De que se trata

Cuando debajo de la cáscara se observan problemas muy serios

*Por Jorge Vidal

Generalmente y con razón, la población, la ciudadanía, la que sufrió o sufre los embates de la delincuencia que transforma todo su entorno o hábitat en inseguridad, observa preocupada el desempeño de la fuerza pública que en suerte le tocaron en su zona.

Es una visión superficial y no profunda. Una visión que no va mas allá de lo que ante sus ojos se aprecia. Desalineo, desgano, cansancio, falta de atención y ganas, corrupción, hambre y sueño, uniformes descoloridos coloridos de comandos que contienen un hombre o mujer que no se sienten parte, que no sienten orgullo de “pertenecer” y que solo tienen como función caminar viendo Tik Tok, o WhatsApp, sin saber por qué o para que caminan.

Una consecuente decepción y frustración profesional del hombre policía que entró para servir y no para que se sirvan políticamente de él.

Frustrados como profesionales que no terminan de ser, pueden a decir de los clínicos y psicólogos, comenzar a transitar el camino de la colera, tristeza, ansiedad, ira, molestias varias, y una sensación de vacío que, cuanto mayor sea la barrera que consideran infranqueable para llegar al objetivo que tenían como meta, mayor será la frustración al vestir ese uniforme policial de servidor público con arma a la cintura.

Cualquier policía tiene en claro, lo sabe, aunque no lo piensa ni espera, que en algún momento existe la posibilidad que entregue su vida en “cumplimiento del deber” combatiendo el delito.

Es así como lamentablemente se reciben noticias de uniformados trabajando o fuera de servicio y franco, que caen en cumplimiento de su deber de ser policías las 24 hs.

Pero a este hecho lamentable pero real, en la provincia de Buenos Aires, en las filas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, se le agrega una situación anómala, muy anómala que no sucede en otras fuerzas púbicas de seguridad en cuanto a magnitud y cantidad.

Mueren más policías por mes por su propia mano, suicidio, que por enfrentamientos armados con la delincuencia y el narcotráfico.

Cabe preguntarse muy seriamente ¿Es normal? ¿Hay una condición para que esta tragedia suceda? ¿Existe una responsabilidad de la institución y sus cúpulas dirigentes? Silencios varios, escasas y tardías acciones

¿La cantidad y promedio de suicidios de hombres y mujeres de la bonaerense, que no resiste comparación con ninguna otra fuerza policial, tiene uno o varios responsables en las cúpulas policiales o gubernamentales?

Quizás el hacer ingresar en los últimos años cual manada, a jóvenes que buscando un futuro laboral no entendieron o no se les explicó lo que resulta de ser servidor público. O el choque de creer que ingresaban a una institución ordenada que al menos les daría contención hasta que cual torta en el horno estuvieran “a punto” para caminar la calle, o la observación de la brutal corrupción imperante en la fuerza, de la que se hicieron parte, o no quisieron ser parte, tenga algo o mucho que ver.

Sentirse frustrado, decepcionado, maltratado, encontrando que se le mintió en las promesas recibidas, exigiéndosele un esfuerzo grande con escasa paga, y tener un arma en la cintura para una mente que se siente muy disconforme…es un posible y serio problema.

De las más variadas jerarquías, pero siempre dentro de los más jóvenes, algunos hombres y mujeres de la fuerza policial de Buenos Aires utilizaron sus armas y munición provista para terminar con sus vidas en lugar de utilizarlas para combatir el delito. Un muy buen artículo de la periodista Josefina Lopez Mac Kenzie para Medium.com, ya ponía el ojo sobre esta problemática humana en la fuerza policial.

“A la Bonaerense se le suicidan tres efectivos por meses. Las víctimas este año fueron 37, 11 mujeres y 26 varones. La mayoría, policías muy jóvenes que se disparan con su arma de fuego reglamentaria. También se suicidaron al menos dos policías retirados. Y son constantes las tentativas de suicidio».

Año 2016, 39 suicidios. Año 2017, 30 suicidios. Año 2018, 30 suicidios. Año 2019, 32 suicidios. Año 2020, 18 suicidios. Año 2021, 26 suicidios. Año 2022, 37 suicidios.

Todo en un patrón general. Arma reglamentaria y generalmente francos de servicio, y/o violencia de género entre parejas, noviazgos o matrimonios policiales violentos con necesidades insatisfechas.

Tragedias con seguros responsables. Se suicidó gente que acababa de ingresar a la fuerza: es decir, hay muertes muy pegadas al test psicotécnico que admitió a esas víctimas para que prestaran servicio en la fuerza.

Algo serio está pasando y viene de arrastre desde hace tiempo largo. ¿Hay errores serios en la incorporación, admisión y test psicológicos de los ingresantes a la fuerza? ¿Estamos ante una institución que los políticos y malas cúpulas dejaron que se disgregue y no puede dar soporte ni contención a sus integrantes? Preguntas estas y muchas otras que merecen respuesta de responsables mudos.

El mismo ministro de seguridad Javier Alonso manifestó que “Trabajamos mucho con el consumo de drogas, alcohol y los suicidios entre el personal policial”, sobre todo porque “tener acceso a un arma complica mucho la problemática”.

¿Algo tarde o muy tarde no?

Jorge Luis Vidal, Ph.D
Analista en Inteligencia Delictual
Especialista en gestión de la seguridad pública y lucha contra el Narcotráfico, en Medellín Colombia y Buenos Aires

 

Fuente: https://www.lateclamardelplata.com.ar

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