Cultura

Horacio Tarcus: “La historia de la cultura de nuestro continente no se podría entender sin las revistas”

AmericaLee, el portal de portales del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), especializado en publicaciones latinoamericanas, se actualiza para facilitar el trabajo de estudiantes, investigadores y usuarios en general.

Por Inés Hayes | AméricaLee es el catálogo multimedial de revistas latinoamericanas del CeDInCI, desde donde se puede acceder de forma libre y gratuita a ediciones facsímiles de publicaciones periódicas desde fines del siglo XIX a la actualidad. Con una década de trayectoria, AméricaLee se moderniza ahora incorporando potentes herramientas de navegación, nuevas formas de acceso y búsqueda avanzada.

A sus ya conocidas publicaciones históricas de gran valor cultural –periódicos y revistas que ya no se encuentran en curso de publicación, algunos de ellos incluidos en el Programa Memoria del Mundo de la UNESCO–, AméricaLee suma el acceso a colecciones de otros portales, a las que agrega las tradicionales fichas exhaustivas, estudios especializados, índices razonados y recursos relacionados.

El portal agrega además como novedad un mapa de geolocalización en el que se visualizan las ciudades en las que nacieron y se desplegaron las diversas publicaciones, representación espacial de la cultura revisteril latinoamericana y su “ciudad letrada”, y una línea de tiempo que organiza cronológicamente las colecciones.

Accedé: americalee.cedinci.org

El investigador Horacio Tarcus, fundador y director del CeDInCI, le cuenta a Canal Abierto sobre la dimensión del trabajo de la institución.

¿Cómo nace la idea de AméricaLee?

-El portal de revistas latinoamericanas AméricaLee nació hace diez años,  por un lado, con fines de preservación y por otro, para responder a una necesidad colectiva: el acceso libre, gratuito y directo a colecciones de revistas culturales y políticas de enorme valor patrimonial, pero de muy difícil consulta, si no imposible. Los libros agotados, incluso los más antiguos, habitualmente se pueden conseguir de diversos modos: o están los ejemplares físicos en una biblioteca, o los encontrás en una biblioteca digital, o los comprás en una librería de viejo, o se localizan en los sitios de venta en línea. Por supuesto, siempre hay libros antiguos raros que todavía no están en web, pero por ahora son la excepción. En cambio, con las revistas no pasa lo mismo. Las políticas de guarda de las bibliotecas no han sido equivalentes. El propio lector guarda el libro en su biblioteca privada, pero las revistas habitualmente las descarta. Mucho más cuando los formatos son grandes y diversos: ¿dónde guardar en casa publicaciones en formato tabloide, o formato sábana? Deberían ser guardadas por bibliotecas públicas, o universitarias.

¿Por qué eso no sucede?

-Por varios motivos, esto no siempre se cumplió, ya sea por falta de presupuesto, por falta de políticas de conservación del Estado, porque las revistas a veces son efímeras, prohibidas, clandestinas… El resultado es que las colecciones disponibles en bibliotecas como la Biblioteca Nacional, la Biblioteca del Congreso o las bibliotecas universitarias suelen ser incompletas y gran parte de los títulos más importantes están ausentes o con colecciones incompletas, disgregadas.

El CeDInCI nació en 1998 con el objetivo de reunir en un solo espacio físico las publicaciones periódicas más diversas: la prensa obrera, las revistas culturales, las gacetas estudiantiles, los boletines del movimiento de derechos humanos, los impresos del movimiento feminista y de mujeres, los boletines de los activismos a favor de la diversidad sexual… ¡Al día de hoy reunimos 12.800 colecciones! La misión de la recuperación patrimonial estaba cumplida, pero había un problema: el acceso. Tenías que venir a Buenos Aires, a nuestra sede, para consultarlas. En el año 2000, cuando apareció el CD, lanzamos nuestra primera edición digital: la revista Contorno, que editaban en los años 50 los hermanos Ismael y David Viñas. Después apareció el DVD y lanzamos otras revistas en ese formato hechos con softwares de edición, para la época muy modernos: Pasado y PresenteCristianismo y RevoluciónLa Protesta… Pero hace diez años la tecnología había avanzado mucho y, por ejemplo, las nuevas computadoras personales ya no traían lectoras de CD ni de DVD. Teníamos mucho material digitalizado, de modo que comenzamos a pergeñar un portal de revistas, con acceso libre y gratuito a centenares de colecciones de revistas, no sólo argentinas, sino de toda América Latina. Iniciamos el proyecto en 2015 y ahora lo estamos relanzando en una nueva plataforma.

¿Qué diferencia hay entre el portal AméricaLee de hace 10 años y el que están relanzando ahora?

