¿Hasta cuándo vamos a seguir aguantando?

Por Juan Severo
En los barrios siempre se habla de las clases sociales: clase baja, clase media, clase alta. Hoy quiero traer a colación otra clase, una que cada vez nos queda más lejos: la clase política. Esa casta de dirigentes que, una vez más, demuestra que sus peleas no son por mejorar nuestras condiciones de vida, sino por mantener sus islas de poder, sus quintitas, sus privilegios… como quieras llamarlos.
Mientras la gente hace malabares para llegar a fin de mes, ellos hacen malabares para mantenerse en sus cargos. Se habla de candidaturas testimoniales, de maniobras para asegurarse lugares en las listas “por el bien del vecino”. Pero todos sabemos que lo único que les interesa es perpetuarse, sostener sus estructuras, seguir manejando el poder a espaldas del pueblo. Hace apenas unos días, se votó la re-reelección para más de 45 dirigentes. Eso lo dice todo. Por suerte, en Diputados no prosperó.
Y mientras tanto, se perdió una gran oportunidad. Una vez más, no se pudo construir una alternativa política real, fuera de esas maquinarias oxidadas y viciadas. ¿Por qué? Por el narcisismo de los que conducen partidos y agrupaciones. Porque en lugar de pensar en lo colectivo, se priorizan los egos. En muchos distritos, las ganas de armar algo distinto terminaron desvaneciéndose ante la mezquindad de siempre.
Entonces, te pregunto a vos, vecino, vecina: ¿hasta cuándo vamos a seguir aguantando? ¿Hasta cuándo vamos a seguir gritando desde el sillón, insultando a la tele, diciendo “yo no me meto en política” o “todos son iguales”? Esa actitud solo les conviene a ellos. Necesitamos organizarnos. Construir una nueva identidad política desde abajo, desde nosotros.
Hay que salir de esas organizaciones vacías, que hace rato no nos representan. Dejar atrás a esos dirigentes que se creen dueños de los partidos, como si fueran empresas privadas. Que se queden con sus sellos, sus estructuras vacías y sus roscas. Nosotros tenemos que construir algo nuevo, algo sólido, algo propio. En defensa de nuestra gente, de nuestros barrios, de nuestro futuro.
Está en tus manos. No permitas que te cambien el collar y te sigan tratando como a un perro. Levántate. Participa. Porque si no lo hacemos nosotros, lo van a seguir haciendo ellos… y ya sabemos cómo termina esa historia.
Organízate. Participa. Construí una alternativa real desde abajo. No les entregues más tu dignidad.
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