Milei y la oscuridad, Rimbaud y los colores
Entre la fotosensibilidad y la luz que alumbra el camino a los poderosos, de “El costado izquierdo” a la extrema derecha, el Presidente deambula entre el odio, un plan de gobierno que no funciona y amplios rechazos. Argentina 2024, una obra de arte inexplicable.
Por Federico Chechele | “Estamos preparando la atmósfera a los requerimientos del invitado especial”, apuntó la periodista Cristina Pérez en su rol de presentadora para apaciguar al presidente Javier Milei quien oficiaría de principal orador del Foro Económico Internacional de las Américas, que se desarrolló el martes en el Hotel Four Seasons.
Hasta ahí parecía todo normal, hasta que entró el primer mandatario y casi en penumbras comenzó a hablar de manera intermitente ante los presentes. Esto ya había ocurrido semanas atrás en entrevistas televisivas con Antonio Laje, Chiche Gelblung y Luis Majul quienes recrearon un ambiente de escasa luz -esto último admite varias interpretaciones–, prohibiendo también que le tomen fotografías en los sets de televisión.
Desde su entorno aseguran que el jefe de Estado es “fotosensible”, una enfermedad que no pareciera ser muy grave y mucho menos que justo se la haya agarrado desde que asumió como Presidente de la Nación, ya que durante muchos años Milei casi que dormía en los canales de tantas entrevistas que brindaba y nunca acusó ningún problema ni solicitó que le bajen las luces. Javier Milei es el dirigente político más entrevistado en la televisión de los últimos cinco años.
Es casi inevitable y entretenido recurrir a la asimetría con Chuck, el hermano de Saul Goodman que permaneció durante toda la serie Better Call Saul semi-recluso creyendo que sufre de “hipersensibilidad electromagnética”. En Google aseguran que la HSE no tiene base científica y carece de diagnóstico médico reconocido. Las quejas se caracterizan por una “variedad de síntomas no específicos, que las personas afectadas atribuyen a la exposición a campos electromagnéticos”.
Pero la oscuridad de Milei no es solo el sufrimiento personal que tiene con el mundo en general, donde se salvan algún tipo de perro y uno que otro familiar. Su oscuridad es clasista e ideológica para tomar decisiones contra las necesidades de la mayoría de la población y a costa de una red de negociados de los grupos económicos con el único fin de que unos pocos se queden con todo.
Para ello necesita fogonear a un sector que se inmola en las redes sociales con discursos retorcidos, con asco y odio, y desde el cual algunos se le animaron a la vida real como Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte cuando intentaron asesinar a la expresidenta Cristina Kirchner. Se los denomina simpáticamente “la banda de los copitos”, pero pertenecen a una organización llamada Revolución Federal que profesan ideas nazis, antisemitas, antiperonistas y con mucha marginalidad.
Acá también es inevitable remontarse hacia la última dictadura genocida para recordar la mayor oscuridad sufrida por el pueblo argentino. Milei se representa ahí. Y no hay nada más oscuro que odiar a la democracia, no tener empatía con los que menos tienen, no respetar a las minorías y negarse a distribuir la riqueza.
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En el año 2012, la banda Estelares sacó el disco El costado izquierdo, cuyo segundo tema Manuel Moretti bautizó “Rimbaud” para recordar aquellos tiempos de formación sensible a base de drogas que tienen los estudiantes, sobre todo de Bellas Artes y fundamentalmente de La Plata.
Si bien el nombre de la canción es un lugar común, fácil, su letra tiene un poderío que sobre vuela hoy al peronismo, a la oposición, al campo popular y a todos los que se oponen a Milei. “¿Dónde estarán ahora los olores que nos supieron liberar?”, y “¿Dónde estarán ahora todos los colores? Están listos para volver”, es la bronca que retumba entre los que quieren salir de la oscuridad y exigen, reclaman y necesitan que los acompañen en este dolor de vivir sobreviviendo.
La dura embestida del gobierno hacia los sectores de menores recursos a esta altura necesita de pronunciamientos y barro. Decir y poner la cara. Pero hoy la política partidaria juega al tiempismo cuando las necesidades son inmediatas, cuando no hay tiempo para recuperarse.
En aquel lejano diciembre, cuando Milei presentó el DNU que tanto daño le produce a la mayoría de la población resurgieron sin dudarlo las cacerolas para expresar que el pueblo no iba a permitir un nuevo saqueo. Días más tarde, con una reacción acorde al momento, las tres centrales sindicales pudieron convocar a un paro nacional. Se encaminó la disputa en el Congreso de la Nación, se logró retirar la Ley Ómnibus y rechazar en DNU en el Senado. Hubo reacción. Se espera mucho más.
Mientras tanto, parecía que este 24 de marzo, luego de 18 años se iba a lograr materializar la unidad para realizar una sola movilización y un solo acto de todos los sectores que componen el amplio arco del movimiento de derechos humanos, con la lectura de un solo documento. No sucedió. Las miserias aparecieron de ambos lados. Sin embargo, a la sociedad y al pueblo no le importó, rebalsó las calles y plazas de las principales ciudades del país negándose a formar parte de discusiones fuera de época.
Otro tanto pasó con el peronismo que, en su rol de mayor partido opositor, un sector de la sociedad le exigía que se ponga los guantes para dar señales de pelea. El Congreso del PJ se reunió y terminó con más rasguños que abrazos. Tibios vencedores y tibios perdedores. Pero con una frase de un intendente del conurbano bonaerense que sobrevoló el microestadio de Ferro haciendo una fuerte crítica sobre los que luchan y los que siguen de largo.
“Rimbaud” tiene además frases como “Éramos la vanguardia”, “Éramos toda la novedad” o “Nadie nos podía imitar” que, sin ánimo de señalar, representa a sectores que tuvieron todo y hoy, claro, es a los que más se les exige. “¿Dónde estarán ahora todos los colores? Están listos para volver”. Habrá que ver.
Fuente: https://canalabierto.com.ar