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Del imperio a la motosierra: Milei y la “Leyenda Rosa” que blanquea la conquista para reescribir la historia

El discurso oficial del gobierno libertariano sobre el 12 de octubre retoma los ejes de la Leyenda Rosa: glorificación del imperio, negación del genocidio y exaltación de una identidad occidental que borra las raíces latinoamericanas.

Por Ramiro Lorenzo | Cada palabra del video que el Gobierno difundió en conmemoración del Día del Respeto a la Diversidad Cultural duele en las entrañas. No sólo por lo que dice, sino por lo que borra. Duele, indigna, genera bronca e impotencia en quienes tenemos alguna identificación americana. Americana, de esa América profunda, mestiza, dolida y rebelde, que aún carga las cicatrices de la Conquista.

El spot, publicado desde Casa Rosada, define la llegada de Cristóbal Colón en 1492 como “el inicio de la civilización en el continente americano”. La frase, aparentemente inocente, condensa siglos de negacionismo colonial: la idea de que antes de Europa no había civilización, ni historia, ni humanidad. Reproduce al pie de la letra la narrativa de la llamada Leyenda Rosa, un relato que busca limpiar la memoria imperial española y convertir la Conquista —una empresa de dominación y exterminio— en una epopeya fundacional.

En España, esa visión fue revitalizada por autores como María Elvira Roca Barea o Marcelo Gullo, quienes acuñaron términos como “imperiofobia” para desacreditar toda crítica al pasado colonial. Milei parece haber recogido esa bandera, adaptándola a su propio credo: el de la cruzada libertaria contra el “colectivismo” y el “virus woke”. En sus discursos internacionales, repite con fervor la defensa de “la civilización occidental y cristiana” frente a lo que denomina “barbarie”. En su versión argentina, la barbarie no es ya la de los pueblos originarios sino la de los movimientos sociales, los feminismos, los sindicatos, los ambientalismos: todo aquello que cuestione el orden económico o simbólico que él considera “natural”.

La coincidencia con la Leyenda Rosa no es solo conceptual, sino funcional. En ambos casos, el pasado se utiliza para legitimar un proyecto de poder presente. En España, la exaltación del Imperio sirvió para reforzar la unidad nacional frente al independentismo catalán y las políticas de memoria democrática. En la Argentina de Milei, esa relectura sirve para justificar un nuevo orden ideológico: la Argentina blanca, meritocrática, occidental, enemiga del “resentimiento latinoamericano”.

El video oficial, con su tono épico y sus imágenes de carabelas, habla de “inicio del progreso”. Es la versión neoliberal de la civilización: la conquista transformada en emprendimiento, el despojo narrado como oportunidad, el dolor traducido en marca-país. Un RIGI preindustrial.

La retórica de Milei se enmarca en una batalla cultural más amplia. Como en España con VOX, su gobierno intenta reinstalar un sentido común reaccionario: orgullo nacional sin autocrítica, identidad occidental sin memoria indígena, libertad sin justicia. En esa cruzada, la historia se convierte en un campo de propaganda. Pero la bronca que genera ese relato no es sólo política, es también visceral. Porque quienes habitamos este sur sabemos que nuestra historia no comenzó con Colón, ni con el mercado, ni con la motosierra. Viene de mucho antes: de pueblos que supieron cultivar la tierra, inventar lenguas, organizar comunidades, resistir imperios. Reivindicar esa herencia no es nostalgia: es defensa del derecho a existir sin ser narrados por otros.

El gobierno podrá vestir de libertad la vieja ideología colonial, pero no puede borrar la memoria que se transmite desde abajo, en las luchas, en las lenguas que sobrevivieron, en los cuerpos que aún reclaman reparación. La Leyenda Rosa —esa fábula de pureza imperial— reaparece hoy bajo ropaje libertariano, pero su función sigue siendo la misma: desactivar la conciencia histórica y transformar el saqueo en orgullo.

Y frente a eso, sólo queda insistir: América —la verdadera América— no necesita ser redimida por sus conquistadores ni reeducada por sus libertadores de mercado.

 

 

Fuente: https://canalabierto.com.ar

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