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En Sudán, la guerra aplasta a los civiles y desafía a la comunidad internacional

Hospitales bombardeados, niños amputados, madres que huyen. El conflicto que asola Sudán desde hace más de un año se queda atascado, y en medio de una indiferencia creciente, más de 15 millones de niños necesitan ayuda humanitaria, y un tercio sufre desnutrición aguda.

© UNICEF/Mohammed Jamal. Sudaneses desplazados por la violencia.

Este viernes, en la sede de Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad abordó de nuevo una de las peores tragedias humanitarias de nuestro tiempo: el conflicto interno en Sudán. Desde abril de 2023, una lucha de poder entre el ejército regular y las Fuerzas de Apoyo Rápido ha arrastrado al país a una espiral de violencia y colapso.

La hambruna se extiende por el país desde el año pasado. Más de 15 millones de niños necesitan ayuda humanitaria, y un tercio sufre desnutrición aguda.

“Las líneas del frente cambian constantemente, [y] los ataques aéreos, a menudo indiscriminados, llevados a cabo tanto por las fuerzas armadas sudanesas como por las Fuerzas de Apoyo Rápido, se multiplican”, advirtió la subsecretaria general para África, Martha Pobee, ante el Consejo de Seguridad.

Los combates se han intensificado especialmente en las regiones de Kordofán, que se han convertido en el “epicentro de los enfrentamientos”.

«Se han perdido demasiadas vidas. Se han infligido demasiados traumas. El riesgo de una conflagración regional es demasiado alto para que este conflicto continúe», afirmó Pobee.

Las sanciones luchan por cambiar el curso de la guerra

En este contexto, Joonkook Hwang, presidente del Comité creado en virtud de la Resolución 1591 del Consejo de Seguridad, recordó los objetivos del sistema de la ONU puesto en marcha en 2005: instaurar un embargo de armas, imponer sanciones selectivas contra los autores de la guerra y contribuir al restablecimiento de la paz en Darfur.

Este sistema, que sigue en vigor, está diseñado para impedir cualquier escalada militar por parte de las autoridades o los grupos armados. “El Comité 1591 sigue comprometido a cooperar con todas las partes implicadas para lograr este objetivo”, declaró.

Catástrofe humanitaria: niños mutilados y violados

Shayna Lewis, de la organización estadounidense PAEMA para la prevención y eliminación de atrocidades masivas, recién llegada del país conmocionó a la audiencia con la realidad del conflicto.

“Una bala perdida atravesó las paredes de su casa y le rompió una pierna. Hablaba conmigo, con los huesos unidos por alfileres metálicos», dijo de una niña que conoció en el hospital Al Nao, en la región de Jartum.

Lewis habló de los niños mutilados por restos de explosivos, de las “16 violaciones de niños menores de cinco años, incluidos cuatro bebés de un año” registradas por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), de los cuidadores exhaustos, y de los hospitales convertidos en objetivos.

En el hospital Ahmed Gasim, las Fuerzas de Apoyo Rápido “destruyeron la única máquina de resonancia magnética cardiaca de Sudán, arrancaron los cables eléctricos y sabotearon las máquinas que no podían llevarse, en particular los respiradores pediátricos”.

En otros lugares, el ejército sudanés está lanzando barriles incendiarios y atacando mercados y mezquitas. “Todas estas violaciones contra la población civil deben cesar inmediatamente”, insistió.

Un pueblo que sueña la paz, la justicia y la libertad

Lewis ve en la sociedad sudanesa una resistencia: «Su sueño de paz, justicia y libertad no es un mito. Vive en las calles de Sudán. En los hospitales públicos, donde los médicos siguen atendiendo a sus comunidades de forma voluntaria a pesar de llevar dos años sin cobrar». Vive en las cocinas colectivas, en las redes de ayuda mutua y en esta niña herida, “que sueña con un hogar seguro, con volver a la escuela y con un país en paz”, afirmó.

“Sudán es un lugar de esperanza, pero hay que abrir los ojos y el corazón para escucharla”, concluyó.

 

 

Fuente: https://news.un.org

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