¿De dónde salen los datos?
Un análisis crítico sobre la credibilidad de las estadísticas económicas en Argentina.
Por Juan Severo
Las cifras económicas que se publican en Argentina, como las de inflación, pobreza, indigencia, empleo y variaciones en el consumo, suelen generar desconfianza y escepticismo entre la población. Esta incredulidad no es casual: vivimos en un país donde más del 50% de la economía es informal, donde millones de trabajadores están fuera del radar oficial y donde muchos rubros productivos no se registran en las estadísticas tradicionales. Ante este panorama, la pregunta inevitable es: ¿De dónde sacan los datos?
El problema de las estadísticas descontextualizadas
- Inflación desconectada de la realidad:
Los índices de inflación son un promedio que incluye bienes y servicios que la mayoría de las personas ni conoce o utiliza. Mientras tanto, los productos esenciales, como alimentos y medicamentos, suelen tener aumentos mucho más altos, lo que genera una percepción de «otro país» en las cifras oficiales. - Pobreza e indigencia:
Los montos calculados para no ser pobre o indigente, basados en la canasta básica, muchas veces parecen irreales. En una economía donde millones de personas generan ingresos con changas, emprendimientos informales o trueques, estos cálculos pierden representatividad. - Empleo en negro:
Según datos del INDEC, un porcentaje significativo de la población económicamente activa no está registrado en empleos formales - Consumo y ventas:
Los indicadores de subas o bajas en ventas tienden a basarse en negocios formales, dejando fuera el gigantesco mercado informal que mueve que millas de millones de pesos al margen de los registros oficiales.
La falta de representación en los datos oficiales.
Muchos de los trabajadores informales, pequeños emprendedores y cooperativas no son considerados en las estadísticas tradicionales. Esto genera un vacío que dificulta tanto el diagnóstico como la elaboración de políticas públicas efectivas. Si no sabemos exactamente cuántos somos, qué hacemos y cómo nos movemos en la economía, ¿Cómo podemos diseñar un país inclusivo?
Por ejemplo:
- Los datos del INDEC hablan de un alto porcentaje de personas de la población activa «no clasificada». ¿Qué hacen estas personas? ¿Cómo generan sus ingresos?
- Los emprendimientos productivos informales, que han crecido exponencialmente, no están registrados en ningún lado.
Hacia un esfuerzo colectivo con datos serios
Para salir de la situación actual, es necesario un esfuerzo colectivo que incluya a todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, ese esfuerzo debe basarse en datos reales y confiables.
- Relevar la economía informal:
Incorporar mecanismos para medir la actividad económica que ocurre fuera del sistema formal, incluyendo ferias, changas, trueques y cooperativas. - Actualizar los indicadores:
Rediseñar las estadísticas económicas para que reflejen mejor la realidad cotidiana de los argentinos, incluyendo la diferenciación entre el aumento de productos esenciales y no esenciales. - Mayor transparencia:
El gobierno y las instituciones estadísticas deben detallar cómo se calculan los índices y cuáles son sus limitaciones, permitiendo que la ciudadanía entienda y participe en el análisis. - Políticas inclusivas:
Crear políticas públicas que no solo consideren los datos formales, sino también las realidades de la economía en negro y los sectores populares.
Un país donde estamos todos
Argentina necesita construir un proyecto colectivo que incluya a todos sus habitantes. Pero para lograrlo, debemos partir de un diagnóstico claro y realista de nuestra economía y sociedad. Las cifras no pueden ser una herramienta para maquillar la realidad; deben ser el punto de partida para resolverla.
Solo con datos serios y una visión integradora podremos proyectar un país donde realmente entremos todos, sin exclusiones ni desigualdades estructurales. El desafío está en nuestra capacidad de ver más allá de los números oficiales y de construir una Argentina basada en la transparencia, la participación es fundamental.