Democracia, derrota y distracción: una foto en La Matanza y una oportunidad para el pueblo

Por Juan Severo para el Foro Matanzero
En el gran tablero del ajedrez político argentino, el oficialismo Nacional vivió ayer una jornada adversa en el Congreso: perdió todas las votaciones, un claro revés democrático que en cualquier país sería portada de todos los medios. Pero en la Argentina del espectáculo y las redes, la derrota legislativa fue hábilmente eclipsada por una postal montada en nuestra tierra Matancera.
El presidente Javier Milei, junto a los principales referentes de La Libertad Avanza, eligió un terreno baldío de Villa Celina para posar con una bandera que decía “Kirchnerismo Nunca Más”. A un mes exacto de las elecciones bonaerenses, la jugada fue clara: instalar una provocación simbólica que desvíe el eje de discusión. Y, lamentablemente, lo lograron. Hoy se habla más de esa foto que del fracaso parlamentario de su gobierno.
Pero el pueblo no puede dejarse distraer con maniobras publicitarias. Somos víctimas de dos sectores políticos que se necesitan mutuamente para seguir existiendo: el mileísmo y el kirchnerismo. Nos proponen una falsa grieta, un país partido en dos, pero la realidad muestra otra cosa: hay un 60% de la sociedad que no se identifica con ninguno de ellos. Ese sector silencioso, descreído, harto, muchas veces desmovilizado, tiene hoy una responsabilidad histórica.
Ese 60% tiene que animarse a dejar de delegar. No podemos seguir permitiendo que otros decidan por nosotros. No podemos resignarnos a sobrevivir con las migajas que nos tiran cada cuatro años. Si no hacemos algo por nuestros hijos y nietos, nadie lo va a hacer por nosotros. Y para hacerlo, hay que sacudirse el desánimo que nos bajan desde las usinas del poder, de un lado y del otro.
Basta de votar por descarte. Basta de discursos vacíos sin propuestas. Basta de gobiernos que asumen hablando del desastre que les dejó el anterior. A los trabajadores siempre nos fue mal: con el radicalismo, con el macrismo, con el peronismo de Alberto, con el kirchnerismo, y ahora con el libertarismo de Milei. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que gobierne quien gobierne, el laburante pierda siempre?
Y mientras tanto, aquellos que decían querer construir una alternativa —como el espacio Somos Buenos Aires— terminaron demostrando ser más de lo mismo: egos, internas y cargos, sin proyecto, sin pueblo.
Por eso, el próximo 7 de septiembre no es una fecha más. En muchos distritos bonaerenses se votan representantes locales: concejales, diputados y senadores provinciales. Ahí se puede empezar a revertir el desequilibrio. Si en lugar de mayorías automáticas y obedientes, votamos más diversidad política y más voces que representen al pueblo, vamos a tener más democracia. Y solo con más democracia se sale de esta encerrona.
La política no puede seguir siendo un acuerdo entre dos o tres dirigentes que deciden todo entre ellos. Hay que recuperar los partidos políticos como herramientas de participación. Y para eso, ese 60% silencioso tiene que hablar. Tiene que creer en su poder. Tiene que saber que sí se puede dar vuelta la tortilla.
La historia no la escriben los poderosos: la escriben los pueblos cuando deciden dejar de mirar desde la tribuna y se animan a jugar el partido.
Porque para cambiar la historia, primero hay que animarse a pensarla
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