitario”. En el video, que se encuentra fácilmente, se escuchan los gritos y aplausos de cientos de concurrentes. Alberto Benegas Lynch es quien lidera el pensamiento de la escuela austríaca, el think tank presidencial.

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No se trata de diferenciar el abismo que hay entre Francisco y Milei, sino lograr entender lo que hizo uno e intenta el otro. La batalla cultural que genera pensamiento e ideas que después, bien o mal, mucho o poco, se traslada a los pueblos. El Papa rompió el asilamiento de la Iglesia Católica, Milei llama mandriles a un sector mayoritario del pueblo que él mismo gobierna. Es el “hagan lío” frente a la vulgaridad de la “adermicina”.

Para quienes no sabemos ni persignarnos, el Papa Francisco fue quien nos sorprendió cuando dijo que “una economía que mata es una economía que pone el dinero por encima de las personas”, el mismo que ya en tiempos de Milei presidente pedía “gastar más en justicia social que en gas pimienta”.

Fue quien denunciaba las mayores crueldades del mundo como las guerras y la falta de distribución de la riqueza y el que escuchaba a quienes no tienen lugar en las estructuras del poder. El que llamó “poetas sociales” a los trabajadores de la economía popular porque con el descarte que juntaban “construían los cimientos de una sociedad más igualitaria, inclusiva y basada en el amor al prójimo”.

Desde la superestructura que representan la Iglesia Católica y el Vaticano, Francisco supo cuestionar con firmeza la peor versión del capitalismo: “Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera, que tienden a ignorar todo contexto y efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente”. Desde el inicio de su papado, Francisco arremetió contra las desigualdades del sistema financiero mundial: “La economía no puede ser esclava de la especulación financiera” porque “se está creando una cultura de exclusión”.

Allá por 2017, Francisco apuntó ante empresarios en el Vaticano la frase que lo termina de sintetizar: acusó al capitalismo de crear “gente descartada” y de “invisibilizar el sufrimiento”, y no dudó en pronunciarse contra la deuda externa que, en sus palabras, “se ha convertido en un instrumento de control”.

El contrapunto fue la decisión de volver al Fondo Monetario Internacional por parte de Milei. Entregado los dólares, la propia titular del FMI, Kristalina Georgieva, esta semana se metió en la campaña electoral de nuestro país y respaldó al Gobierno al pedir que “la voluntad de cambio no se descarrile” en octubre. Ante el revuelo que produjo tal declaración, al día siguiente la funcionaria se desdijo. Tarde.

Nunca se había expuesto tan obscenamente la postura de los Estados Unidos en la interna electoral de un país para llegar a requerir el voto. La apuesta de Trump es fuerte, el préstamo es electoral y las condiciones (reforma laboral y previsional), brutales. Esta es la batalla cultural de Milei, un vasallismo ilustrado.

Es más, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, aseguró que la Casa Blanca podría otorgarle al gobierno argentino una línea de crédito en caso de que hubiera un shock internacional en el marco de la guerra comercial entre su país y China. A simple vista, la decisión de ir en búsqueda de más dinero expone claramente que los números no están tan bien como el Gobierno intenta mostrar.

Esta semana se cumplieron 500 días de la gestión de Milei y el relato se derrama día a día. Desde diciembre de 2023 a hoy los datos muestran una caída en el PBI, en los salarios, en el empleo registrado y en la producción y la inflación acumulada llega al 196% y en aumento. Como respuesta a la continua caída del consumo que registran los supermercados, el Presidente dijo esta semana que la gente compra sus alimentos en Mercado Libre y que habría que chequear esos balances para graficar la realidad de la Argentina. Un disparate que da vergüenza transcribir.

Esta es la brutalidad que quiere imponer el Gobierno. Su batalla cultural no son los “mandriles”. Idean una Argentina al descubierto, sin protección, individualista y para pocos. El país de la falta de consensos, sin soberanía, el del “ajuste más grande la historia de la humanidad” que llevan adelante las “personas de bien”. Una trompada a la esperanza de la gente.

Sin embargo, es tan abrumadora la batalla que libró Francisco que antes de partir hacia Roma, Milei tuvo que afirmar que “Jorge Bergoglio ha sido el argentino más importante de la historia”. Terminó siendo más papista que el Papa. Perdió.

Federico Chechele en X: @fedechechele

 

 

Fuente: https://canalabierto.com.ar

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