“Fue un pionero en muchas cosas, precursor de otras tantas, y jugaba como les piden a los arqueros que jueguen hoy en día. Tenía luz propia, era carismático y eficaz, porque era un arquerazo”, indicó el “Mono”, quien el 18 de septiembre de 1988 debutó en la Primera de Boca de la mano del DT José Pastoriza, en reemplazo de su ídolo, nada más y nada menos que en un Superclásico ante River.

“Fue un desafío y una distinción. Tuve la suerte de compartir el plantel con mi ídolo, de competir con él, y eso me marcó para toda la vida”, manifestó. “En mi niñez soñaba ser como Gatti y jugar en Boca. Fue un arquero que marcó una época y que quedará en el recuerdo para siempre. Iba a verlo a jugar a la Bombonera y es el primer recuerdo que se me viene a la mente. Tuve la suerte de ver al equipo del ‘Toto’ Lorenzo, donde él era un jugador referencial”, recordó Navarro Montoya.

El “Loco” eterno

Al destacar las cualidades de su referente, el “Mono” resaltó: “Tenía una increíble capacidad de lectura del juego para anticipar las jugadas y saber qué iba a hacer el rival para llegar; era el último defensor, pero también era el primer atacante del equipo. Era completísimo”. Por último, expresó: “Hugo pertenece a esa raza de futbolistas que son eternos. Aquel que se va físicamente pero que deja una huella, marcas, un camino y no muere nunca”.