Sociedad

Télam, pilar de la memoria de Malvinas

El 42 aniversario del inicio de la guerra de Malvinas, que se cumple el próximo 2 de abril, encuentra a la agencia de noticias Télam con sus sedes valladas, sus trabajadores dispensados y su cablera y su web silenciadas, por una decisión de la intervención dispuesta por el gobierno de Javier Milei.

Testigo clave de la Argentina en las últimas ocho décadas, la historia de Télam con las islas Malvinas se entrelaza en diferentes acontecimientos y coberturas que, con sus cables y fotografías, fueron imprescindibles para el periodismo argentino, y marcaron la trayectoria de la agencia pública, que cumple el próximo 14 de abril 79 años de existencia desde su creación decidida por Juan Domingo Perón.

Durante la dictadura militar, Télam se convirtió en una agenda de propaganda del régimen que impulsó el terrorismo de Estado, e impuso una férrea censura sobre su servicio, lo que generó que parte de sus contenidos se propagaran en un mercado internacional negro de la información.

Télam y ATC, los únicos autorizados

Eso se potenció durante la guerra de Malvinas en 1982, cuando Télam, junto con la televisora estatal ATC, fueron los únicos medios autorizados a brindar información sobre el conflicto con una cobertura que se realizó desde las islas, con sus enviados entre las tropas argentinas.

Algunas de las fotos tomadas por Télam durante la guerra recién fueron recuperadas muchos años después. En 2022, cuando se cumplieron los 40 años de la guerra, la agencia publicó un documento especial con más de 2000 imágenes -muchas de ellas inéditas- sobre momentos claves del conflicto, la vida de los soldados en las trincheras y de los isleños, mientras transcurría la guerra.

El testimonio de los enviados

Los enviados de Télam a la guerra de Malvinas fueron los periodistas Diego Pérez AndradeJuan Carlos García Malod y Juan José Marc, y los fotógrafos Román Von EcksteinEduardo Navone y Eduardo Farré.

“El gobierno militar interceptaba y se incautaba de todo material periodístico que habíamos intentado introducir clandestinamente en el continente. Generalmente eran rollos de fotos, o en el caso de ATC cassettes de video. Lo curioso fue que muchas de esas fotografías, que nunca se publicaron en nuestro país, las vimos luego en las páginas de los principales semanarios del mundo: Stern, Newsweek, Time, Cambio 16, Paris Match y otros por el estilo”, contaba en una entrevista Farré, quien falleció a fines del año 2021.

Farré calculaba que, con ese material fotográfico, cuya obtención casi le costó la vida en varias oportunidades, los militares que lo comercializaron debían “haberse forrado en dólares”.

Pérez Andrade también contó en varias entrevistas su experiencia como cronista de Télam en la guerra: “La noche del 1 de abril de 1982 me avisan que el jefe estaba enfermo, así que yo quedé a cargo de la redacción. Y sucedió algo extraño: cerca de las 21.30 trajeron un lunch y llegaron decenas de coroneles, almirantes y brigadieres. Dijeron que se iban a tomar las islas y ese era el festejo. Fue vigilia toda la noche, porque a la mañana siguiente, a las 8.30, despachamos el cable oficial”, recordó en una nota con La Nación en el 2012.

Hijo de periodista, llevaba dos años en la agencia Télam y en 1982 cubría el horario nocturno de la sección Información General. El 5 de abril, Pérez Andrade reemplazó al corresponsal de Télam en Río Gallegos, y de ahí fue enviado a las islas porque era el único que sabía inglés.

Teníamos una situación privilegiada. Como no éramos corresponsales de guerra, los militares no nos podían dar órdenes. Viajábamos muchísimo por la isla, entrábamos y salíamos por las unidades y los soldados nos contaban todo porque estaban deseosos de que se supieran sus condiciones”.

DIEGO PÉREZ ANDRADE

“Teníamos una situación privilegiada. Como no éramos corresponsales de guerra, los militares no nos podían dar órdenes. Viajábamos muchísimo por la isla, entrábamos y salíamos por las unidades y los soldados nos contaban todo porque estaban deseosos de que se supieran sus condiciones: que estaban muertos de frío, sin armas y sin planeamiento estratégico. Nosotros escribíamos eso, pero en Télam no querían”, recordaba en la entrevista sobre la censura que sufrían en el continente sus cables.

El periodista contó en aquella oportunidad además que la casa donde se alojaban era “un lugar neurálgico porque allí los militares podían informarse, bañarse y comer”.

“Alquilábamos una casa a una señora que se había ido con sus nietos a la estancia de una amiga, intentando escapar de la guerra. No podíamos alojar militares pero fue lo primero que hicimos, porque nos obligó Menéndez. A la semana abrías la heladera y encontrabas una granada. Era un quilombo. Por lo menos éramos diez. Alojamos tres capitanes y un capellán”, recuerda.

Alquilábamos una casa a una señora que se había ido con sus nietos a la estancia de una amiga, intentando escapar de la guerra. No podíamos alojar militares pero fue lo primero que hicimos, porque nos obligó Menéndez. A la semana abrías la heladera y encontrabas una granada”.

DIEGO PÉREZ ANDRADE

Pérez Andrade volvió a las islas en una cobertura periodística para el diario La Nación en agosto de 1999, en el marco de un viaje histórico: el primero que se pudo realizar después de la guerra de 1982 por un acuerdo alcanzado en ese momento entre el expresidente Carlos Menem y el Reino Unido, por medio del cual se restableció el acceso al archipiélago sin restricciones, pero con la obligación de presentar pasaporte.

Vuelta a las islas

Las vueltas de la vida –y del periodismo- hicieron que en aquel viaje de 1999 la joven cronista enviada por la agencia Télam se alojara en el mismo lugar que Pérez Andrade lo había hecho durante la guerra: la casa de familia alquilada se había convertido en el Emma’s Guest House, ubicado sobre la Ross Road en Puerto Argentino.

Télam fue parte de aquel histórico viaje de 1999 integrando el contingente de 48 argentinos, entre ellos unos 35 periodistas de los principales medios nacionales.

Fue una semana entera que constituyó la mayor prueba de convivencia entre argentinos e isleños desde la guerra de 1982. Una prueba de fuego para ambos gobiernos: el vuelo recibió amenazas de bomba, excombatientes argentinos protestaron porque debían hacer sellar el pasaporte y los isleños estaban inquietos con la llegada de un contingente tan numeroso que iba a llenar las pocas plazas de alojamiento que había por entonces en Puerto Argentino.

Además de entrevistas con las autoridades de isla, los periodistas argentinos compartieron la vida durante una semana con los isleños y hasta terminaron organizando un partido de fútbol en el polideportivo del pueblo, que fue seguido con atención desde el continente por el entonces canciller Guido Di Tella.

Uno de los momentos más impactantes de aquella cobertura fue recorrer los campos de batalla como Monte Longdon. “Baterías antiaéreas, restos de municiones usadas por ambas fuerzas, elementos de uso personal de los soldados, como mantas de abrigo y hebillas de cinturones forman parte del inhóspito recorrido. Muchos de esos objetos fueron recogidos después de la guerra y actualmente se exhiben en el Museo Histórico de las islas, otros fueron llevados como souvenirs por isleños y ocasionales visitantes, mientras que el resto permanece abandonados en el lugar, a la intemperie”, decía la crónica de Télam del 12 de agosto de 1999, que hoy no se puede leer porque su cablera fue bloqueada y permanece censurada.

La despedida de las islas no fue amable: un grupo de 50 isleños interceptó el micro en el que los periodistas se dirigían al aeropuerto –entre ellos, la cronista de Télam- y repudió su presencia con banderas británicas y carteles de protesta.

Télam volvió a las islas apenas dos meses después, en octubre de ese mismo año, junto a un grupo de 20 familiares de caídos en la guerra que también permanecieron durante una semana en Puerto Argentino.

En rigor, los vuelos humanitarios de familiares llegaban a Malvinas desde 1991. Pero ese viaje se transformó en la primera oportunidad desde la guerra en el que el grupo pudo permanecer más tiempo y recorrer diversos lugares de las islas, como los campos de batalla, en tanto que en los vuelos charters anteriores solamente permanecían por unas horas en el cementerio de Darwin.

Diez años después, en octubre de 2009, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, Télam volvió a ser parte de una cobertura histórica en Malvinas: la inauguración del monumento a los caídos en el cementerio de Darwin. 

En esa oportunidad, viajó la misma cronista que lo hizo en 1999, pero esta vez junto al fotógrafo de Télam, Sergio Quinteros, quien había sido combatiente en la guerra. Sergio estuvo durante 75 días en Monte Tumbeldown y volvía por primera vez a las islas. Murió cinco años después de ese viaje, en el 2014, a los 51 años.

Nueve años después, el 26 de marzo de 2018 –y bajo el gobierno de Mauricio Macri- la agencia Télam integró un nuevo viaje de familiares a Malvinas. En ese caso, fueron unas pocas horas pero muy intensas. Un contingente de 248 argentinos, en su mayoría familiares de caídos, tomaban contacto por primera vez con 90 tumbas cuyos cuerpos habían sido identificados recientemente por el Comité Internacional de la Cruz Roja, tras un minucioso trabajo forense, 35 años después de la guerra, un proceso que la agencia pública cubrió minuciosamente.

Participó de ese viaje el militar inglés Geoffrey Cardoso, quien en 1982 diseñó el cementerio y enterró a los soldados argentinos; y el excombatiente Julio Aro, uno de los impulsores de la iniciativa de las identificaciones.

Las crónicas escritas por Télam desde el lugar contaban como Cardoso y Aro recorrieron una a una las tumbas, conteniendo a los familiares y abrazando sobre todo a las madres ancianas, que llegaron con sus bastones y andadores. Las notas hablaban también de la desolación de ver a esas mamás abrazarse a esa cruz blanca, en medio de ese paraje desolado y ventoso que es Darwin, en el corazón de la isla Soledad.

Un archivo histórico

Con motivo de los 40 años de la guerra, en 2022, Télam abrió su archivo a la comunidad con las fotografías obtenidas por sus enviados especiales a las islas durante el conflicto.

Era un material exclusivo, en muchos casos, ni siquiera había sido visto por los propios fotógrafos porque los rollos se enviaban sin revelar, ni había sido publicado. Se trata de 2250 fotografías que fueron digitalizadas por el Archivo Nacional de la Memoria a partir de un convenio de trabajo conjunto firmado en 2012 y renovado en 2021.

El trabajo fue presentado como una selección distribuida en diez galerías de imágenes que describen diferentes momentos del conflicto bélico: el desembarco, Operación prensa, Menéndez gobernador, el primer bombardeo, Vida cotidiana, los soldados, las trincheras, el Irizar, Las más conocidas y los corresponsales.

Las fotos fueron publicadas en 2022 por los principales medios nacionales y también de otros países, como El País de España; y recorrieron Argentina en una muestra itinerante.

Las imágenes se encontraban disponibles en la web de la agencia, ahora silenciada por el gobierno de Milei.

Fuente: https://somostelam.com.ar

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