¿Hasta Cuándo Callarán los Dirigentes Gremiales y Políticos ante la Injusticia que son victimas los jubilados?
Por Juan Severo
La escena es desoladora: miles de jubilados y jubiladas, aquellos que han dedicado toda su vida al trabajo y al desarrollo de nuestro país, se reúnen frente al Congreso de la Nación para expresar su legítimo descontento con el veto presidencial a ley de movilidad jubilatoria que los afecta directamente. Bajo la consigna «Si hay veto, hay calle», la multisectorial en defensa de la previsión social, junto a diversas organizaciones, se auto convocaron para reclamar lo que les corresponde. Sin embargo, lo que encontraron fue represión y violencia, ejecutada con frialdad bajo las órdenes de la ministra Patricia Bullrich, y con la complicidad del ministro de seguridad de la ciudad.
Mientras observaba cómo los cordones de seguridad se cerraban alrededor de estos manifestantes, con escudos que empujaban y golpeaban a quienes solo exigían justicia, no pude evitar fijarme en las caras de los uniformados. La mayoría Jóvenes, en su mayoría, hombres y mujeres que podrían ser tus hijos o tus nietos. ¿Cuántos de ellos tienen abuelos que sobreviven con una jubilación mínima? ¿Cuántos entienden realmente que están golpeando a personas que podrían ser sus propios abuelos, simplemente por exigir lo que es justo?
Pero la indignación no puede limitarse a estos jóvenes, utilizados como herramientas de un Estado que ha perdido su rumbo moral. La pregunta que surge inevitablemente es: ¿hasta cuándo los dirigentes gremiales y políticos seguirán mirando para otro lado? ¿Hasta cuándo seguirán callando ante la injusticia que sufren nuestros jubilados? Es hora de que los líderes sindicales, aquellos que dicen defender los derechos de los trabajadores, tomen una posición clara y firme. Es hora de que los dirigentes políticos dejen de lado sus disputas internas por el poder y se pongan al frente de la lucha por los derechos de aquellos que ya dieron todo por este país.
La represión contra los jubilados no es solo un acto de brutalidad estatal, sino también una prueba más de la desconexión entre la clase política y la realidad que vive la gente común. Los jubilados no son una carga, son el pilar sobre el cual se construyó la Argentina. Si permitimos que sigan siendo tratados de esta manera, estamos fallando no solo a ellos, sino también a nosotros mismos y a las futuras generaciones.
Es fundamental que los dirigentes gremiales y políticos, quienes tienen la responsabilidad de defender los derechos de los ciudadanos, levanten la voz ante esta injusticia. No podemos seguir permitiendo que el poder use a nuestros jóvenes para aplastar los derechos de nuestros mayores. La verdadera fuerza de una sociedad radica en el respeto, la solidaridad y la justicia.
Hoy, más que nunca, debemos recordar que si hay veto, habrá calle. Y esa calle debe estar llena de voces que defiendan la dignidad y el respeto que nuestros jubilados merecen. No podemos seguir callando ante la injusticia. Es hora de que todos, como sociedad, y especialmente aquellos que tienen el poder de convocar y liderar, tomen una posición firme y clara. Porque si seguimos callando, seremos cómplices de un sistema que ha perdido su brújula moral.