La Represión a los Jubilados: Una Mancha en la Historia

Por Juan Severo
La violencia contra los jubilados que se manifestaban hoy frente al Congreso no solo es un hecho repudiable, sino que también representa una afrenta a la memoria de quienes han dedicado toda una vida al trabajo y al desarrollo del país.
Durante más de treinta años, los jubilados y jubiladas han reclamado pacíficamente en las puertas del Congreso por el derecho a vivir con dignidad. Sin embargo, lejos de recibir respuestas y soluciones, hoy fueron nuevamente reprimidos brutalmente por las fuerzas de seguridad. La imagen de una jubilada empujada por un policía hasta golpear su cabeza contra el suelo es el reflejo de una política que no solo ajusta económicamente a los sectores más vulnerables, sino que también los castiga con la violencia estatal. No murió de milagro, pero el mensaje fue claro: a los viejos se los reprime, no se los escucha.
La jubilación mínima hoy no llega ni siquiera a los niveles de indigencia, y el gobierno sigue avanzando con medidas de desfinanciamiento del sistema previsional. Pero lo ocurrido hoy va más allá: no solo los jubilados son víctimas de los recortes y el ajuste, sino también del maltrato físico y simbólico. No hay justificación alguna para la represión a personas mayores que solo exigen lo que les corresponde.
Sin embargo, también hubo sectores que aprovecharon la jornada para generar desmanes, sin importarles que en medio de la violencia quedaran atrapados quienes verdaderamente estaban allí para defender su derecho a una vejez digna. La represión fue un ataque directo contra los jubilados, pero también fue funcional a quienes buscan instalar la idea de que la protesta es sinónimo de caos.
Es fundamental recordar que a un gobierno no se lo saca con piedras ni con violencia, sino con los votos. La lucha de los jubilados debe continuar en las calles, pero también en las urnas, organizando la resistencia y exigiendo políticas que garanticen derechos básicos. No podemos permitir que la memoria de tantos años de lucha se manche con la brutalidad de un Estado que debería proteger a quienes lo construyeron con su esfuerzo.