De que se trata

Ficha limpia: ¿una verdadera herramienta de transparencia o una pantalla para tapar la miseria política?

Por Juan Severo

Hoy el Senado de la Nación debate la tan promocionada ley de Ficha Limpia, que busca impedir que personas condenadas por delitos de corrupción contra el Estado puedan presentarse como candidatas a cargos electivos nacionales. En principio, parece una medida razonable. ¿Quién podría estar en contra de que un corrupto no pueda ocupar una banca? Sin embargo, cuando se analiza con mayor profundidad, aparecen las grietas de un proyecto que, lejos de saldar la demanda ética de la sociedad, parece diseñado más como maquillaje político que como una verdadera herramienta de transparencia.

La ley, tal como está planteada, solo impide ser candidato a nivel nacional y solo por delitos cometidos contra el Estado. Pero, ¿Qué pasa con quienes han cometido delitos igual de graves o peores en el ámbito privado? ¿Y qué hay de los candidatos provinciales, como en la Provincia de Buenos Aires, donde esta ley no tendría efecto? Es decir, un corrupto puede ser intendente, legislador provincial, o incluso gobernador, pero no diputado nacional. Absurdo.

Este doble estándar deja al descubierto la falta de una voluntad real de transformar la política. Si el objetivo fuera erradicar la corrupción, se exigirían antecedentes limpios a todos los niveles del Estado y se garantizaría que cualquier persona condenada por delitos graves ya sea en el ámbito público o privado no pueda acceder a cargos de representación ni de gestión pública.

Llama la atención también que muchas personas con antecedentes penales no puedan tramitar el registro profesional para manejar un colectivo o un camión. Tampoco pueden ingresar a trabajar en el Estado. Aunque hayan pagado su deuda con la justicia, el sistema los sigue castigando. En cambio, a los políticos, pareciera que les sobra impunidad. Los requisitos son más flexibles si lo que se quiere es legislar para millones.

Entonces uno se pregunta: ¿hace falta perder el tiempo legislando una ley que suena bien pero no resuelve nada de fondo, mientras hay decenas de temas urgentes sin tratar? El drama de los jubilados, el desempleo, la inseguridad, el deterioro de la educación, los problemas de salud mental y adicciones, la pobreza estructural. ¿Dónde está el compromiso real de senadores y diputados con esos temas?

Y para terminar, la pregunta de siempre: ¿de verdad necesitamos una ley para no votar a delincuentes? ¿No alcanzaría con que cada ciudadano asuma su responsabilidad al momento de elegir? ¿No sería más eficaz exigirle a cada candidato que demuestre cómo construyó su patrimonio? ¿O ya nos acostumbramos tanto a la mentira que preferimos que nos la disfracen de transparencia?

Nos toman por estúpidos… o quizá lo somos. Pero todavía estamos a tiempo de despertar.

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