La “libertad” del gobierno y la esclavitud del trabajador

Por Juan Severo
El gobierno habla de “libertad”, de la “defensa de la familia” y de la “meritocracia” como si fueran banderas nuevas, pero detrás de ese discurso se esconde la vieja receta de siempre: quitarle derechos a los trabajadores en nombre del progreso.
La nueva reforma laboral, presentada como una herramienta para “generar empleo”, es en realidad una trampa que solo beneficia «como siempre» a los mismos sectores concentrados de poder.
Se pretende imponer una jornada de 12 horas diarias, o horas libres como le dicen, sin pago de horas extras, destruyendo la idea misma de equilibrio entre trabajo, descanso y tiempo familiar. Aquella conquista histórica de 8 horas para trabajar, 8 para descansar y 8 para vivir, hace tiempo dejó de ser una realidad para millones de argentinos que viajan 4 o 5 horas por día en transportes públicos saturados, inseguros y carísimos.
Mientras tanto, nadie menciona el Artículo 14 Bis de la Constitución Nacional, que garantiza el derecho a un salario mínimo vital y móvil que cubra las necesidades básicas del trabajador y su familia. Ese principio elemental se viola todos los días, y el gobierno, lejos de remediarlo, busca consolidar la desigualdad con medidas que flexibilizan, precarizan y desfinancian la seguridad social.
El intento de pagar indemnizaciones en cuotas, o parte del sueldo con “bonos” o “tickets canasta”, no es novedad: ya se probó, y el resultado fue el mismo. Menos derechos, cajas jubilatorias desfinanciadas y más desigualdad.
Estas políticas tampoco benefician a las pymes, que son las que realmente generan empleo en la Argentina. Por el contrario, las dejan más expuestas a los juicios laborales, a la caída del consumo y al ahogo financiero.
El problema no está en la ley ni en el costo del despido, como quieren hacernos creer. Ninguna empresa contrata trabajadores si no hay demanda, crédito o un mercado interno que funcione.
Argentina tiene hoy más del 40% de trabajo no registrado, según dicen uno de los índices más altos del mundo. La “Ley Bases”, que prometía blanquear a millones, fue un fracaso total: apenas el 0,3% de los trabajadores fue regularizado un poco mas de 16 mil laburantes. El resto sigue sin obra social, sin aportes y sin horizonte. este núcleo es mas o menos de 12 millones de argentinos y argentinas están a la buenas de dios.
La apertura indiscriminada de importaciones agrava todo: destruye la producción nacional, quiebra empresas, deja familias en la calle y erosiona la soberanía económica. En nombre de una supuesta “libertad de mercado”, se sacrifica el trabajo argentino y se hipoteca el futuro del país.
Pero la historia enseña que los pueblos no se salvan por decreto ni por los favores del poder, sino por su organización y su conciencia colectiva.
Por eso, frente a este panorama, no hay espacio para la resignación. Es momento de reconstruir un proyecto de país desde abajo, con el protagonismo del pueblo trabajador, los jubilados, las pymes, los jóvenes y todos los sectores que creen en una Argentina justa, soberana y solidaria.
Porque la libertad que propone Milei no es libertad: es explotación.
Y solo desde abajo, con unidad, organización y esperanza, construiremos una Argentina con justicia social.
Por una patria de los trabajadores y para los trabajadores.
				