-Muchas. Hicimos un trabajo enorme para llegar a estándares internacionales, lo que implicó migrar todos y cada uno de los objetos digitales a una nueva plataforma informática, porque la nueva permite estructurar datos y metadatos. ¿Qué quiere decir? Que no ofrecés un simple pdf chato, sino una carga de títulos, nombres propios, ciudades, temas, descripción, etc., en un sistema. Si hacés click en un nombre -Rodolfo Walsh, Eduardo Galeano, Alejo Carpentier, Gabriela Mistral, por mencionar algunos-, te lleva a las revistas en que colaboraron estos escritores. Si hacés click en “vanguardias”, te lleva a las revistas de avanzada; si clickeás “modernismo”, te lleva a las revistas modernistas. Además, ahora AméricaLee no es solo un portal de revistas, sino un portal de portales, porque desde nuestro sitio podés acceder a revistas latinoamericanas subidas a otras plataformas del mundo que hayan digitalizado publicaciones latinoamericanas. Este proceso está en desarrollo permanente, y ya tenemos acuerdos con otros sitios para ir incluyendo sus revistas. El nuevo portal te ofrece una unificación de la información sobre revistas, hasta ahora dispersa.

¿Entonces, no es única en su tipo?

-Los portales de revistas nacieron con el nuevo siglo en todo el mundo, pero su desarrollo fue desigual. Algunos portales son privados, como Google Books, te ofrecen, o bien acceso muy restringido (solo ves apenas un fragmento de un libro o una revista), o bien acceso libre aunque no gratuito, a cambio de una suscripción anual, muy onerosa para las posibilidades de una sola persona, e incluso para cualquier institución de nuestros países. Los hombres y las mujeres “de a pie” nos tenemos que conformar con ver dos o tres líneas, es como mirar el Paraíso desde el ojo de una cerradura. La UNESCO y algunas bibliotecas nacionales o universitarias han desarrollado grandes portales de acceso gratuito a libros y revistas históricos, como Internet Archive (una entidad de EEUU sin fines de lucro), Gallica (de la Biblioteca Nacional de Francia), la Biblioteca Virtual “Miguel de Cervantes” (que lleva adelante la Universidad de Alicante), las Bibliotecas Nacionales de Brasil, España, etc.

Por diversos motivos, la Biblioteca Nacional argentina arribó tarde a este proceso y los proyectos de digitalización de revistas fueron asumidos inicialmente por AméricaLee, el portal del CeDInCI, y AHIRA (Archivo histórico de revistas argentinas), un portal vinculado a la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Recientemente se han sumado el Portal de Revistas culturales de Rosario y el Portal de Revistas culturales de Córdoba, entre otros. Pero el mayor precedente en nuestra región es el Portal Anáforas de revistas uruguayas, que nació en 2004 como iniciativa de un seminario dictado por Lisa Block de Behar en la Universidad de la República. Un seminario universitario, un equipo de pocas personas, un presupuesto modestísimo, un país de pequeñas dimensiones geográficas (“el paisito”, como le dicen los propios uruguayos) y, sin embargo, producto de una voluntad cultural tenaz hoy ofrece uno de los portales más potentes de todo el continente.

Horacio Tarcus

¿Qué aportaron las revistas latinoamericanas en el momento de su explosión?

-Las revistas surgen con fuerza en América Latina a fines del siglo XIX. Por supuesto, están las revistas de los años de la Independencia, pero las guerras de liberación y las guerras civiles eran poco propicias para un género que exigía otro tempo, otra tranquilidad de producción y de escritura. El ciclo surge a mediados del siglo XIX, se estabiliza en el 1900, con los magazines ilustrados (como Caras y CaretasFray Mocho, etc.) y las revistas literarias del modernismo, estalla en los años 20 y 30 con las revistas de la vanguardia artística, vuelve a explotar en los años 60 y 70 con las revistas de la nueva izquierda. El género decae a principios de siglo XXI, porque los blogs y las revistas digitales son otro fenómeno.

Para resumir, te diría que la historia de la cultura de nuestro país, y de todo nuestro continente, no se podría entender sin las revistas. Fueron una de las manifestaciones más dinámicas de nuestra cultura. Anticiparon al libro, fueron exploratorias, programáticas, propiciaron debates. Los grandes debates históricos del siglo XX no fueron de libro a libro, fueron de revista a revista.

Buena parte de las “obras completas” de autores como Rubén Darío, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, José Carlos Mariátegui o Victoria Ocampo, que hoy vemos impresos en gruesos volúmenes, aparecieron en revistas. Y no todos sus artículos, o sus poemas, llegaron al formato libro. Por eso nuestras revistas son también una caja de sorpresas, es siempre estimulante descubrir el contexto original de un texto, las ilustraciones a las que apareció asociado, los debates que pudo haber generado en esa o en otras revistas de su tiempo.

En fin, AméricaLee es una apuesta por la vitalidad de la cultura latinoamericana y también por el acceso libre y gratuito a nuestro patrimonio documental.

Fuente: https://canalabierto.com.ar/

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba