Cultura

El Teatrazo, 40 años después

Un acto recordará el evento impulsado por Teatro Abierto en el que durante dos días la comunidad teatral se mancomunó con el territorio para una experiencia inédita hasta entonces. Será este viernes a las 17 en la sede de la CTA Autónoma.

Por Manuel Rodríguez | El 20 de septiembre de 1985, Teatro Abierto dio inicio al Teatrazo, un evento sin precedentes hasta el momento. En todo el país, distintos grupos de hicieron puestas en los barrios bajo la consigna “En defensa de la democracia por la liberación nacional y la unidad latinoamericana”. En la víspera del 40º aniversario del evento, este viernes se realizará un acto homenaje. Será en la sede de la CTA Autónoma (Bartolomé Mitre 748, CABA) a partir de las 17.

Teatro Abierto surgió en 1981 como respuesta al clima opresivo que se vivía en plena dictadura cívico militar. De este movimiento participaron autores, directores, actores, actrices, músicos y escenógrafos de nombres ya reconocidos junto a otros que iniciaban su carrera.

Manuel Callau fue parte del movimiento desde su inicio hasta 1986, cuando fue elegido presidente por la Asamblea, que era el órgano en el que se tomaban las definiciones artísticas y operativas. Hoy, en diálogo con Canal Abierto, recuerda que “el Teatrazo fue un acontecimiento único porque todo el mundo, los actores, actrices, autores, escenógrafos, músicos, querían participar de los distintos proyectos de Teatro Abierto. Y uno de los dramas que teníamos era cómo hacer para que todo el mundo participe, algo prácticamente imposible”.

Teatro Abierto había contado con tres ediciones. La primera, en 1981, realizada inicialmente en el Teatro Picadero, no llamó la atención sólo del público sino también de “la pesada” que operaba en aquellos oscuros años.

“Hicimos 21 obras que se estrenaron tres por día a lo largo de una semana. Al cabo de la semana nos metieron una bomba y nos quemaron el teatro. Pero a pesar de eso, tuvimos ofertas de 16 teatros para ver si nosotros queríamos seguir”, cuenta Callau.

La sala elegida resultó siendo el Tabarís, entonces abocado al teatro de revista.

Ese primer ciclo sentó las bases para lo que vendría. La primera parada fue al año siguiente, con una dictadura ya golpeada, tras la derrota en la Guerra de Malvinas. Esta vez se abrió una convocatoria que fue respondida por 420 obras, más de 1000 actores y 100 directores. Una primer preselección dejó 34 obras de las que quedaron 15 que fueron presentadas entre octubre y noviembre en los teatros Margarita Xirgu y Odeón.

En 1983, la efervescencia por la llegada de la democracia tuvo su impacto en Teatro Abierto. “Ese año nos animamos a salir a la calle. La inauguración del ciclo del 83 Por un teatro popular sin censura marchó desde la cortada donde estaba el Picadero con un muñeco que se llamaba la Censurona e iban murgas en distintas paradas que perseguían a la Censurona. Todo eso terminó en Parque Lezama, donde se quemó al muñeco de la censura. Participaron muchísimas murgas: de niños, de adultos, de travestis. Fue realmente una una verdadera fiesta”, relata Callau.

Este impacto multiplicó aún más el interés de la comunidad teatral en sumarse y participar del siguiente evento. “Era prácticamente imposible que todo el mundo participe. Entonces en 1984 decidimos no hacerlo, lo que nos sirvió para reflexionar y para pensar. Ahí surge la idea de que si todo el mundo quiere participar, abramos las compuertas y que participe todo el mundo”, aportó el reconocido actor de teatro, cine y TV.

La propuesta inicial fue hacer 48 horas de actividad artística ininterrumpidas con la consigna “En defensa de la democracia por la liberación nacional y la unidad latinoamericana”. El afiche de la actividad fue diseñado nada más y nada menos que por Ricardo Carpani.

