De que se trata

Del asado con los “héroes” al soldado japonés: la inevitable soledad de Milei

Un Presupuesto con promesas que nadie creyó y expectativas que ya naufragaron. Desesperada venta de dólares del Central, olor a corrida y murmullo de “sucesión presidencial”. Una nueva semana desastrosa para el Gobierno y el país, y van…

Por Federico Chechele | De todos los gestos políticos del gobierno de Javier Milei, quizás el más cruel haya sido aquel asado en la Quinta de Olivos, con el que agasajó a los 87 diputados que respaldaron su veto a la Ley de Movilidad Jubilatoria sancionada por el Congreso. Exactamente un año después, ya sin 20 de aquellos legisladores -que nunca dejarán de ser cómplices de aquella cena-, la mayoría de los bloques le dieron la espalda al Gobierno y le propinaron otra dura derrota al rechazar los vetos presidenciales sobre la emergencia pediátrica y el financiamiento universitario.

La crisis institucional del Gobierno que comenzó con la paliza electoral del pasado 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires y que todo indica que se trasladará a las elecciones nacionales de octubre, dejó al Presidente aislado, sus intervenciones mediáticas generan escaso interés en la población, perdió el centro de atención y se apagaron todos los aplausos como ayer en la Bolsa de Comercio de Córdoba. Los que lo rodean buscan sacar provecho, mientras su discurso esperanzador se volvió irrelevante.

Hiroo Onoda, el soldado japonés que pasó 30 años escondido en la selva creyendo que la Segunda Guerra Mundial aún no había terminado, es hoy una metáfora precisa del Presidente: está solo atrapado en una agenda paralela y no se da cuenta. Su círculo íntimo lo engaña con números irreales y ya nadie se ríe de sus bromas.

Cuando el poder no se ejerce con responsabilidad, revela su cara más cruda. Decisiones erradas, arrogancia y una desconexión creciente con la realidad fueron erosionando la confianza que alguna vez tuvo de un sector importante del país que lo llevó a la Casa Rosada. Su plan económico trazado por la elite, y para la elite, tiene su costo. Ignoró advertencias de propios y ajenos, minimizó las críticas y gobernó desde la soberbia, convencido de que la popularidad era eterna. Hoy, el café se lo sirven frío.

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El verdadero peso del poder no está en tomar decisiones, sino en afrontar las consecuencias cuando todo sale mal. Y esta semana, todo volvió a salir mal.

El lunes pasado, Milei presentó el Presupuesto 2026 y aprovechó la cadena nacional para suavizar su imagen belicosa. Prometió aumentos en áreas sensibles como educación y salud pero, a pesar de la complicidad de los grandes medios de comunicación, no prosperó: “Lo peor ya pasó”, la frase que utilizó para sintetizar la coyuntura actual, el martes ya se había licuado.

Diferentes sectores le salieron al cruce, entre ellos la UBA, que aseguró que el presupuesto “ratifica y agrava el ajuste a las universidades”, y además “mantiene el salario de profesores bajo la línea de pobreza y el recorte en los gastos de funcionamiento para las funciones de educación y ciencia y técnica”. La masiva movilización del miércoles frente al Congreso y en las capitales más importantes del país, sería la respuesta definitiva.

Lo propio hicieron consultoras y organizaciones civiles que aseguraron que el Presupuesto 2026 golpea la AUH, recorta en ciencia y desfinancia la educación. Incluso afirmaron que el Gobierno acelerará los recortes en dichas áreas. Pero el dato más disparatado del Presupuesto tuvo lugar en las proyecciones de tipo de cambio: un dólar a $1423 para 2026 y una inflación de 10,1% anual, cálculos que a simple vista serán imposibles de cumplir.

Todo voló por los aires: se disparó el Riesgo País, subió el dólar y los bonos se desmoronaron. Para colmo, el Gobierno, con esa falta de taco político y la crueldad que lo caracteriza, salió, a través de su vocero presidencial Manuel Adorni con una catarata de amenazas públicas contra la sociedad: insinuó que, para financiar al Hospital Garrahan o a la universidad pública, tendrían que quitar subsidios al transporte, planes sociales o despedir más trabajadores estatales, sin mencionar que este gobierno bajó las retenciones al campo y a las mineras, a Bienes Personales y los impuestos a autos de lujo. Además ubicó a la CGT (?), la CTA, ATE, el gobernador Axel Kicillof y la izquierda como “enemigos del progreso”. Un sinfín de frases comunes para esquivarle a las responsabilidades.

Pero hubo más. Tras la paliza del Congreso, el Ejecutivo intentó instalar la teoría del golpe. “Todos sabemos a esta altura que lo que están tratando de hacer es voltear al presidente que salvó al país de caer en la peor crisis de su historia”, señaló el ministro Luis Caputo en la red social X. Hablaba del peronismo. Sin embargo, ni los empresarios le creen, temen por el futuro del gobierno y ya especulan con una coalición gobernante alternativa, tal como lo planteara días atrás el diario La Nación a través de su columnista Joaquín Morales Solá al posicionar al exgobernador de Córdoba y brazo político de la Fundación Mediterránea, Juan Schiaretti, en el rol de sucesor presidencial, que podría asumir el 10 de diciembre.

De hecho, durante la sesión del miércoles pasado el diputado radical Rodrigo De Loredo, siempre atento a los requerimientos del establishment, pidió un cuarto intermedio porque “el Gobierno podía sufrir una crisis institucional” si la paliza seguía su curso. El Gobierno no consiguió el tercio que necesitaba, incluso con las transferencias que había realizado la Casa Rosada días antes a varios gobernadores –un debut para el olvido del flamante ministro de Interior Lisandro Catalán, que no pudo evitar la fuga de votos provinciales-. Y al día siguiente coronó cuando el Senado, con 59 votos a favor y apenas 9 en contra, ratificó la ley que obliga a distribuir los Aportes del Tesoro Nacional entre las provincias. Una derrota tras otra.

Cuando parecía que la semana ya no daba para más sobresaltos, el jueves, el Banco Central vendió USD 379 millones para contener el dólar y el viernes otros USD 678 millones más. La indignación atrapó a gran parte de la ciudadanía: ese monto representa 4.5 veces la Ley de Emergencia en Pediatría vetada y ratificada el miércoles y equivale al presupuesto de la UBA durante todo 2024. Otra estafa. Sin embargo, Caputo aseguró que “hay suficientes dólares para todos” y que “vamos a vender hasta el último dólar en el techo de la banda”, y ayer se patinó un nuevo récord de dólares. Lo que ya era malo, al final fue mucho peor.

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Vale la pena recordar que el 29 de junio pasado, la JP Morgan llamó a desprenderse de bonos argentinos advirtiendo a sus inversores extranjeros que era el momento de retirarse del carry trade. Este banco estadounidense, conocido por relevar el índice Riesgo País, hizo la misma recomendación en abril de 2018, cuando se inició la corrida cambiaria contra el gobierno de Mauricio Macri.

Lo sugestivo es que todavía no habían sucedido las elecciones en territorio bonaerense que dejaron malherido a Milei, ni Diego Spagnuolo ni Fernando Cerimedo habían dicho y luego ratificado que Lule Menem se llevaba “un palo por mes”, que el Jefe de Estado sabía todo y que “el tres por ciento iba para la Casa Rosada” bajo custodia de la hermana Karina Milei. Los mercados son los primeros en oler sangre.

A esta altura, que Milei haga el ridículo ya no sorprende. Lo preocupante es que sus exabruptos terminen en tragedias institucionales o diplomáticas. El lunes hablará ante la Asamblea General de la ONU. Se espera un alineamiento total con Estados Unidos, lo que no sorprenderá a nadie. Lo inquietante es si volverá el Milei de Davos, o si se limitará a alabar a Trump sin meternos en más conflictos. La mirada del mundo: ¿papelón, tragedia o náufrago?

Federico Chechele en X: @fedechechele

 

 

Fuente: https://canalabierto.com.ar

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