Bienvenida esperanza: El Frente Amplio y su nuevo Gobierno en Uruguay
El sábado asumió Yamandú Orsi como presidente. El FA recuperó el gobierno luego de un periodo en la oposición. La contienda electoral de 2024 no alcanza para entender este triunfo, hay que remitirse al análisis de lo que fue la gestión de Lacalle Pou.
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Por Natalia Carrau | “Defender la alegría como una trinchera. Defenderla del escándalo y la rutina. De la miseria y los miserables, de las ausencias transitorias y las definitivas”.
Este extracto del poema de Mario Benedetti alude a una etapa cruel y nefasta de una historia compartida en el cono sur y en América Latina: las dictaduras cívico-militares enmarcadas en el Plan Condor. El texto, especialmente la frase “defender la alegría como trinchera”, resuena en la izquierda uruguaya y se volvió una consigna -escudo frente al desánimo cuando a fines de 2019, el Frente Amplio (FA) pierde las elecciones luego de 3 ciclos de gobierno nacional consecutivos. El gobierno de derecha de la Coalición Republicana (integrada por el Partido Nacional, el Partido Colorado, el Partido Independiente, Cabildo Abierto y otros partidos menores), encabezada por Luis Lacalle Pou, no pasó sin dejar marcas en las condiciones de vida del pueblo uruguayo y en la institucionalidad democrática. Para el FA, que venía de tres periodos ocupando el Ejecutivo nacional y varias administraciones departamentales, fue un volver a aprender a ser oposición en un mundo y región convulsionados.
Ejercer la oposición sirvió también como proceso de renovación para la coalición de izquierda, custodiado por las principales fuerzas sociales del país que no abandonaron el papel de guardián de los avances de los gobiernos de izquierda. El impulso de esa renovación fue traccionado por la necesidad de posicionarse estratégicamente frente a los retrocesos que imponía la derecha en el poder, por los liderazgos que se fueron forjando y consolidando y por las acciones colectivas impulsadas para frenar retrocesos.
El gobierno de Lacalle Pou inicia el 1 de marzo de 2020 y pocos días después se declara la emergencia sanitaria y el cierre de fronteras en el país por la pandemia del COVID-19. El gobierno eligió el principio de la “libertad responsable” para la gestión de la pandemia: sin cuarentena obligatoria ni ingreso universal, con un proyecto político caracterizado por la aplicación de políticas a favor del capital y el lucro, la desprotección generalizada de la población y donde las escuelas fueron lo primero en cerrar y lo último en abrir a pesar de que la actividad privada comercial – shoppings centers como ejemplo emblemático- apenas estuvo cerrada o restringida.
Un indicador muy claro de este periodo fue la multiplicación de iniciativas de ollas y merenderos populares en muchísimos barrios de la capital y en el interior del país. La única respuesta digna y efectiva frente a la pandemia provino del pueblo y de las organizaciones sociales reconociendo una vez más que solo “el pueblo salva al pueblo”.
El control de la pandemia solo fue posible gracias al preexistente y extendido sistema de salud en el país a través del Fondo Nacional de Salud gestado en el primer gobierno del Frente Amplio (2005–2010) y la experiencia histórica del país en cuanto a cobertura inmunológica (vacunas).
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La campaña cuerpo a cuerpo contra la LUC
La Ley de Urgente Consideración (LUC), considerada el buque insignia y la principal acción legislativa del gobierno de Lacalle Pou, fue anunciada de manera sorpresiva un mes después de haber asumido el gobierno, y en medio de la pandemia. Si bien la declaratoria de urgente consideración es un mecanismo previsto en la normativa nacional, su uso fue innecesario y provocador, carente de justificación sobre cuáles asuntos vestían realmente carácter de urgencia. La LUC no incluía un plan de contención a la pandemia. El gobierno optó por un mecanismo de consulta a organizaciones que consistió en 15 escuálidos minutos de recibimiento en el parlamento en algo que se puede calificar de un auténtico monólogo.
Tanto por la forma como por el contenido, organizaciones sociales y políticas, encabezadas por la central sindical uruguaya -Plenario Intersindical de Trabajadores-Convención Nacional de Trabajadores (PIT-CNT), central única del Uruguay-, desplegaron una campaña de recolección de firmas para someter 135 artículos de la LUC al voto de la ciudadanía en un referéndum popular. La recolección de firmas habilitó el referéndum con casi 200 mil firmas más de las requeridas. Si
Si bien el resultado del referéndum no alcanzó para derogar los 135 artículos, el papel de esta campaña, fue sin lugar a dudas, central para entender por qué el FA logra recuperar el gobierno cinco años después. El ejercicio de deliberación, los diferentes liderazgos que se tejieron para que alcanzara su objetivo y la reflexión crítica y autocrítica constante abonaron un camino de escucha primero y retorno después. Esta campaña demuestra el potencial de organización y acción popular y marca las coordenadas de lo que debe hacer una fuerza política de izquierda para disputar el poder y la política.
En perspectiva, el papel de esta campaña fue un acierto táctico y estratégico porque aportó a mantener un canal de comunicación (la salida al territorio con la Comisión pro- referéndum contra 135 artículos de la LUC primero y “El FA te escucha” después) que quedó abierto y abonó para que este triunfo del FA fuese posible. La conducción de Fernando Pereira, presidente del FA y expresidente del PIT-CNT hasta febrero de 2022, fue una pieza clave para que el FA ganara.
La LUC fue apenas una primera muestra del perfil del gobierno de Lacalle Pou. Lo siguieron un corolario de eventos -de bajo y alto perfil- que conforman una trama aún bajo investigación de corrupción, tráfico de influencias, injerencia del narcotráfico, abuso y explotación de menores de edad por parte de figuras públicas del más alto nivel, escucha y vigilancia ilegal y persecución sindical, entre otros. Y aun así, el presidente Lacalle Pou finalizó el mandato con un alto índice de popularidad (alrededor del 50% de la población aprueba su desempeño) y con una promesa de volver en 2030. El fino trabajo de blindaje mediático y de protección de su figura por parte de los principales grupos económicos y medios de comunicación, fue realmente exitoso y nos exige reflexión.
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El FA como herramienta colectiva y popular
En noviembre pasado, el FA gana con 49.5% de los votos sacando una ventaja de unos 100.000 votos, es decir 4 puntos porcentuales más que la Coalición Republicana. En la primera vuelta del 27 de octubre obtuvo la mayoría de la cámara alta con 16 senadores/as. En la cámara bajo ningún partido logró alcanzar la mayoría.
El FA vuelve a tener diferencias marcadas en Montevideo, la capital del país, y en Canelones, el segundo departamento más poblado después de la capital y donde el presidente electo Orsi fue Intendente con amplio respaldo popular. Además, fue mayoría en otros tres departamentos. Aunque estas cifras no necesariamente se pueden trasladar a la contienda electoral municipal que tendrá lugar en mayo 2025, demuestra la capacidad de recuperación que tiene el FA.
Se trata de un partido fuertemente consolidado, que tiene capacidad de crecer, transformarse y reformularse en las derrotas, que cuando vota mal y pierde elecciones no se rompe y logra recuperarse con solvencia y éxito.
El FA también ha sido históricamente una herramienta política unitaria que logra hacer converger diferentes sensibilidades, que tiene disponibilidad para abrir debates internos y aunque esto cueste y tenga fuertes contradicciones, lo logra hacer. Mantiene un activismo político y una capilaridad con sus Comités de Bases, que funcionan de forma permanente y no solo en periodos electorales. Es una herramienta política, colectiva y de base popular. Al respecto de esto, Fernando Pereira, afirmaba:
“Esta construcción colectiva es madre y padre de la victoria, y esta es hija de hombres y mujeres que pusieron la unidad estratégica arriba de la mesa a través de un programa común y un conjunto de principios y valores que nos acompañan hasta hoy.”
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Un periodo de desafíos y turbulencias
Nadie puede negar que el periodo de gobierno que se abre será complejo. A los desafíos y fuertes turbulencias que depara el escenario global y el avance de la extrema derecha, debemos sumarle los propios del contexto regional y nacional. Sobre los últimos, el FA también está atravesando un recambio generacional que en el cortísimo plazo implica prepararse para la despedida de fuertísimos liderazgos, como el de Pepe Mujica. Serán años de consolidar otras referencias políticas que deberán continuar forjando unidad en la diversidad. Hay futuro.
El manejo de la economía sigue siendo un punto de tensión para la izquierda en el gobierno. Las recientes crisis políticas en la región recuerdan la importancia de debatir sobre el tipo de economía que las izquierdas deben forjar, el privilegio de la distribución versus el crecimiento, la transformación de un modelo productivo excluyente e injusto y la necesidad de salvaguardar la vida por encima del lucro.
La cuestión ambiental y el combate a la violencia basada en género, especialmente ciertas formas de explotación y abuso sexual focalizado en infancias y adolescencias son temas que ocupan crecientemente las portadas de diarios en el país aunque fueron grandes ausentes en el debate electoral. El programa del FA y el debate interno y calificado sobre estas cuestiones ofrece diversas pistas a seguir en ambos temas, pero persisten contradicciones, falsas dicotomías y resistencias.
La situación de la seguridad social con una reforma excluyente impuesta por Lacalle Pou será desafío, especialmente el aseguro de un paraguas de protección social robusto en una sociedad envejecida pero también con una clase trabajadora más precarizada. La resolución de estos asuntos serán factores de tensión entre el gobierno, las bases de la fuerza política y los movimientos sociales, especialmente el sindical.
Por último, otro de los grandes ausentes temáticos en la campaña electoral fue la política internacional, lo que será un reto de magnitud singular. El FA se define también por su internacionalismo y apuesta a la integración regional como herramienta para la superación de la primarización y subordinación de nuestras economías al Norte global. La recuperación de una voz en el escenario internacional será determinante para un nuevo gobierno del Frente. Uruguay encuentra su escala en la región, aporta valor agregado a su producción en sus exportaciones regionales, logra acuerdos estratégicos en complementación productiva, de cooperación material y efectiva para los pueblos. La región importa y mucho.
La defensa de la alegría como trinchera es la capacidad del pueblo de defender su triunfo y esperanza. Es defender el valor de la militancia política y de la política en una coyuntura adversa. La noche del 24 de noviembre de 2024, a pesar de la advertencia meteorológica que regía en el país, el pueblo se volcó de manera masiva a las calles a celebrar su alegría, su pública felicidad y la certeza de haber sido un sujeto político determinante para la victoria. También celebró su fuerza social y popular y su propia condición de guardián celoso del cumplimiento del programa político.
Uruguay no vive en un taper, pero sigue siendo un faro tintineando en un momento de la historia donde la extrema derecha está apagando la luz.
Por Natalia Carrau (@NatuCarrau), integrante de REDES-Amigos de la Tierra Uruguay
Fuente: https://canalabierto.com.ar