¿Hasta Cuándo van a seguir perjudicando a los Jubilados?
Por Juan Severo
Los jubilados y jubiladas de Argentina, quienes han dedicado décadas de su vida a construir este país, han sido testigos y víctimas de un juego político perverso que parece no tener fin. En 2010, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, el Congreso sancionó una ley que garantizaba el 82% móvil para beneficiar a 5 millones de adultos mayores jubilados. Sin embargo, la entonces mandataria anuló la ley mediante un decreto, argumentando que su implementación llevaría al país al default. Además, tildó de «reaccionarios» a quienes defendían a los jubilados.
Con Mauricio Macri en la Casa Rosada y la complicidad del PJ y la UCR en el Congreso, se votó la reforma jubilatoria de diciembre de 2017, con la cual los jubilados perdieron un quinto del poder adquisitivo en solo dos años. Este robo fue el detonante de una fuerte movilización brutalmente reprimida por Patricia Bullrich. Bajo el gobierno de Alberto Fernández, con Cristina Fernández y Sergio Massa en posiciones de poder, los ingresos de los jubilados continuaron en caída libre. En diciembre de 2020, se sancionó una nueva fórmula de movilidad que terminó por producir una caída aún mayor del poder adquisitivo de la jubilación mínima.
¿Por qué todos los gobiernos han empobrecido a los jubilados? La respuesta es sencilla y dolorosa: utilizaron el dinero de la ANSES para pagar la deuda externa y subsidiar a grupos empresariales, mientras desvalorizaron los salarios, lo que afectó la recaudación del sistema previsional. Nunca se repusieron los aportes patronales eliminados por Menem y Cavallo, y se promovió el crecimiento del trabajo precario, que evade todas las cargas sociales. El Estado y los capitalistas se financian a costa de los jubilados, y no al revés.
Cada uno de estos episodios representa un golpe a la dignidad de quienes, con su esfuerzo, construyeron los cimientos de la Argentina que conocemos hoy. En 2010, cuando se vetó la ley aprobada unánimemente por ambas cámaras, quedó en evidencia el desprecio por un consenso democrático alcanzado en beneficio de los jubilados. Luego, las leyes del macrismo, presentadas bajo el pretexto de mejorar el sistema previsional, no hicieron más que profundizar la incertidumbre y la injusticia. La derogación de Alberto Fernández trajo consigo promesas de un futuro mejor que nunca llegó, y ahora, con el veto de Javier Milei, nos encontramos nuevamente en el mismo punto de partida.
¿Por qué, entonces, se sigue permitiendo este manoseo constante? ¿Por qué los jubilados, quienes ya han cumplido con su parte, siguen siendo tratados como peones en una partida de ajedrez político? La respuesta parece estar en la desidia y el cansancio acumulados tras años de lucha. Las corporaciones políticas, que no parecen interesarse en la realidad de los jubilados, utilizan sus derechos como moneda de cambio en disputas que nada tienen que ver con el bienestar de quienes ya dieron todo por este país.
Es momento de que los jubilados, y la sociedad en su conjunto, exijan un acuerdo parlamentario que trascienda las mezquinas disputas partidarias. Un acuerdo que, de una vez por todas, garantice lo que por justicia corresponde: una jubilación digna, que permita disfrutar de los años que quedan con tranquilidad y respeto. No se trata de discutir un punto más o menos, sino de reconocer el valor y el sacrificio de quienes han trabajado toda su vida y merecen vivir sus últimos años de la mejor manera.
Ya es hora de que los jubilados dejen de ser el blanco fácil de promesas vacías y comiencen a recibir el trato justo que se han ganado con su esfuerzo. Porque la dignidad no puede seguir siendo un botín en la batalla política. Los jubilados merecen más, y es responsabilidad de todos exigirlo.