De Tel Aviv a Jerusalén, mucho más que la mudanza de una embajada
La decisión profundiza el alineamiento absoluto con Israel al punto de exponer al país a consecuencias geopolíticas. El especialista Javier Echaide advierte que esto “aparta a la Argentina del consenso internacional y la muda hacia una posición minoritaria”.

Por Manuel Rodríguez | En su viaje a Israel, el presidente Javier Milei volvió sobre un planteo que había hecho en su campaña. No se trata de la dolarización ni del cierre del Banco Central, sino de un aspecto de la política internacional que quizá no esté entre las principales preocupaciones de los argentinos, aunque pueda traer complicaciones. Se trata de trasladar la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.
Esta mudanza reforzaría el alineamiento de nuestro país con los intereses israelíes en relación a la disputa territorial que tiene en tanto enclave occidental en medio oriente.
Jerusalén es reclamada por Palestina y fue planteada por la ONU como una ciudad internacionalizada ya que tres religiones (cristianismo, Islam y judaísmo) la reconocen como un lugar sagrado. En función de esta disputa, la mayoría de los países establecieron sus sedes diplomáticas en Tel Aviv.
Consultado por Canal Abierto, el investigador del CONICET y especialista en derecho internacional Javier Echaide planteó que “el traslado de la embajada argentina en Tel Aviv y el reconocimiento de la ciudad de Jerusalén como capital del Estado israelí es un problema porque aparta a la Argentina de un consenso internacional que ya viene de décadas en cuanto a entender a Jerusalén como parte de la disputa territorial, pero también esta naturaleza internacionalizada de la propia ciudad. Ahí conviven distintas culturas, distintas religiones. Son comunidades muy variadas y por eso a Jerusalén se la proponía y se la entendía como una ciudad internacionalizada”.
El especialista advirtió que “Argentina se estaría mudando hacia una posición diplomática internacional minoritaria y en ese sentido puede complicar su propio posicionamiento con las políticas de disputa sobre su propia agenda internacional”.
Al respecto Eichade opinó que “por ahí el gobierno nacional no está calculando los costos o no está percibiendo las consecuencias más allá de la decisión política de hacer estos virajes. Es un punto de vista peligroso para poder predecir cuáles pueden ser las repercusiones de un cambio de política en este sentido en cuanto a los propios intereses argentinos”.
Y advirtió que “por ahí con este tipo de cuestiones Argentina pierde los concesos que entendía o sobreentendía que tenía en materia Malvinas y lo hace simplemente por una cuestión de decisión unilateral de alinearse con los intereses israelíes. Entonces, por eso la cuestión de lo que es la política exterior. La política internacional es algo mucho más de un trazo fino que de grandes trazos para cambiar de postura en los cambios de gobierno”.
Acerca de las repercusiones que podría tener esta mudanza en tanto Argentina también tiene un reclamo territorial que puede verse afectado como respuesta de países árabes, Echaide señaló que “hay que ver también cuáles son las posiciones de cada uno de los países árabes, porque tampoco es que deciden en bloque su posicionamiento respecto a Malvinas”.
“Hubo un trabajo muy fino durante las últimas décadas por parte de la cancillería argentina de tratar de aumentar los consensos en favor de la postura argentina. En ese sentido, el trabajo diplomático que se hizo durante las últimas décadas fue bastante importante”, remarcó el investigador.
Y destacó que “ese trabajo logró que países primeras potencias mundiales como China se sumaran a favorecer la posición del reclamo argentino. Incluso en su momento estuvo la modificación de Estados Unidos, que tenía un posicionamiento probritánico y cambió ese posicionamiento a una situación de neutralidad. Eso pasó principalmente durante el gobierno de Cristina Fernández Kirchner, por ejemplo”.
“Ahora habría que hacer una revisión para ver cuáles de esos posicionamientos, sobre todo el norteamericano, se mantienen o no. En el caso de los países árabes, no sé si en bloque sumaron un posicionamiento en favor de la Argentina respecto de Malvinas, pero sí está claro que un favorecimiento argentino a la postura israelí en cuanto a reconocer a Jerusalén como capital y en ese sentido mudar la embajada argentina desde Tel Aviv a Jerusalén seguramente va a incomodar mucho en la agenda diplomática de los países árabes”, advirtió.
Por último, Echaide evaluó la agenda internacional del Gobierno: “el rumbo de la política exterior siempre la ha tenido el Poder Ejecutivo. Esto siempre ha sido así. Lo cual no quiere decir que la propia cancillería y los cuadros técnicos estables en la cancillería traten de hacer ver a los decisores políticos los costos”, explicó.
Y agregó que “me parece que hay una cuestión que está fallando en que los decisores políticos no tienen en cuenta los costos, no les interesa saber los costos. Esto es un cambio respecto de administraciones anteriores. El Gobierno hace una cuestión precisamente política. Y los costos, el impacto de esas decisiones, el coletazo de vuelta, son las cosas que tiene que medir cualquier administración como para mantener los intereses argentinos en una misma línea para que cada cuatro años no estemos pegando volantazos y que sea tan variable la cosa que, en definitiva, que una cuestión como Malvinas dependa del último volantazo del gobierno turno”.
“Claramente, eso no es deseable. Pero es lo que puede estar pasando cuando se viene un ejecutivo que se alinea automáticamente con intereses extranjeros sin considerar los costos de ese alineamiento. No son costos económicos, sino políticos, son costos estratégicos, son costos muy a largo plazo que van a exceder incluso la administración de Javier Milei”, concluyó Echaide.
Fuente: https://canalabierto.com.ar