Relacionan alteraciones del metabolismo celular con el desarrollo de metástasis en cáncer de mama
Un estudio sobre modelos tanto in vivo como in vitro identifica potenciales blancos para el desarrollo de nuevas terapias antitumorales y establece posibles biomarcadores para un diagnóstico más eficiente.
Especialistas del CONICET, bajo la dirección de Javier Girardini, investigador del Consejo en el Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario (IDICER CONICET-UNR), identificaron un mecanismo que colabora con el desarrollo de tumores agresivos. El estudio, publicado en la revista científica Frontiers in Molecular Biosciences, demostró, en un modelo experimental de cáncer de mama, que el aumento en los niveles de expresión de la proteína AKR1B1 favorece el desarrollo de metástasis.
Dicha proteína es una molécula que participa en la vía de los polioles, responsable de la transformación de la glucosa en fructosa, razón por la cual ha sido estudiada por su relación con la diabetes. Sin embargo, hasta el momento, era poco analizada en relación al cáncer.
“Una vez puesta en marcha la presente investigación, confirmamos dicha hipótesis, demostrando que el aumento descontrolado en los niveles de AKR1B1 contribuye al desarrollo de tumores y de metástasis. Esto nos llevó estudiar el efecto de esta proteína sobre el metabolismo celular”, aseguró el especialista a Prensa CONICET.
En relación a los mecanismos que vinculan el aumento en los niveles de AKR1B1 con la proliferación de células tumorales agresivas, el investigador explicó: “Descubrimos que AKR1B1 afecta otros aspectos del metabolismo celular como la función de mitocondrias y metabolismo de lípidos, lo que da pistas sobre cuáles son las alteraciones que favorecen el desarrollo de metástasis”.
De acuerdo con Girardini, estos descubrimientos ubicarían a AKR1B1 como un potencial blanco terapéutico para el tratamiento de tumores, a través de fármacos que inhiban la actividad de la proteína. Además, la detección de altos niveles de AKR1B1 podría ser utilizada como biomarcador, para la identificación de tumores con mayor riesgo de metástasis, aumentando las posibilidades de un diagnóstico más preciso.
“Nuestra idea es encontrar una especie de talón de Aquiles de los tumores, a partir de comprender cuáles son los circuitos metabólicos específicos de las células tumorales de los que depende su supervivencia. Así podríamos bloquear estos circuitos e interrumpir el desarrollo de los tumores”, aseveró el director del estudio.
Aunque el trabajo se encuentra todavía en una etapa experimental, los resultados muestran que la inhibición de AKR1B1 podría eventualmente utilizarse como terapia antitumoral. “Los avances en investigación indican que nos dirigimos hacia un escenario de terapia personalizada, con el uso de combinaciones de fármacos racionales. Para ello, va a ser necesario contar con una diversidad de drogas diseñadas para actuar sobre blancos moleculares específicos. En este sentido, esperamos aportar con estrategias de inhibición en el caso de tumores que sobre expresan AKR1B1”, concluyó Girardini.