Los piojos que recorrieron el mundo para contar la historia de la humanidad
En un estudio internacional, científicos argentinos y estadounidenses recolectaron piojos de muchas partes del mundo para investigar la relación entre estos parásitos y los movimientos migratorios humanos. Por qué son indicadores de las interacciones humanas a lo largo del tiempo y cómo descubrieron su presencia en grandes eventos de la historia, en esta nota.
Los piojos viajaron primero. Antes de que Ariel Toloza, investigador independiente del CONICET y doctor en Ciencias Biológicas de la UBA, llegara a Estados Unidos, cientos de frascos con estos diminutos parásitos volaron desde distintas partes del mundo hacia un laboratorio en la Universidad de Florida. Era el comienzo de un proyecto tan inusual como revelador. «Me aseguré de que los piojos llegaran antes que yo. Sin ellos nada en esta historia tenía sentido», comentó Toloza con una sonrisa, recordando la adrenalina al despachar esa valija tan particular.
El objetivo del estudio era analizar los movimientos migratorios humanos a través de la genética de los piojos. Estos parásitos, exclusivos de las personas, han evolucionado durante miles de años. Eso los convierte en «buchones» genéticos, según bromea Toloza: su ADN guarda huellas clave de la historia.
“Los piojos no saltan ni vuelan. Para contagiarse, es necesario un contacto físico cercano. Eso los convierte en indicadores perfectos de las interacciones humanas a lo largo del tiempo”, explicó el investigador, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM. En el estudio, se recolectaron muestras de piojos de distintas regiones, que fueron analizadas con marcadores genéticos específicos para trazar líneas de tiempo y patrones de migración.
El análisis genético reveló que los piojos llegaron a América junto con los primeros humanos que cruzaron desde Asia hace más de 30 mil años. Estos parásitos, fieles acompañantes de sus anfitriones, conservan huellas genéticas que reflejan aquel poblamiento inicial. “Encontramos un grupo de piojos genéticamente diferenciado, que corresponde a los primeros habitantes de América, y que ya estaba presente antes de la llegada de Colón”, explicó Toloza.
¿Evidencia histórica o amenaza sanitaria?
Además de su papel como marcadores históricos, los piojos tienen una importancia epidemiológica. “El piojo de la ropa, por ejemplo, es un vector de enfermedades graves como el tifus y la fiebre de las trincheras y fiebre recurrente, que diezmaron poblaciones en el pasado. Aunque ahora es menos frecuente, sigue siendo una amenaza en contextos de crisis humanitaria”, advirtió Toloza, investigador del Centro de investigaciones de Plagas e Insecticidas (CONICET-UNIDEF-OMS).
El estudio también exploró las adaptaciones genéticas que permiten a los piojos resistir insecticidas, un área en la que Toloza y su equipo son expertos. En Argentina, realizan talleres educativos en escuelas para recolectar muestras de piojos vivos y probar nuevos tratamientos. “Somos de los pocos laboratorios en el mundo que puede trabajar con piojos vivos. Esto nos da una ventaja única para investigar su resistencia a insecticidas”, afirmó.
Los piojos, esos tormentos de la infancia que se intentan arrancar con peines finos y productos, son también viajeros históricos que guardan en su ADN claves de migraciones, mezclas culturales y hasta las batallas contra epidemias que marcaron el destino y la historia de nuestra especie.
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