Economia

La encrucijada de Milei

A pesar de la licuación de ingresos, el Gobierno alimenta las expectativas populares con la promesa de domar la inflación. Pero los economistas advierten que su éxito o fracaso depende de la negociación con el campo, que será a suerte y verdad. Los detalles.

Ilustración: Marcelo Spotti

Redacción Canal Abierto | Con múltiples indicadores en su contrala política económica del gobierno de Javier Milei descansa en una promesa: bajar la inflación.

En esa línea, el Índice de Precio al Consumidor (IPC) publicado el viernes por INDEC fue festejado como una victoria, ya que el 11% que arrojó muestra una desaceleración sostenida desde el cimbronazo de diciembre (25,5%) y se encuentra incluso un poco por debajo del último número inflacionario del gobierno anterior (12,8%).

Ese pequeño triunfo descansa en dos variables: un consumo pinchado gracias a la licuación del ingreso, y un frente externo más o menos tranquilo a fuerza de acumular divisas en el Banco Central (BCRA). Sin embargo, mientras que la primera de ellas no es bien percibida por las grandes mayorías, la estabilidad de la segunda pende de su hilo.

Si el Gobierno cede a las presiones de los empresarios agrícolas y vuelve a dar un salto en el valor del dólar, la inflación volvería a acelerarse y la caída de la actividad económica y de los ingresos reales de la población, a acentuarse.

Medidas de cortísimo plazo

La bandera que ondea La Libertad Avanza y con la construye la perspectiva de confianza en sus políticas es el “saneamiento” del BCRAque en estos meses pudo acumular reservas por US$ 7.000 millones y, reducir la brecha cambiaria hasta el 13% a fines de marzo.

En un informe reciente, el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), analizó el futuro de este supuesto éxito que mantiene al dólar planchado y estableció que las medidas que permitieron esta estabilización del frente externo consistieron en “la emisión de deuda en dólares con importadores” en un contexto de fuerte caída de la actividad, el retaceo de dólares a los importadores “a niveles récord”, y —a contramano de su manual doctrinario— la suba de impuestos a las importaciones y la permanencia de un estricto cepo cambiario.

El BCRA se queda los pesos hoy a cambio de entregar dólares en dos o tres años. “Para un Banco Central sin dólares, puede ser una medida astuta pero de ninguna manera puede ser entendido como un ‘saneamiento’ del balance”, aclaran desde el CESO.

“Lo que Milei define como ‘saneamiento’ del BCRA consiste en la licuación de sus pasivos en pesos por la vía de la aceleración inflacionaria junto a la baja de las tasas de interés y la mejora de las reservas netas —detallan desde el CESO—. Si se mira la sostenibilidad del balance del BCRA, nadie puede afirmar que se mejora gracias a la emisión de un pasivo en dólares como los BOPREAL. Por un lado, porque los Bancos Centrales de países con autonomía monetaria tienden a tener pasivos denominados en su propia moneda. Segundo, porque la emisión de estos títulos que son de corto plazo tienen un efecto muy similar a una ‘intervención cambiaria diferida’”.

En otras palabras, el BCRA se queda los pesos hoy a cambio de entregar dólares en dos o tres años. “Para un Banco Central sin dólares, puede ser una medida astuta pero de ninguna manera puede ser entendido como un ‘saneamiento’ del balance”, aclaran.

Por otro lado está el mercado agroexportador, concentrador del grueso de las divisas que ingresan al país y que ya desde la gestión de Sergio Massa al frente al Ministerio de Economía ha venido retaceando para forzar devaluaciones que incrementen sus ingresos.

Esta dinámica, según el equipo de economistas, lejos de mejorar se ha “profundizado”. “El famoso drama de la deuda de importadores con el que asumió Milei no sólo continuó sino que empeoró notablemente durante su gestión. Lo que podía tener algún sentido en un contexto de sequía para no frenar toda la actividad a causa de un evento climático exógeno, no debería tener cabida con brecha cambiaria baja, salarios arruinados y actividad en niveles pandémicos”, plantean.

La producción de soja y maíz fue cercana a los 100 millones de toneladas (casi el doble que el año pasado) pero el ritmo de liquidación de la cosecha dependerá —como viene ocurriendo— de la pulseada entre los grandes empresarios agropecuarios y el Gobierno.

De igual manera, advierten que las dudas sobre la estabilidad externa se agravan si se considera que la acumulación de reservas viene estancada desde comienzos de febrero, en un contexto de fuerte caída de la actividad y los ingresos reales, cepo cambiario que limita pago de importaciones, de turismo y compras de tarjetas en el exterior. “Si no hay acumulación genuina de reservas en estas condiciones ¿cuáles serían más propicias?”, se preguntan.

Lo que viene

A corto plazo, la posibilidad de relajar el cepo y aflojar las cuerdas del ajuste económico descansa en la pronta liquidación de la cosecha gruesa.

La producción de soja y maíz fue cercana a los 100 millones de toneladas (casi el doble que el año pasado) pero el ritmo de liquidación de la cosecha dependerá —como viene ocurriendo— de la pulseada entre los grandes empresarios agropecuarios y el Gobierno.

Según explica el CESO, los empresarios agropecuarios consideran que el valor del Tipo de Cambio Real se encuentra a niveles cercanos a los de la asunción de Milei, debido a que la fuerte inflación posterior acompañada de una relativa estabilidad del dólar fue carcomiendo su incremento inicial. Además, “la perspectiva de un pronto levantamiento del cepo es traducida como la posibilidad latente de un nuevo salto cambiario”, agregan.

En el debate, el Gobierno podría hacer pesar que la licuación del salario ha disminuido el peso de los costos laborales, así como las nuevas condiciones redujeron los costos de insumos importados. Sólo eso, ya que reducir las retenciones como estrategia de seducción tampoco parece, para el CESO, una alternativa viable, “ya que choca con el objetivo oficial de ordenar las cuentas públicas y contaría con la desaprobación externa de los funcionarios del FMI”.

Pero, si el Gobierno cede a las presiones de los empresarios agrícolas y vuelve a dar un salto en el valor del dólar, la inflación volvería a acelerarse y la caída de la actividad económica y de los ingresos reales de la población, a acentuarse.

“Esa perspectiva podría ensombrecer las perspectivas de éxito del programa económico en materia de estabilidad de precios y, con ello, el apoyo social con que aún goza el oficialismo —sentencian—. De cómo resuelva esa encrucijada dependerá gran parte de sus futuras chances de éxito político y económico”.

Ilustración: Marcelo Spotti

 

Fuente: https://canalabierto.com.ar

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