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¿Quién organiza al campo popular después del 18J?

La masiva marcha contra la condena a CFK abrió un nuevo escenario y demostró que son muchos los dispuesto a defender la democracia. Con las elecciones a la vista, dirigentes y espacios políticos se enfrentan al desafío de conducir la bronca y volver a entusiasmar.

Por Federico Chechele | La masiva movilización a Plaza de Mayo de este miércoles no fue una postal más de la política argentina. Fue una interpelación directa a un presente en el que la democracia, lejos de fortalecerse, parece retroceder entre decretos autoritarios, represión institucionalizada y una Justicia que actúa como brazo ejecutor del poder político y económico. El fallo contra Cristina Kirchner no puede leerse aislado de este contexto.

La Plaza también se manifestó contra el reciente DNU 383/2025, que le otorga facultades extraordinarias a la Policía Federal, violando derechos y garantías básicas. Una medida que se enmarca en una ofensiva más amplia contra la protesta social, el sindicalismo, la universidad pública, la ciencia y todo lo que huela a organización popular. Fue, sobre todo, una defensa activa de la democracia y un grito colectivo que no está dispuesto a naturalizar el autoritarismo bajo ropajes institucionales.

Frente a este panorama, la histórica plaza de los argentinos se desbordó una vez más con la particularidad de que esta vez la convocatoria vino de parte del Partido Justicialista, en hermandad con La Cámpora, ambas escuderías que responden a Cristina Kirchner. Pero junto a un varieté de organizaciones: desde las dos CTA, sindicatos de la CGT -ya que la cúpula no convocó orgánicamente-, movimientos sociales, el Movimiento Derecho al Futuro de Axel Kicillof -que se diferenció del cristinismo dando una muestra más de autonomía política con una columna propia-, e incluso partidos vinculados al troskismo. El dato más contundente: la multitud de ciudadanos y ciudadanas que se identifican directamente con la figura de la expresidenta.

El “vamos a volver” que retumbó marca un horizonte. Se vio en las caras de la militancia que busca un lugar para dar batalla al gobierno de Javier Milei. Una perspectiva electoral para sortear de la mejor manera los próximos comicios, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, el bastión más grande que tiene la oposición para confrontar con el Gobierno nacional. Un triunfo de Milei en territorio bonaerense puede desatar rupturas irrecuperables. En cambio, un triunfo del peronismo podría desestabilizar a La Libertad Avanza y enmarcar un camino más amigable hacia el 2027.

Para eso, ahora se retomarán las negociaciones entre Kicillof y Máximo Kirchner, que tuvieron una pausa por la detención de la exmandataria. Quizás, lo que comenzó el miércoles sea un mínimo criterio de unidad para juntar a todos los espacios con el objetivo de ganar en septiembre y octubre, pero los que crean que la resistencia empezó este miércoles son los mismos que vienen fallando en las estrategias electorales. A no confundir. A las políticas de ajuste, saqueo y al casino que propone la Casa Rosada se los viene resistiendo desde el principio.

Sin embargo, a un mes de la presentación de candidatos en la provincia de Buenos Aires el escenario ofrece más dudas que certezas sobre lo que se vendrá. El espacio del gobernador tiene un Excel abierto sacando y poniendo candidatos a la espera de Máximo Kirchner, que se sentará a negociar cargos y estrategias con la foto de la Plaza de Mayo estampada en su remera. Además viene mostrando intenciones de construir perfil propio -como lo evidenció en entrevistas recientes y su aparición en Parque Lezama-. Hoy, la iniciativa política la siguen teniendo Cristina y La Cámpora.

parque lezama

Porque a la Argentina le sobran paradojas. Desde su notificación hasta su detención, la que salió más beneficiada fue Cristina Kirchner y, por consiguiente, su entorno. Ganó centralidad y corrió de eje al Gobierno, que tuvo que exponer nuevamente al Presidente a dar entrevistas con la intención de instalar una agenda con frases de escaso vuelo. No lo logró, no pasó nada. Con la inmensa generosidad del pueblo que se acerca a su domicilio esperando su saludo, la expresidenta será quien motorice los acuerdos electorales. Desde la provincia de Buenos Aires, ya avisaron que la esperan con la computadora encendida.

Pero para ganar no alcanza con cerrar listas. Hace falta devolverle a la gente un horizonte, una propuesta concreta, un proyecto de unidad real. Hasta ahora, la gran novedad electoral de este 2025 no son los resultados, sino la baja participación: un 52% o 53% del padrón en cada elección provincial, con el voto repartido entre dos o tres espacios, sin hegemonías claras. Y hay un 20 o 25% que abandonó las urnas, desencantado de Milei, pero aún huérfano de una alternativa.

Esta semana se informó que el desempleo ya alcanza el 7,9%, el nivel más alto desde la asunción de Milei. Solo el 46% de los ocupados tiene empleo asalariado registrado: el nivel más bajo desde 2007. El 68% de los desocupados lleva buscando trabajo hace más de un año. Mientras tanto, la capacidad instalada de la industria -las máquinas encendidas- cayó por debajo del 60%, una cifra que no se veía desde la pandemia. El derrumbe es brutal.

A Milei ya no lo respeta ni su vicepresidenta, que lo chicaneó desde el ostracismo porque el Presidente decidió celebrar el Día de la Bandera en el Campo Argentino de Polo para evitar exponerse en Rosario. Lo hace a escondidas, como las entrevistas que da en penumbras, con miedo, porque ya no pueden salir a la calle a diferencia de los miles de argentinos que se movilizaron el miércoles con memoria, dignidad y la convicción para batallar por un país que siempre está dispuesto a levantarse.

En un momento donde el hambre, el ajuste y la crueldad pretenden convertirse en política de Estado, la respuesta popular sigue siendo firme. La Plaza habló. Ahora es momento de decisiones.

Federico Chechele en X: @fedechechele

 

 

Fuente: https://canalabierto.com.ar

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