De que se trata

¿Un nuevo 2001 o un 2003 reeditado? El liderazgo en crisis y la posibilidad de un nuevo modelo en Argentina

La Argentina atraviesa una crisis de representación política que recuerda a la situación vivida en 2001, cuando el «que se vayan todos» marcó el hartazgo ciudadano frente a una dirigencia que parecía incapaz de dar respuestas. En 2003, en ese contexto de fragmentación, surgió Néstor Kirchner como líder. Su llegada al poder se dio con apenas el 22% de los votos y con una debilidad política evidente, pero logró consolidarse gracias a una red de gobernadores e intendentes peronistas, y al respaldo del aparato partidario comandado en ese momento por Eduardo Duhalde.

Hoy, a mas 20 años después, surge Javier Milei como una figura disruptiva, elegido presidente en una segunda vuelta con un caudal mayoritario de votos. Sin embargo, su escenario de poder es radicalmente diferente: no cuenta con gobernadores, intendentes ni un aparato político robusto, y su fuerza en el Congreso es limitada.

¿Un liderazgo posible o un modelo irrepetible?

Néstor Kirchner trabajó en 2003 en una Argentina devastada por la crisis de 2001. Su fortaleza residió en la capacidad de construir poder desde una posición débil, gracias al respaldo territorial del peronismo y a un contexto internacional favorable que le permitió renegociar la deuda y apuntalar la economía. Duhalde jugó un papel clave en facilitarle una base de gobernabilidad inicial, pero Kirchner supo rápidamente diferenciarse y marcar su propia impronta como líder.

A diferencia de Kirchner, Milei llega al poder como un outsider, con un discurso antipolítico que lo distancia de los gobernadores e intendentes, quienes en su mayoría pertenecen a partidos tradicionales como el peronismo y Juntos por el Cambio entre otros. Este aislamiento territorial representa un desafío importante para la gobernabilidad, especialmente en un país federal como Argentina, donde el poder real muchas veces reside en las provincias y municipios.

Ambos llegan al poder en contextos de crisis, con una ciudadanía desencantada con la política tradicional. La debilidad inicial en términos de estructura inicial marca un desafío para la consolidación de poder.

Base de apoyo: Mientras que Kirchner tenía el respaldo del aparato peronista, Milei carece de una estructura territorial sólida. Contexto económico: Kirchner se apoya en un momento de recuperación económica global, mientras que Milei enfrenta una economía nacional e internacional compleja, con alta inflación, deuda y recesión.

Modelo de liderazgo: Kirchner construyó desde el diálogo con sectores tradicionales del poder político, mientras que Milei apuesta a un discurso de confrontación y ruptura.

¿Qué necesita Milei para consolidarse como líder?

Para que Milei logre consolidar un liderazgo similar al de Kirchner, deberá superar varios obstáculos. Sin gobernadores ni intendentes propios, Milei necesitará tejer acuerdos con los actores territoriales que hoy pertenecen a otras fuerzas políticas. Esto implica ceder en su retórica confrontativa y buscar puntos de encuentro, algo que hasta ahora ha evitado. Kirchner construyó su legitimidad a través de medidas populares como la reestructuración de la deuda y las políticas sociales. Milei, con su agenda de ajuste y liberalización, enfrenta el desafío de mantener el apoyo de una población golpeada por la crisis.

La economía será el terreno decisivo. Si Milei logra estabilizar el país y generar crecimiento, podrá consolidarse como líder. Sin embargo, su enfoque ultraliberal podría profundizar las desigualdades y generar un descontento social que amenaza su gobernabilidad.  La crisis puede ser una oportunidad para consolidar el liderazgo, pero también un terreno fértil para la fragmentación y la inestabilidad. Milei deberá demostrar que puede ser más que un discurso disruptivo y convertirse en un estadista.

¿Es posible repetir un liderazgo como el de 2003?

El contexto actual es diferente y más complejo que el de 2003. Kirchner contó con un aparato político sólido y un contexto internacional favorable que le permitió construir su liderazgo. Milei se enfrenta a un escenario más hostil, con una base política limitada y una economía en crisis.

Sin embargo, el futuro no está escrito. Si Milei logra superar sus propias limitaciones y construir un modelo de poder que incluya a diversos sectores, podría convertirse en un líder que marque una nueva etapa en la política argentina. Pero esto provocará una transformación profunda, tanto en su discurso como en su capacidad de gestión.

En un país acostumbrado a reinventarse en medio de las crisis, la pregunta sigue abierta: ¿será Milei capaz de liderar una Argentina que busca desesperadamente una salida a su laberinto?

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