De que se trata

«Nunca somos viejos en nuestro interior.»

Con ironía, relata un episodio de su vida cotidiana: “Esta mañana me cedieron mi asiento en el metro, pero me negué, eso también es rebeldía”. Esta frase ilustra la visión a menudo condescendiente de las personas mayores y abre un debate necesario sobre el edadismo. Durante su aparición en el programa C à vous, Laure Adler habló sobre cómo la vejez a menudo viene impuesta desde fuera.

Historia de Tatiana

 

Nunca envejecemos por dentro. «No pensamos en ello, es la forma en que nos miran los demás lo que nos hace parecer viejos», dijo. Esta observación resuena especialmente en una sociedad donde la apariencia física y la productividad se imponen con demasiada frecuencia como estándares dominantes.

Esta observación pone de relieve un fenómeno que aún se debate poco en el espacio público: el edadismo. Este término se refiere a toda discriminación basada en la edad, en particular contra las personas mayores. Estos prejuicios pueden traducirse en comportamientos aparentemente benévolos –como ceder un asiento en el transporte público– pero que, en realidad, pueden congelar a los individuos en una identidad impuesta.

Una palabra rara en los medios

El discurso de Laure Adler es tanto más importante cuanto que rara vez aparece en los medios de comunicación generales. Al rechazar el asiento que le ofrecen en el metro, Laure Adler no rechaza un gesto cortés; Ella rechaza, sobre todo, la etiqueta que la gente intenta ponerle.

 

En una sociedad que valora la juventud como un ideal, envejecer se convierte en un estigma. Y las mujeres son a menudo las primeras víctimas de este sistema de representación. Los mandatos de “verse joven”, “mantenerse activo”, “envejecer bien” reflejan una exigencia implícita: nunca mostrar la edad. Lo que señala Laure Adler es esta presión constante que invisibiliza la vejez en lugar de reconocerla como una etapa legítima, rica y digna.

Envejecer sin disculparse

El testimonio de Laure Adler puede leerse como un llamado a una mejor comprensión del envejecimiento. No se trata de negar las fragilidades que puede traer consigo la edad, sino de no permitir que se conviertan en un estigma o en motivo de condescendencia. «De eso se trata la rebelión», dijo, refiriéndose a su negativa en el metro. Una revuelta pacífica pero decidida contra las asignaciones.

Laure Adler, con esta sencilla pero poderosa frase, nos invita a repensar nuestra visión de la vejez. Ella se niega a limitarse a una identidad impuesta por otros. Su gesto, aunque discreto, resuena como un acto de resistencia. Con esto nos recuerda una cosa esencial: la edad nunca debe definir el valor, la libertad o la identidad de un individuo.

Fuente: https://www.msn.com

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