¿Por qué Rusia fue expulsada del deporte europeo y no Israel?
A más de dos años de la invasión a Ucrania los equipos rusos siguen suspendidos y su selección fue retirada de los mundiales 2022 y 2026. Tras 20 meses de bombardeos y 54.000 muertes en Gaza, no hay sanciones contra clubes israelíes. El deporte, espejo del poder global.

Redacción Canal Abierto | A más de dos años del inicio de la guerra en Ucrania, Rusia sigue fuera de las principales competiciones deportivas internacionales. Clubes de fútbol, selecciones nacionales, atletas olímpicos y equipos de básquet fueron marginados por organismos como la UEFA, la FIFA, la Euroliga y el Comité Olímpico Internacional.
En paralelo, Israel, que sostiene una ofensiva militar devastadora sobre Gaza, con más de 54.000 muertos en su mayoría civiles, no solo no fue sancionado: se le abren nuevas puertas.
¿Qué explica esta diferencia? ¿Por qué unos son expulsados y otros protegidos, incluso cuando los crímenes de guerra están documentados y denunciados por organizaciones internacionales? La respuesta no está en los valores universales del deporte, sino en los intereses de las potencias que lo controlan.
Rusia, fuera desde el primer minuto
El 28 de febrero de 2022, apenas cuatro días después de iniciada la invasión a Ucrania, la UEFA y la FIFA suspendieron a clubes y selecciones rusas de todas sus competencias. La sanción fue inmediata: equipos como el Zenit o el CSKA quedaron fuera de torneos europeos, y la selección fue apartada de las Eliminatorias rumbo al Mundial de Qatar. También sigue afuera de la carrera hacia Estados Unidos-México-Canadá.
Tanto es así que el mes pasado, Donald Trump aseguró, durante la primera reunión del Grupo de Trabajo oficial para controlar la organización de la Copa del Mundo 2026, que una potencial participación de Rusia sería “un incentivo” para abandonar la guerra contra Ucrania. Sin embargo, este escenario no es posible de ninguna manera de acuerdo a los estamentos de FIFA y UEFA. Las eliminatorias, además, se encuentran en su etapa final.
También el Comité Olímpico Internacional tomó medidas. Primero permitió la participación de atletas rusos sin bandera ni himno. Luego, directamente los excluyó de ciertos eventos clasificatorios para los Juegos Olímpicos de 2024, que se realizaron en París.
El argumento fue defender los “valores del deporte” y la “solidaridad con Ucrania”.
Israel impune, y cada vez más presente
En cambio, Israel continúa compitiendo con total normalidad, pese a llevar adelante una campaña militar sistemática contra la población palestina. Bombardeos a hospitales, bloqueos a ayuda humanitaria, ataques a campos de refugiados y más de 55.000 muertes no bastaron para que la UEFA o el COI consideraran siquiera suspender al Estado sionista de sus competiciones.
Clubes como el Maccabi Haifa y el Hapoel Tel Aviv siguen jugando torneos europeos. En el ámbito olímpico, el COI mantuvo firme la participación israelí en París 2024. Y como si fuera poco, la próxima temporada la Euroliga de básquet sumará a un segundo equipo israelí: el Hapoel Tel Aviv, que jugará la edición 2025/26 como nuevo miembro permanente, consolidando el lugar privilegiado del país en el mapa deportivo del continente.

Si bien Israel está ubicado geográficamente en el Medio Oriente de Asia, tanto su selección de fútbol como sus equipos son miembros plenos de la UEFA y participan de las competiciones Europeas desde 1991, ya que fueron expulsados de sus propias federaciones: en 1974 Israel fue apartada de la Confederación Asiática de Fútbol, porque los equipos del mundo árabe se negaban a enfrentarlo. Lo mismo ocurrió con instituciones y combinados nacionales de otras disciplinas deportivas.
OTAN, poder blando y dobles estándares
Esta disparidad no es casual ni producto de omisiones. La OTAN, si bien no regula competiciones deportivas, ejerce una influencia decisiva en el orden global, que se filtra en todas las estructuras internacionales, incluido el deporte.
Rusia, enemiga declarada del bloque atlántico, fue castigada con sanciones totales, incluso deportivas. En cambio, Israel –aliado estratégico de Estados Unidos y Europa, receptor de financiamiento militar y respaldo diplomático– no solo no fue castigado, sino que se ve beneficiado.
El deporte internacional, lejos de ser un terreno neutral o apolítico, reproduce las jerarquías de poder global. No se sanciona la violencia: se sanciona a quien desafía el orden occidental. Israel mata, pero juega. Rusia invade, y queda afuera.

El deporte como espejo del mundo
Desde el fútbol hasta los Juegos Olímpicos, pasando por la Euroliga, la lógica es clara: las reglas del deporte global no las escriben los deportistas ni los pueblos, sino las potencias. Y cuando el árbitro se sienta en Bruselas o Washington, los fallos siempre benefician a los aliados.
Mientras las bombas caen sobre Gaza y los organismos internacionales acumulan denuncias contra Israel, los estadios europeos seguirán entonando su himno, encendiendo luces y recibiendo a sus clubes. Porque en el tablero del poder global, no todos los crímenes tienen la misma penalización. Ni todos los pueblos tienen derecho a jugar.
Foto principal: Gianni Infantino y Vladimir Putin, durante la inauguración del Mundial de Rusia 2018.
Fuente: https://canalabierto.com.ar