Callau evalúa al evento como “muy importante, porque fue tomar contacto con nuestra capacidad de organización, de participación, de cosa nueva. Con el Teatrazo se cambió la ecuación de producir un espectáculo para ser consumido en un determinado lugar. Porque  acá fue el vecino junto con sus artistas el que organizó esta actividad de 48 horas”.

“Fue realmente maravilloso ver cómo el vecino participaba junto con los actores, las actrices, los músicos para organizar lo que ocurrió en esos dos días. A la vuelta del camino hay acontecimientos con los que nuestro pueblo da cuenta de su capacidad de organización, de su capacidad de reflexión en la práctica. El Teatrazo fue uno de ellos”, agrega.

Y revela sobre ese hito: “Me cambió la mirada de cómo esta sociedad en la que vivimos, que comercializa todo lo que toca, tuvo que aceptar que el objeto artístico no es sólo comercializable, que juega un papel social, que organiza, que moviliza, que hace participar y que nos hace crecer como comunidad”.

Quizá sin quererlo ni saberlo, el Teatrazo funcionó como el cénit antes de la despedida de Teatro Abierto. En 1986, con Callau como presidente del movimiento, “junto con todos los gremios o sindicatos de la cultura, se hizo una movida en la calle Corrientes, del Obelisco a Callao. Ahí todo el mundo que quiso participar hacía monólogos en las esquinas o payasos que dirigían el tráfico y, al final, una suerte de carroza traía a Onofre Lovero y Héctor Alterio, que hizo un discurso de cierre maravilloso”.

La irrupción democrática generó una época de oro para la cultura argentina. Muchos de los talentos revelados en las instancias de Teatro Abierto empezaron a recibir propuestas laborales. Además, ya no estaba aquel enemigo en común que los había reunido.

Así lo recuerda Callau: “maravillosamente y democráticamente cada uno fue tomando partido por sus ideas, por su parada frente a la vida y al teatro. Algunos coincidíamos, otros no. Durante la dictadura, las diferencias las superábamos porque había que avanzar juntos para vencer la censura e instalar otra mirada”.

“Algunos empezaban a trabajar, o a trabajar más los que ya trabajaban. Y de la misma manera en la que antes todos querían participar de Teatro Abierto, ahora empezaba a ser difícil porque unos tenían que ensayar, otros habían enganchado laburo en la televisión. Empezaba a haber un poco de trabajo y entonces la participación en Teatro Abierto se hacía difícil”, rememora el actor, que más adelante fue secretario de Cultura de la CTA.

Muchos grupos que participaron del Teatrazo -destaca- continuaron y algunos perduran. La Runfla, Catalinas, la Banda de la Risa es toda gente que tuvo su lugar en el Teatrazo y luego continuó su carrera”.

Ante la consulta de qué enseñanzas dejan las experiencias del Teartazo y Teatro Abierto para una época como la actual en la que aún en una intensidad menor que la de la dictadura el poder se ensaña y ve a la cultura como un peligro, Callau afirma sin dudar: “Estar juntos, el secreto de todo es estar juntos. No hay bomba, no hay amenaza, no hay provocación que prospere si estamos todos juntos”.

“Sabemos que tenemos diferencias y tal vez yo piense un tipo de sociedad distinta a la que piensa el de al lado o el de más allá. Ahora, si estamos juntos para enfrentar lo que es aberrante, lo que es el ataque a las más elementales formas de la democracia, eso no va a prosperar. No va a prosperar aquel que quiera volver a viejas experiencias fascistas y  dictatoriales”, sentencia.

“Hoy el mundo se debate en cómo superar estas instancias donde las reglas de juego a las que estamos adaptados no resuelven los problemas del ser humano. Por lo tanto, hay que inventar nuevas”, reflexiona.

Y concluye: “Hay que ser lo suficientemente inteligentes, fuertes y estar recostados en aquellos que pueden brindar algún tipo de claridad como para pensar todos juntos y de ahí sacar conclusiones. Porque no hay verdades absolutas ni nadie tiene ninguna verdad. En todo caso, si existe alguna verdad es aquella a la que podemos arribar juntos y sin imponernos unos a otros”.

 

 

 

Fuente: https://canalabierto.com.ar

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba