Politica

La Ingeniería del Caos: Una Estrategia para Tapar la Realidad

Por Juan Severo

El presidente de la Nación ha demostrado ser un hábil provocador y manipulador. Su estrategia es clara: generar caos y escándalo constante para mantener el control de la agenda pública y desviar la atención de los problemas estructurales que enfrenta el país.

En ese contexto, su última maniobra ha sido intentar desestabilizar al gobernador de la provincia de Buenos Aires, la más importante del país, con más de 17 millones de habitantes. Al pedir su renuncia y sugerir una posible intervención, busca provocar una reacción inmediata de los dirigentes políticos, gremiales y sociales, quienes, como era de esperar, salieron a respaldar la democracia sin detenerse a analizar la realidad jurídica de la situación.

Desde un punto de vista legal, la intervención de una provincia no es un mecanismo que el presidente pueda ejecutar arbitrariamente. La Constitución Nacional establece un procedimiento riguroso para ello, que requiere la intervención del Congreso y la existencia de causas justificadas. En este sentido, el pedido presidencial carece de sustento real. Sin embargo, su verdadero objetivo no es la intervención misma, sino la instalación de un debate ficticio que monopolice la discusión pública.

La estrategia funciona porque los actores políticos, en lugar de ignorar la provocación, caen en la trampa y responden con indignación. De esta forma, el presidente se mantiene en el centro de la escena, alimentando su narrativa de conflicto permanente. Mientras tanto, los problemas reales que afectan a la población, como la inseguridad, la inflación y la crisis económica, quedan relegados a un segundo plano.

Un ejemplo reciente de esta dinámica es la publicación de una nota en The New York Times, que reveló información comprometedora para el gobierno. Es altamente probable que el entorno presidencial estuviera al tanto de su contenido antes de su publicación, dado que es práctica habitual en el periodismo serio ofrecer la posibilidad de un descargo a los involucrados. Ante esto, la reacción del presidente no fue responder sobre el fondo de la cuestión, sino generar un escándalo mediático para eclipsar la noticia.

Este tipo de maniobras, conocidas como «ingeniería del caos», son utilizadas en diversos contextos políticos para manipular la percepción pública y evitar el escrutinio sobre cuestiones de fondo. La clave para desarticularlas no es sumarse al juego del enfrentamiento permanente, sino centrarse en los problemas concretos que afectan a la ciudadanía y exigir respuestas sobre ellos. Mientras la oposición y los medios sigan reaccionando a cada provocación, el presidente seguirá marcando la agenda a su conveniencia.

 

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