De que se trata

¿Cuánto cuesta esa “insólita” práctica de menstruar?

El viernes pasado Cúneo Libarona anunció la eliminación de 13 programas de Género y puso en primer lugar al de entrega de toallitas, en un intento por ridiculizarlo. En Argentina, 12 millones menstrúan y poder acceder o no a estos artículos es un factor más de desigualdad.

Redacción Canal Abierto | El viernes pasado, el ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona anunció la eliminación de 13 programas destinados a prevenir la violencia de Género, acompañar a las víctimas y familiares, y combatir las desigualdades, a los que consideró “ideológicos” y desestimó por la misma razón: por ser “creados por el kirchnerismo”.

En el listado incluyó al de “Acceso a derechos para personas travestis, transexuales y transgénero”, el de “dispositivos territoriales de protección integral de personas en contexto de violencia por motivos de género”, y el de “apoyo urgente y la asistencia integral inmediata ante casos de violencias extremas por motivos de género”. Ya los títulos de los programas dan cuenta de la gravedad de su desmantelamiento, un accionar que por supuesto no comenzó ahora.

En el primer lugar de la lista, el titular de Justicia ubicó al programa MenstruAR, creado en 2023 para garantizar el acceso igualitario a la gestión menstrual y que entre sus medidas preveía la entrega de copas menstruales y toallitas. Para justificar su anulación, Cúneo Libarona dijo que el plan era “insólito”, a pesar de que son 12 millones las personas que menstrúan en Argentina y de que el acceso a artículo como toallitas, copas menstruales o tampones constituye “un factor de desigualdad” que afecta “especialmente” a aquellas personas con menores ingresos, mayores niveles de precariedad laboral, desempleo y pobreza.

Así lo demostraban UNICEF y la suprimida Dirección de Economía, Igualdad y Género de la Nación, en 2023, en un informe en el que realizaban una estimación de “el costo de menstruar” tomando como base los precios de toallitas y tampones, y considerando que durante cada uno de los 13 ciclos que una persona tiene en un año se utilizan 22 de estos productos.

Para dimensionar el esfuerzo extra que implica este gasto, también se lo comparaba con distintos indicadores económicos, lo que arrojaba que, por ejemplo, el costo de las toallitas necesarias para cubrir los ciclos representaba –en junio de ese año- casi el 6% del ingreso promedio de las personas de menores ingresos, o el 3,07% de la canasta básica alimentaria de ese momento.

El informe ponía el acento en algo que parece una obviedad: las complicaciones a la vida cotidiana que traen aparejadas las barreras en el acceso a estos productos. “Concretamente, estas dificultades pueden tener un impacto significativo en la salud, la educación y el trabajo, ya que aquellas personas que no pueden acceder a una gestión menstrual adecuada se ven obligadas a ausentarse de la escuela o del trabajo, abandonar actividades deportivas o recreativas y, en algunos casos, recurrir a alternativas perjudiciales para su salud”, subrayaban desde UNICEF.

El dato más actual sobre el tema es de la organización Economía Feminista (@ecofeminita), que desde 2019 –en el marco de la campaña #MenstruAcción- calcula semestralmente el precio promedio de toallitas y tampones en Argentina, ante la falta de datos oficiales sobre el tema, algo que tras el desmantelamiento de la Dirección de Economía y Género, se profundiza.

Según la información que se puede consultar en la sección de Ecofemidata, en marzo de 2025, el costo promedio anual por persona por la compra de toallitas fue de $78.355, y el de tampones $100.561.

En 2024, en el marco del Día de la Salud Menstrual que se conmemora cada 28 de mayo, desde la organización explicaban: “Si bien podría parecer que tener una estimación semestral a lo largo de 5 años nos permite ver cambios y fluctuaciones, en realidad, estos números oscilantes nos muestran la apabullante estabilidad de las injusticias: la compra de productos de gestión menstrual fue y sigue siendo inaccesible para muchos hogares”.

“Mientras el discurso economicista preponderante habla de la gestión doméstica de ingresos –agregaban- desde #MenstruAcción señalamos las formas en las que este lenguaje nos distancia de comprender que en muchos casos lo que se gestiona es la dignidad”. “Nadie debería ser forzado a jerarquizar los productos de primera necesidad en un dilema de falsa elección entre distintas formas de vulneración”, expresaban

 

 

Fuente: https://canalabierto.com.ar

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